[Esp/Eng] Publicación de martes // Tuesday post

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Martes, 8 de octubre, 2024.

El camino hacia la recuperación de una adicción es un camino con piedras muy afiladas, muy caro, difícil y a veces no tiene los resultados correctos porque muchos pierden la batalla antes incluso de haberse rendido. No tengo un familiar directo que pase por esta situación tan agobiante, pero por experiencia en el trabajo y por mi vecina (caso que les conté recientemente) sé que es uno de los caminos más difíciles que una persona puede recorrer, sea porque fue obligada, por presiones de pertenencia, por curiosidad, o porque fue su decisión libre y voluntaria.

A menudo, empieza con una sensación de desesperanza, cuando el control sobre la vida parece haberse perdido y las decisiones se ven dominadas por la sustancia o el comportamiento adictivo. En ese punto, reconocer que se necesita ayuda es el primer y quizá el paso más doloroso, el admitir la vulnerabilidad y aceptar que hay un problema no es fácil, ya que muchas veces la adicción está acompañada de vergüenza, culpa y el miedo al juicio de los demás.

A lo largo del proceso la persona debe enfrentarse a sus propios demonios internos pues la adicción, más allá de la dependencia física, suele ser un refugio para escapar de emociones, traumas o vacíos. Dejar atrás ese mecanismo de escape significa confrontar lo que se ha estado evitando durante tanto tiempo y es en este enfrentamiento en donde el dolor se hace presente. Los días se vuelven una lucha constante entre resistir la tentación y caer en viejos hábitos, muchas veces, este proceso viene acompañado de recaídas que pueden hacer sentir que todo el esfuerzo ha sido en vano.

Con cada recaída también se aprende algo nuevo, y con cada paso hacia adelante, por pequeño que sea, se avanza en la dirección correcta. El apoyo emocional de quienes rodean a la persona es fundamental, así como la recuperación que debe ser un camino que se recorre en solitario porque se debe contar con una red de apoyo que puede marcar la diferencia incluso entre la vida y la muerte. Es en esos momentos de debilidad cuando el amor y la comprensión de los seres queridos se vuelven la chispa que mantiene la esperanza viva.

El proceso de recuperación también implica redescubrirse. Después de años de vivir bajo el yugo de la adicción muchas personas sienten que han perdido su identidad. Recuperarse significa aprender nuevamente a vivir, a disfrutar de los pequeños placeres sin la necesidad de recurrir a una sustancia o comportamiento, entonces se trata de una reconstrucción que lleva tiempo, paciencia y sobre todo, aceptarse a sí mismo para ganar estima.

El camino de la recuperación es un proceso de altos y bajos, de pequeñas victorias y derrotas temporales, pero cada paso dado hacia la sanación es un recordatorio de la fortaleza interior que muchas veces desconocemos que tenemos. La recuperación es una batalla diaria, pero es una batalla que vale la pena luchar, porque al final, la libertad personal y la paz interna no tienen precio.

Sin embargo, hay una acción que desequilibra la balanza en el proceso a la sanidad total de las personas con un tipo de adicción y es el maltrato: un sufrimiento más a la montaña de problemas físicos y emocionales a los que deben enfrentarse día a día. Digo esto porque me puse a ver el programa Séptimo Día y dejaré el link de un resumen del reportaje completo:

Es inconcebible, pero real que exista el maltrato en sitios en donde se supone lo que debe existir es apoyo total. Es difícil imaginar que en el momento en el que más comprensión necesitan, estas personas se encuentren con la hostilidad, la humillación o incluso el rechazo. Este maltrato, que muchas veces se esconde tras la fachada de "ayuda" o "disciplina", deja cicatrices profundas que pueden obstaculizar gravemente su proceso de recuperación.

En algunos centros de desintoxicación la situación es particularmente angustiante. Lugares que deberían ser refugios seguros para quienes buscan escapar del ciclo de la adicción, a veces se convierten en espacios de represión y abuso. En lugar de tratar la adicción como lo que es —una enfermedad compleja que requiere empatía y tratamiento especializado—, algunos centros aplican métodos duros que deshumanizan a los pacientes. Las humillaciones, la falta de respeto a la dignidad humana, e incluso el abuso físico, sexual o psicológico son un triste recordatorio de lo mal que se pueden manejar estas situaciones, y de lo mal que como humanos nos estamos comportando.

