VERSIÓN ESPAÑOL:
¿Cómo va la gente de Blurt?
Les aúllo el chisme por el que seguro vienen a leer a mi cueva de meditación:
Mi esposa notó que yo estaba un poco molesto en la mañana, bueno, no un poco molesto, ¡estaba enchiladísimo! Ella no sabía por qué, pero no se quedó con la duda al notar que ni siquiera comí lo de siempre.
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Se enteró de mi molestia y me dio la razón después de darme una cápsula para calmar mi malestar porque sabe que odio con el alma que me duela la cabeza de manera migrañosa ya que esto no deja que me concentre bien y peor trabajar al cien por ciento. Si Marcela no me hubiese preguntado e intuyera cualquier cosa en su cabeza, podría cometer un error, aunque tenga el sexto sentido femenino, así que le agradecí el hecho de que me formulara una pregunta para conocer sobre mi estado de ánimo real y añadí que siempre le diré, cual burro de Shrek, que me pregunte lo que sea para que sacie sus dudas sobre mí.
Recuerdo que cuando estaba en la prepa alguno de los maestros nos ponía a trabajar en grupos para exposiciones en clase, quienes tenían que presentar un tema, hablaban con todos en la clase previamente para que no existieran preguntas y si por ahí alguien se ponía pesado y quería preguntar, se ganaba la ley de hielo todo el día y hasta la semana. Admito que yo también era así, solo que si me preguntaban, aunque no contestara, no le veía sentido al hecho de no dirigirle la palabra a un amigo que, por una duda de la clase, no dejaría de ser mi amigo porque ni siquiera le pondría mala cara.
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Siempre creí que esto se trataba de un miedo a extremo a hablar en público y temer equivocarse en medio de toda la clase que podría burlarse de uno por titubear frente al maestro, pero no, el asunto se extendió a la universidad en donde también tenía que presentar exposiciones en clase con algún compañero. Había personas que se resentían, aunque sin advertir de su accionar, si se les preguntaba algo relacionado con la carrera, es decir, ese asunto de enojarse o resentirse por las preguntas ya rayaba en lo absurdo y la inmadurez porque si el maestro preguntaba, entonces ahí no existía ni enojo ni resentimiento.
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Entendí mal el concepto de las preguntas y respuestas toda mi vida estudiantil, lo bueno es que cuando me gradué, comprendí que una pregunta puede cambiar la perspectiva de incluso cómo miramos el mundo que nos rodea. Hacer preguntas es una forma de abrir puertas, de romper los límites de lo conocido y aventurarse a lo nuevo. Preguntar no solo implica curiosidad, sino también humildad porque significa que reconocemos que no lo sabemos todo, que siempre hay algo más allá de lo que parece evidente para la comprensión del resto.
Una pregunta tiene el poder de cambiar perspectivas, de conectar ideas y personas, de generar diálogo donde antes había silencio porque una pregunta puede ser más valiosa que una respuesta, ya que nos obliga a mirar hacia adentro, a cuestionar nuestras creencias, a reimaginar posibilidades, esto, cuando no es hecha con malas intenciones, ni para generar polémicas innecesarias en diálogos abiertos, ni para humillar a nadie, como solía pasar en clases cuando alguien preguntaba, porque no lo hacía para buscar una respuesta que saciara su ignorancia académica, sino para hacer quedar mal a quien le caía peor que bala de cañón.
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Las preguntas construyen puentes entre mundos porque son herramientas para entender a los demás, para mostrar interés genuino por sus pensamientos, emociones y experiencias, porque demostramos que estamos presentes, que valoramos lo que el otro tiene para compartir, pero también nos desafían a crecerporque nos sacan de nuestra zona de confort, nos empujan a buscar información, a confrontar nuestros prejuicios, a profundizar en temas que tal vez nunca habíamos considerado.
