VERSIÓN ESPAÑOL:
¿Cómo va la gente de Blurt?
Les aúllo el chisme por el que seguro vienen a leer a mi cueva de meditación:
Ocurrió un accidente casero con mi hijo menor, se lesionó el brazo al caerse de la cama por estar jugando con su hermano mayor...
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Ya le hemos dicho que no se ponga en plan de canguro brincador, pero como siempre, a veces debemos aprender, no por consejo, sino por experiencia, aunque esta no sea placentera ni nos deje un buen sabor de boca. No fue algo de gravedad, pero estará con el moretón varios días, ahí le estamos poniendo un poco de hielo para bajar la hinchazón porque según el doctor al que lo llevamos con mi esposa, dijo que nuestro cachorro necesitaba reposo y frío sobre la lesión por lo menos 10 minutos al día.
Salí a comprar unos analgésicos y en el estacionamiento del edificio vi a dos de mis vecinos discutiendo bastante feo, en alta voz y de manera exagerada. Ambos son hermanos, el uno le increpaba al otro asuntos relacionados con la falta de cumplimiento de un acuerdo al que habían llegado si se vendía una motocicleta, cada uno daba sus razones y se fundamentaba en que era fiel a sus principios, aunque para mí, ninguno de los dos lo demostrara. Ellos no suelen pelearse, pero en esta ocasión, la lealtad entre ambos se vio muy afectada con semejante discusión.
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Lealtad y fidelidad son conceptos que a menudo se usan como sinónimos, pero al examinarlos con detenimiento, sus diferencias emergen con claridad, por lo menos yo, durante mucho tiempo lo creí así, sin embargo, no solo en mi vida estudiantil y profesional, aprendí a diferenciar ambos términos, los cuales, nacen de la relación entre el compromiso y la confianza, pero que se expresan de maneras distintas, marcadas por el contexto y las emociones involucradas que pueden parecer indistinguibles, pero no, no es así.
La lealtad es un vínculo que trasciende las circunstancias inmediatas al ser una conexión basada en principios, en valores compartidos, en una convicción interna que guía nuestras acciones incluso cuando no hay obligación explícita de hacerlo. Ser leal implica actuar en favor de alguien o algo porque creemos en ello, porque reconocemos su importancia y queremos preservarla. Esta cualidad se manifiesta no solo en nuestras relaciones personales, sino también en nuestras lealtades hacia una causa, una comunidad, o incluso hacia nosotros mismos. Es, en esencia, una elección deliberada que persiste más allá de las adversidades que se pueden presentar en el camino.
La fidelidad, en cambio, se siente más ligada a la constancia en el cumplimiento de un acuerdo o una promesa, especialmente en el ámbito afectivo. Es mantenerse firme en un compromiso establecido, como la exclusividad en una relación amorosa o la adherencia a un deber concreto. La fidelidad está profundamente arraigada en las acciones y en la consistencia, en la capacidad de resistir las tentaciones o las distracciones que podrían alejarnos de lo que hemos prometido y tenemos que cumplir.
Mientras que la lealtad puede ser más abstracta y flexible, la fidelidad parece ser más específica y tangible. Uno puede ser leal a un amigo incluso cuando no está de acuerdo con él, pero la fidelidad a menudo exige una alineación más directa entre lo que hacemos y lo que hemos prometido. No obstante, ambas cualidades tienen en común una cierta nobleza poor son expresiones de respeto y de cuidado hacia algo que valoramos.
La diferencia más reveladora entre lealtad y fidelidad es su relación con la autonomía. La lealtad nace del deseo y de la voluntad propia, mientras que la fidelidad puede estar más influida por normas o expectativas externas. Ser leal significa decidir por convicción; ser fiel, cumplir por la palabra y el compromiso que está detrás. Y una característica sinónima de ambos valores es que se entrelazan y enriquecen nuestras relaciones.
Cuando estas cualidades comienzan a faltar hasta desaparecer de nuestras vidas, dejan una marca profunda en las relaciones, no solo con los demás, sino también con nosotros mismos. Cuando faltan, se crea un vacío que socava la confianza, debilita los vínculos y siembra dudas difíciles de disipar porque la lealtad y la fidelidad son pilares invisibles que sostienen nuestras conexiones; cuando se quiebran, todo lo construido sobre ellos tambalea y corre el riesgo de morir.
