[Esp/Eng] Publicación de viernes // Friday post

Cuando estuve en Ecuador hace unos días, salí con mi pareja y mi amigo a un centro comercial porque le pedí a nuestro anfitrión que me llevara a comprar algunos recuerdos para guardarlos en la maleta. Después de realizar la compra, pensamos que sería bueno ir a tomar un tinto en el patio de comidas, sin embargo, había un problema: todas las mesas estaban copadas.

Salimos de ahí porque no estábamos con ganas de esperar mucho, entonces, fuimos a una cafetería, pero al entrar, notamos algo parecido a lo que ocurrió en el centro comercial, pues las mesas estaban copadas.

Podría en primera instancia decir que se trataba de negocios a los que les va de maravilla en sus ventas de alimentos, y puede que sí sea así porque uno forma parte de una franquicia grande (el del patio de comidas del centro comercial) y el otro local está ubicado en una zona estratégica, sin embargo, en ambos lugares, muy pocas personas en realidad estaban consumiendo algún alimento, ya que cada cliente estaba con la mirada fija en sus teléfonos o en sus portátiles.

Esto de la crisis energética en Ecuador se ha salido de control, al punto que las personas que tienen negocios relacionados con alimentos están perdiendo dinero y no pueden recuperar sus inversiones no solo porque necesitan de la luz para poder mantener sus productos en refrigeración, sino porque ahora, como son zonas con wifi libre, con internet gratis, muchos aprovechan de esto para realizar sus trabajos en esos establecimientos sin pagar por el consumo ni siquiera de una bebida y menos del internet gratis.

El internet de esos lugares es gratis para clientes mientras están en el establecimiento, pero las personas han convertido a estos sitios en sus zonas de trabajo, y hasta de distracción porque como no tienen luz en sus casas, entonces buscan la manera de ir a un sitio que les brinde lo que su residencia no.

Es grave por donde se lo mire, ya que los dueños de estos locales tienen que pagar por el generador de luz que han comprado, tienen que pagar internet, tienen que pagar los productos, tienen que pagar arriendo, tienen que pagar empleados, tienen que pagar y así, por lógica tienen que ganar para sacar su inversión, pero pierden clientes por individuos que se han transformado, sin ofender, en parásitos o sanguijuelas de la situación.

El precio de una taza de café no compensa todas las horas que estas personas pasan en esos lugares quitándole el puesto a otros y también dinero a los dueños, es una práctica muy frecuente por estos días en Ecuador, según dice mi compañero. Sería fácil decir: "bueno, y por qué no los sacan de ahí?", los dueños no lo hacen porque tienen miedo a malas calificaciones en páginas web de turismo urbano y hotelería, también porque tienen miedo injustificado, creo yo, a pensar que como el cliente siempre debe tener la razón, entonces que haga lo que quiera, pero en realidad no es así.

Muchos han optado por quitar el internet gratis de sus locales y creo que es lo mejor porque si igual las personas no van a entrar a consumir más que un café o una gaseosa y van a pasar horas y horas aprovechándose del internet, entonces que entren quienes sí van a pagar por ese café o gaseosa y después de terminar lo que pidieron irse para dejar el espacio libre y que así alguien más llegue a sentarse a realizar otro pedido.

Reflexionar sobre el abuso de tiempo en locales comerciales es adentrarse en un dilema que todos conocemos: aprovechar la comodidad de un espacio sin pagar realmente por el valor de estar allí. Quizás sea fácil no verlo, pero cada mesa ocupada en un café sin una intención de consumir es una venta que se pierde, un cliente que se va o un trabajador que siente la presión de lidiar con alguien que ya no aporta al flujo del negocio.

Es cierto que los cafés y restaurantes ofrecen un lugar acogedor, diseñado para que te sientas como en casa, con una música suave y un aroma que envuelve, pero el hecho de que se nos ofrezca esta hospitalidad no significa que sea gratis. Quienes trabajan y gestionan estos locales dependen de una rotación constante de clientes que paguen por más que una sola taza de café, y cada cliente cuenta, además, en tiempos difíciles para la economía y la crisis que pasa por estos momentos el Ecuador, cada venta es vital para mantener el negocio y pagar salarios.

Quizá la verdadera reflexión aquí sea un recordatorio de la empatía y la reciprocidad. Ser conscientes de que, aunque disfrutamos de un espacio, también tenemos el deber de contribuir a su sostenibilidad, debemos, como clientes, encontrar el balance entre disfrutar y ser justos, entre compartir y valorar, entre ocupar un espacio y entender que otros también lo necesitan, así, al final del día, la clave está en apreciar el servicio que se nos da y recordar que la mejor forma de agradecerlo es ayudando a que ese espacio también pueda sobrevivir y prosperar para el disfrute de todos.

La "viveza criolla" son términos que mi amigo dice que se usan mucho en Ecuador, que se trata de un fenómeno difícil de explicar sin un dejo de resignación y, a veces, hasta de complicidad. Se trata de una forma peculiar en que algunas personas encuentran la manera de evadir normas o hacer trampa en el sistema, con la esperanza de obtener una ventaja personal, esto parece una actitud inocente, casi una broma, pero sus consecuencias son profundas, y van más allá del simple hecho de "aprovecharse de una situación"... en Colombia llamamos "sapos" y "sapas" a este tipo de personas con tal comportamiento abusivo.

Esta viveza, disfrazada de ingenio, suele justificarse como una especie de respuesta a la adversidad, una supuesta astucia para “salir adelante”, en una realidad que a veces parece tener las cartas en contra, sin embargo, la viveza criolla no es solo una travesura inofensiva, sino una manifestación de una mentalidad que puede fracturar la confianza entre la gente y minar los valores que sostienen la convivencia. Este comportamiento de engaño sin mayor remordimiento, es una falacia porque creen que quien "sabe vivir" es quien puede sacar provecho de cualquier hueco que encuentre en las reglas.

Parece que, en ese afán de ser "el más vivo", lo que se pierde es la empatía, la disposición a construir desde la honestidad. Lo triste es que, aunque el beneficio personal puede ser inmediato, el precio a pagar como sociedad es mucho más alto porque creo que nos volvemos menos confiables, menos solidarios, y, en el fondo, menos humanos.

Esta fue una publicación de viernes.

Gracias por pasarse a leer un rato, amigas, amigos, amigues de Blurt.

Que tengan un excelente día y que Dios los bendiga grandemente.

Saludines, camaradas blurtinenses!!