En la vida cotidiana, muchas veces evitamos preguntar por temor a parecer ignorantes o intrusivos, sin embargo, esa resistencia puede ser un obstáculo para el aprendizaje y la conexión. Hacer preguntas no es un signo de debilidad, sino de fortaleza, es una acción de valentía intelectual y emocional. Preguntar significa decir: "estoy dispuesto a aprender, a entender, a caminar contigo en este momento". Cada pregunta lleva implícita la posibilidad de una nueva historia, de una nueva relación, de un nuevo descubrimiento incluso de la persona que dices conocer a la perfección.
Las preguntas nos permiten crecer como individuos porque nos invitan a cuestionar lo que damos por sentado, a explorar nuestras propias motivaciones y a buscar sentido en lo que hacemos incluso en momentos de incertidumbre, una buena pregunta puede ser un faro que guía el camino. No siempre necesitamos tener todas las respuestas porque el simple hecho de formular una pregunta es suficiente para iniciar el cambio, ya que preguntar no es solo una herramienta, es una actitud ante la vida, una que nos invita a nunca dejar de aprender, de sorprendernos y de evolucionar.
En cambio, no preguntar es como caminar con los ojos cerrados, confiando únicamente en lo que ya se sabe, sin explorar más allá. Mis maestros solían decirnos que preguntáramos porque las falta de estas en clase nos podría encerrar en un espacio limitado en donde todas las dudas quedan solo como suposiciones y las posibilidades se achican porque cuando dejamos de preguntar, dejamos de aprender al simplemente asumir que lo que conocemos es suficiente y ese estancamiento puede ser peligroso al perderse oportunidades de aclarar malentendidos, de profundizar en las ideas de otros, de ver perspectivas ajenas a la nuestras para no ahogarnos en un vaso con agua, sino, bucear libremente por los océanos.
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¿Qué sería del mundo si preguntas? Ahora me respondo que veremos peores cosas que las que ahora podemos observar porque a través de las globalización internauta, miles de personas creen que con saber la respuesta de 2+2 no necesitan preguntar a nadie y se vuelven pedantes e inundadas de una ignorancia que atrapa al resto de corderos que viven entre cercos planos y monótonos.
Yo creo que las preguntas incluso pueden salvarte la vida en cualquiera de sus formas de rescate.
Ya los leo más tarde.
Chau.
ENGLISH VERSION:
How's it going, Blurt folks?
I am telling you the gossip that you are surely coming to read in my meditation cave:
My wife noticed that I was a little upset in the morning, well, not a little upset, I was really pissed off! She didn't know why, but she didn't hesitate when she noticed that I didn't even eat the usual food.
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She found out about my discomfort and agreed with me after giving me a capsule to calm my discomfort because she knows that I hate with all my heart when my head hurts like a migraine because this doesn't let me concentrate well and even worse, work at 100%. If Marcela hadn't asked me and sensed something in her head, I could make a mistake, even though she has the sixth female sense, so I thanked her for asking me a question to find out about my real state of mind and added that I will always tell her, like Shrek's donkey, to ask me anything to satisfy her doubts about me.
I remember that when I was in high school, one of the teachers would put us to work in groups for presentations in class, those who had to present a topic, would talk to everyone in the class beforehand so that there were no questions and if someone got annoying and wanted to ask, they would get the silent treatment all day and even the week. I admit that I was like that too, except that if they asked me, even if I didn't answer, I didn't see the point in not speaking to a friend who, because of a class question, wouldn't stop being my friend because I wouldn't even give him a dirty look.
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I always thought that this was about an extreme fear of speaking in public and fearing making a mistake in front of the whole class who might make fun of you for hesitating in front of the teacher, but no, the issue extended to the university where I also had to present presentations in class with a classmate. There were people who resented, although without realizing their actions, if they were asked something related to their career, that is, this issue of getting angry or resentful about the questions was already bordering on the absurd and immature because if the teacher asked, then there was neither anger nor resentment.
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I misunderstood the concept of questions and answers all my student life, the good thing is that when I graduated, I understood that a question can change the perspective of even how we look at the world around us. Asking questions is a way to open doors, to break the limits of what is known and venture into the new. Asking questions not only implies curiosity, but also humility because it means that we recognize that we do not know everything, that there is always something beyond what seems evident to the understanding of others.