Este tipo de maltrato no solo es contraproducente, sino que puede exacerbar la sensación de desesperanza y culpa que de por sí quienes sufren de una adicción ya cargan. A menudo, el trato severo se justifica bajo la idea de que "es por su bien", pero ¿cómo puede alguien sanar en un ambiente en donde su humanidad es negada, en donde es tratado como menos que un ser humano?

Sé que el maltrato no solo es el común denominador de los centros de adicción, en donde las personas sufren y también sus familiares, sé que existe otro tipo de maltrato, uno que viene de aquellos que deberían estar más cerca: los familiares. No es raro que los seres queridos, agobiados por la impotencia, el desgaste y el sufrimiento que la adicción causa respondan con enojo, rechazo o incluso violencia porque reciben violencia y a veces actúan en legítima defensa debido a que quienes están bajo los efectos de sustancias psicotrópicas o altas dosis de alcohol suelen perder la noción y la agresividad es una de las características que los sostiene en esos momentos de confusión, aunque no por esto dejen de ser culpables si han cometido algún crimen.

Para la familia ver a un ser querido consumido por la adicción puede ser devastador, pero en lugar de ser fuente de consuelo, el hogar de muchos a veces se convierte en un espacio de recriminaciones, insultos y juicios implacables que hacen que la persona que sufre de una adicción vuelva a recaer con más fuerza si está en proceso de curación. A veces quien carga con el problema de adicción se convierte en el chivo expiatorio de todo el sufrimiento familiar, y ya vulnerado en todos los aspectos de su vida, termina por cargar el peso del dolor de los demás, lo cual lo hunde más.

Es difícil juzgar a los familiares cuando también están heridos, pero el maltrato nunca puede ser la solución. La falta de comprensión sobre la naturaleza de la adicción lleva a la creencia de que castigar o avergonzar a alguien lo obligará a "despertar" o a cambiar, pero la realidad es que, en muchos casos lo único que hace es hundir más a la persona en el pozo del aislamiento, el odio hacia sí mismo, y la desesperanza.

En ambos casos, tanto en centros de desintoxicación como en el seno familiar, lo que falta es empatía, una empatía que no sea sinónimo de excusar la adicción, sino entender que detrás de cada comportamiento destructivo hay una historia, un dolor no resuelto, una necesidad de atención y cuidado. Aunque se necesita de carácter, de tiemple y voluntad inquebrantable por parte de los que atienden a estas personas, la recuperación no se logra con castigos ni con maltratos; se logra con comprensión, con un acompañamiento respetuoso, con paciencia y con el reconocimiento de que el camino hacia la sanación es difícil, pero no imposible.

El maltrato solo añade una capa más de sufrimiento a una situación ya de por sí dolorosa. Personas que pasan por este gran bache que los desgasta día a día necesitan es ser tratados con dignidad, con la misma compasión que cualquiera de nosotros esperaría si estuviéramos en una situación de vulnerabilidad extrema.

Esta fue una publicación de martes.

Gracias por pasarse a leer un rato, amigas, amigos, amigues de Blurt.

Que tengan un excelente día y que Dios los bendiga grandemente.

Saludines, camaradas blurtinenses!!

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Tuesday, october 8th, 2024.

The road to recovery from addiction is a very steep, expensive, difficult road, and sometimes it doesn't have the right results because many lose the battle before even giving up. I don't have a direct family member who has gone through this overwhelming situation, but from experience at work and from my neighbor (a case I recently told you about) I know that it is one of the most difficult paths a person can take, whether because they were forced, because of pressures to belong, out of curiosity, or because it was their free and voluntary decision.

It often begins with a feeling of hopelessness, when control over life seems to have been lost and decisions are dominated by the substance or addictive behavior. At that point, recognizing that help is needed is the first and perhaps the most painful step. Admitting vulnerability and accepting that there is a problem is not easy, since addiction is often accompanied by shame, guilt, and fear of judgment from others.

Throughout the process, the person must face their own internal demons, because addiction, beyond physical dependence, is often a refuge to escape from emotions, traumas or emptiness. Leaving behind this escape mechanism means confronting what has been avoided for so long and it is in this confrontation where the pain becomes present. The days become a constant struggle between resisting temptation and falling into old habits. Many times, this process is accompanied by relapses that can make you feel that all your efforts have been in vain.