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No ser fiel en nuestras promesas o compromisos genera una sensación de inseguridad en quienes nos rodean porque es como si las palabras carecieran de peso y las acciones fueran impredecibles, lo que dificulta que otros confíen plenamente en nosotros. Esa falta de coherencia entre lo que decimos y hacemos crea un espacio para la desilusión y el resentimiento, erosionando lentamente las relaciones y por más fuertes que parezcan, sin fidelidad no hay garantía de estabilidad.
Por otro lado, la falta de lealtad puede resultar aún más insidiosa porque no ser leal implica actuar en función de intereses personales sin considerar el impacto en las personas o valores que deberían importar. Es dar la espalda cuando más se necesita el apoyo, priorizar conveniencias momentáneas por encima de compromisos más profundos. Esto no solo lastima a los demás, sino que también deja una sensación de vacío en nosotros mismos, una desconexión con nuestras propias convicciones.
Cada acto que traiciona la fidelidad o la lealtad nos aleja de nuestra esencia, de ese lugar interno donde se forjan los principios que nos definen. Con el tiempo, puede surgir una sensación de culpa o arrepentimiento, una voz interna que nos recuerda que hemos fallado, no solo a otros, sino a la persona que aspiramos a ser, además, vivir sin fidelidad ni lealtad genera un ciclo tóxico de relaciones superficiales y fugaces. Cuando los demás perciben que no somos confiables, el círculo de confianza se cierra y las conexiones verdaderas se vuelven escasas. Nos quedamos atrapados en una superficialidad que nunca satisface del todo, mientras intentamos llenar un vacío que nosotros mismos hemos creado.
Alejado de los límites positivos que debemos darle a la lealtad y a la fidelidad (es decir cuándo dejar de ser leales y fieles), aunque no necesariamente en el área amorosa y de pareja, todos como seres humanos hemos sido infieles y desleales en algún momento de la vida, también en muchas áreas, y debemos entonces saber que no ser fiel ni leal no solo daña a quienes nos rodean, sino que nos deja aislados emocionalmente, desconectados de los demás y de nosotros mismos... para recuperar o reconstruir esos valores requiere de tiempo, de reconstrucción de la honestidad y de un compromiso profundo para cambiar, pero creo que es un esfuerzo que vale la pena porque la fidelidad y la lealtad no son solo para otros, sino que forman la base de nuestra integridad personal.
Ya los leo más tarde.
Chau.
ENGLISH VERSION:
How's it going, Blurt folks?
I am telling you the gossip that you are surely coming to read in my meditation cave:
There was an accident at home with my youngest son, he injured his arm when he fell out of bed while playing with his older brother...
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We have already told him not to act like a bouncing kangaroo, but as always, sometimes we must learn, not from advice, but from experience, even if it is not pleasant or leaves a good taste in our mouths. It was not serious, but he will have a bruise for several days, so we are putting some ice on it to reduce the swelling because according to the doctor my wife and I took him to, he said that our puppy needed rest and cold on the injury for at least 10 minutes a day.
I went out to buy some painkillers and in the parking lot of the building I saw two of my neighbors arguing quite badly, loudly and in an exaggerated manner. They are both brothers, one was reprimanding the other about matters related to the non-compliance of an agreement they had reached if a motorcycle was sold, each one gave their reasons and based their argument on the fact that they were faithful to their principles, although for me, neither of them showed it. They do not usually fight, but on this occasion, the loyalty between them was greatly affected by such an argument.
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Loyalty and fidelity are concepts that are often used as synonyms, but when examined closely, their differences emerge clearly. At least I believed that for a long time. However, not only in my student and professional life, I learned to differentiate between both terms, which are born from the relationship between commitment and trust, but are expressed in different ways, marked by the context and the emotions involved that may seem indistinguishable, but no, they are not.
Loyalty is a bond that transcends immediate circumstances by being a connection based on principles, on shared values, on an internal conviction that guides our actions even when there is no explicit obligation to do so. Being loyal implies acting in favor of someone or something because we believe in it, because we recognize its importance and want to preserve it. This quality manifests itself not only in our personal relationships, but also in our loyalties to a cause, a community, or even to ourselves. It is, in essence, a deliberate choice that persists beyond the adversities that may arise along the way.
Faithfulness, on the other hand, feels more closely linked to the constancy in fulfilling an agreement or a promise, especially in the emotional realm. It is staying firm on an established commitment, such as exclusivity in a love relationship or adherence to a specific duty. Faithfulness is deeply rooted in actions and consistency, in the ability to resist temptations or distractions that could lead us away from what we have promised and have to fulfill.
While loyalty can be more abstract and flexible, fidelity seems to be more specific and tangible. One can be loyal to a friend even when one does not agree with him, but fidelity often demands a more direct alignment between what we do and what we have promised. However, both qualities have in common a certain nobility because they are expressions of respect and care for something we value.