A question has the power to change perspectives, to connect ideas and people, to generate dialogue where there was silence before because a question can be more valuable than an answer, since it forces us to look inward, to question our beliefs, to reimagine possibilities, this, when it is not asked with bad intentions, nor to generate unnecessary controversies in open dialogues, nor to humiliate anyone, as used to happen in classes when someone asked, because they did not do it to look for an answer that would satisfy their academic ignorance, but to make someone look bad.
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Questions build bridges between worlds because they are tools to understand others, to show genuine interest in their thoughts, emotions and experiences, because we show that we are present, that we value what the other has to share, but they also challenge us to grow because they take us out of our comfort zone, they push us to seek information, to confront our prejudices, to delve deeper into topics that perhaps we had never considered.
In everyday life, we often avoid asking questions for fear of appearing ignorant or intrusive, however, that resistance can be an obstacle to learning and connection. Asking questions is not a sign of weakness, but of strength, it is an act of intellectual and emotional courage. Asking means saying: "I am willing to learn, to understand, to walk with you in this moment." Each question carries with it the possibility of a new story, a new relationship, a new discovery, even from the person you claim to know perfectly.
Questions allow us to grow as individuals because they invite us to question what we take for granted, to explore our own motivations and to search for meaning in what we do even in times of uncertainty, a good question can be a beacon that guides the way. We don't always need to have all the answers because the simple act of asking a question is enough to initiate change, since asking is not just a tool, it is an attitude towards life, one that invites us to never stop learning, to surprise ourselves and to evolve.
On the other hand, not asking is like walking with your eyes closed, trusting only in what you already know, without exploring beyond. My teachers used to tell us to ask because the lack of these in class could lock us into a limited space where all doubts remain only as assumptions and the possibilities shrink because when we stop asking, we stop learning by simply assuming that what we know is enough and that stagnation can be dangerous when we miss opportunities to clarify misunderstandings, to delve deeper into the ideas of others, to see perspectives other than our own so as not to drown in a glass of water, but rather, to dive freely through the oceans.
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What would the world be like if you asked? Now I answer myself that we will see worse things than what we can see now because through Internet globalization, thousands of people believe that knowing the answer to 2+2 means they don't need to ask anyone and they become pedantic and inundated with an ignorance that traps the rest of the sheep that live among flat and monotonous fences.
I believe that questions can even save your life in any of their rescue forms.
I'll read them later.
Bye.
¿Sabes que a mí me pasaba lo mismo en el colegio en cuanto a exposiciones grupales? No había manera de frenar una pregunta curiosa lanzada al aire por parte de los maestros para probar nuestro conocimiento, pero tampoco faltaba la persona que, con afán negativo, preguntaba cosas incluso que no tenían nada que ver con lo expuesto, claro que los maestros se daban cuenta y tomaban correctivos.
En la universidad pasaba el mismo efecto, solo que ahí ya nadie se resentía, por lo menos con quienes me llevaba no tenían comportamientos inmaduros en esa parte, aunque sé que no debió faltar quien sí le hizo la ley del hielo a sus amigos por preguntarle en medio de la exposición.
Los niños son los que más preguntan de todo, eso te consta porque tienes hijos, pero como adultos, hemos perdido esa costumbre de indagar, de querer saber, de aprender algo nuevo, es un trabajo arduo el que tenemos al moldear nuestro carácter para sacar de nosotros esos comportamientos ridículos, pero sí se puede.
Preguntar y responder forma parte hasta de la fisiología cerebral, lo mejor, es hacer crecer este parámetro para ver el mundo de otra manera, uno que nos reta a seguir escalando a nuevas etapas del conocimiento no solo científico.
Gracias por tu publicación, mi lobo precioso. Un abrazote para ti, para Marcela y los cachorros... más tardecito te llamo para saber cómo sigues con tu malestar de cabeza.
Chauuuuuu 🐾🐾