With each relapse, you also learn something new, and with each step forward, however small, you move in the right direction. The emotional support of those around the person is essential, as well as recovery, which must be a path that is traveled alone because you must have a support network that can make the difference even between life and death. It is in these moments of weakness when the love and understanding of loved ones become the spark that keeps hope alive.

The recovery process also involves rediscovering yourself. After years of living under the yoke of addiction, many people feel that they have lost their identity. Recovery means learning to live again, to enjoy the small pleasures without the need to resort to a substance or behavior, so it is a reconstruction that takes time, patience and above all, accepting oneself to gain self-esteem.

The road to recovery is a process of ups and downs, of small victories and temporary defeats, but each step taken towards healing is a reminder of the inner strength that we often don't know we have. Recovery is a daily battle, but it is a battle worth fighting, because in the end, personal freedom and inner peace are priceless.

However, there is one action that unbalances the scale in the process of total healing for people with a type of addiction and that is abuse: one more suffering on top of the mountain of physical and emotional problems that they must face every day. I say this because I started watching the program Séptimo Día and I will leave the link to a summary of the full report:

It is inconceivable, but real, that abuse exists in places where total support is supposed to exist. It is difficult to imagine that at the moment when they need understanding the most, these people are met with hostility, humiliation or even rejection. This abuse, which is often hidden behind the facade of "help" or "discipline", leaves deep scars that can seriously hinder their recovery process.

In some detox centers the situation is particularly distressing. Places that should be safe havens for those seeking to escape the cycle of addiction sometimes become spaces of repression and abuse. Instead of treating addiction as what it is - a complex disease that requires empathy and specialized treatment - some centers apply harsh methods that dehumanize patients. Humiliation, lack of respect for human dignity, and even physical, sexual or psychological abuse are a sad reminder of how poorly these situations can be handled, and how badly we as humans are behaving.

Not only is this kind of mistreatment counterproductive, it can exacerbate the sense of hopelessness and guilt that those suffering from addiction already carry. Harsh treatment is often justified by the idea that "it's for their own good," but how can someone heal in an environment where their humanity is denied, where they are treated as less than human?

I know that abuse is not only the common denominator in addiction centers, where people suffer and so do their families. I know that there is another type of abuse, one that comes from those who should be closest: family members. It is not unusual for loved ones, overwhelmed by the helplessness, exhaustion and suffering that addiction causes, to respond with anger, rejection or even violence because they receive violence and sometimes act in self-defense because those who are under the effects of psychotropic substances or high doses of alcohol often lose consciousness and aggressiveness is one of the characteristics that sustains them in those moments of confusion, although this does not mean that they are no longer guilty if they have committed a crime.

For the family, seeing a loved one consumed by addiction can be devastating, but instead of being a source of comfort, the home of many sometimes becomes a space of recriminations, insults and relentless judgments that cause the person suffering from an addiction to relapse even more strongly if they are in the process of healing. Sometimes the person who is burdened with the addiction problem becomes the scapegoat for all the family's suffering, and already violated in all aspects of his life, he ends up carrying the weight of the pain of others, which sinks him further.

It is difficult to judge family members when they are also hurt, but abuse can never be the solution. The lack of understanding about the nature of addiction leads to the belief that punishing or shaming someone will force them to "wake up" or change, but the reality is that, in many cases, all it does is sink the person further into the pit of isolation, self-hatred, and hopelessness.

In both cases, both in detoxification centers and within the family, what is lacking is empathy, an empathy that is not synonymous with excusing the addiction, but rather understanding that behind every destructive behavior there is a story, an unresolved pain, a need for attention and care. Although it takes character, courage and an unbreakable will on the part of those who care for these people, recovery is not achieved through punishment or abuse; it is achieved through understanding, respectful accompaniment, patience and the recognition that the path to healing is difficult, but not impossible.

Abuse only adds another layer of suffering to an already painful situation. People who go through this great ordeal that wears them down day by day need to be treated with dignity, with the same compassion that any of us would expect if we were in a situation of extreme vulnerability.

This was a tuesday post.

Thanks for stopping by to read for a while, Blurt friends.

Have a great day and may God bless you greatly.

Regards, comrades blurtarians!!

Translation: Deepl.com

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