The most revealing difference between loyalty and fidelity is their relationship with autonomy. Loyalty is born from desire and one's own will, while fidelity can be more influenced by external norms or expectations. Being loyal means deciding out of conviction; being faithful, fulfilling one's word and the commitment behind it. And a characteristic synonymous with both values is that they intertwine and enrich our relationships.
When these qualities begin to be lacking until they disappear from our lives, they leave a deep mark on relationships, not only with others, but also with ourselves. When they are missing, a void is created that undermines trust, weakens bonds and sows doubts that are difficult to dispel because loyalty and fidelity are invisible pillars that support our connections; when they break, everything built on them falters and runs the risk of dying.
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Not being faithful to our promises or commitments generates a feeling of insecurity in those around us because it is as if words lack weight and actions are unpredictable, making it difficult for others to fully trust us. This lack of coherence between what we say and do creates a space for disappointment and resentment, slowly eroding relationships and no matter how strong they may seem, without fidelity there is no guarantee of stability.
On the other hand, a lack of loyalty can be even more insidious because not being loyal implies acting based on personal interests without considering the impact on the people or values that should matter. It is turning our backs when support is most needed, prioritizing momentary conveniences over deeper commitments. This not only hurts others, but also leaves a feeling of emptiness in ourselves, a disconnection with our own convictions.
Every act that betrays fidelity or loyalty distances us from our essence, from that inner place where the principles that define us are forged. Over time, a sense of guilt or regret can arise, an inner voice that reminds us that we have failed, not only others, but the person we aspire to be. Furthermore, living without fidelity and loyalty creates a toxic cycle of superficial and fleeting relationships. When others perceive that we are not trustworthy, the circle of trust closes and true connections become scarce. We remain trapped in a superficiality that never fully satisfies, while we try to fill a void that we ourselves have created.
Away from the positive limits that we should give to loyalty and fidelity (that is, when to stop being loyal and faithful), although not necessarily in the area of love and couples, all of us as human beings have been unfaithful and disloyal at some point in our lives, also in many areas, and we must then know that not being faithful or loyal not only harms those around us, but leaves us emotionally isolated, disconnected from others and from ourselves... to recover or rebuild those values requires time, rebuilding honesty and a deep commitment to change, but I think it is an effort that is worth it because fidelity and loyalty are not only for others, but they form the basis of our personal integrity.
I'll read them later.
Bye.
Creo que por regla general es que todos confundimos en algún momento con varios términos que los pronunciamos en nuestro diario vivir, pero cuando nos ponemos a analizarlos y aprendemos, evitamos, o por lo menos tratamos, el usarlos en situaciones que no deben ser usados.
Recuerdo siempre a mi maestra de Gramática y ella hacía que andemos con un diccionario en la mochila siempre y de hecho, nos revisaba el diccionario cuando teníamos la clase con ella. Al inicio no entendía esa actitud, luego, conforme fue pasando el tiempo, me sirvió esa instrucción y, aunque ahora no llevo en mi cartera un diccionario, trato de errar lo posible en los términos que uso a diario porque pueden no entenderse bien o definitivamente entenderse de la manera en que no deben entenderse.
La fidelidad y la lealtad, aunque diferentes palabras que deben ser usadas para distintas ocasiones y situaciones, van de la mano porque en ellas, aunque en la una haya menor medida que en la otra, siempre existe la palabra que se usa como nexo: compromiso. Comparto tu criterio con respecto a que la fidelidad y la lealtad deben tener un límite, esto es así porque algo que al inicio pudo estar bien planteado, pero en el camino se fue desvirtuando, es mejor dejar de ser fiel a esos principios y mostrarse desleal a pesar de que al resto no le guste y nos mire mal porque no podemos dejarnos llevar por la corriente del idealismo solo porque queremos un mundo y futuro mejor, más equilibrado y justo.
Si alguien a quien se aprecia y se le es leal de pronto comienza a cambiar y "de la nada" nos invita a atracar una casa, las cosas cambian porque, aunque al inicio dijimos que sí, por las circunstancias ahora decimos que no, y eso no nos convierte en alguien que no sostiene su palabra o que tiene doble ánimo, sino todo lo contrario porque se está liberando el ser de tragedias posteriores.
Espero que tu hijo se encuentre mejor, lobo. Saludos y un abrazo para tu esposa, para ti y para la familia que los acompaña. Dios los bendiga siempre 🤗🤗