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Jueves, 14 de noviembre, 2024.
Policarpa Salvatierra Ríos nació en 1795 en la pequeña localidad de Guaduas, un pueblo de la actual Colombia, en un periodo marcado por tensiones sociales y el surgimiento de movimientos independentistas en América Latina, incluso en Colombia, a mediados de septiembre del año 2010, se realizó una telenovela llamada La Pola que contaba la historia de esta mujer y sí, tuvo su éxito en la televisión nacional.
Los primeros años de esta joven fueron testigos de los estragos que dejó una epidemia de viruela, que se llevó la vida de sus padres y dejó a Policarpa y sus hermanos huérfanos cuando ella era aún muy joven, fue entonces cuando se trasladó a vivir a Bogotá con sus hermanos mayores, enfrentando una nueva realidad en la que la desigualdad y las injusticias de la monarquía española eran evidentes.
A medida que crecía, Policarpa mostró un gran interés por la política y una sensibilidad especial hacia los ideales de libertad e igualdad. A pesar de las restricciones que las mujeres de su época enfrentaban, Policarpa empezó a involucrarse en las redes independentistas, convencida de que los pueblos de la Nueva Granada, como se llamaba entonces al territorio colombiano, merecían un destino sin la opresión extranjera. Su belleza y astucia le sirvieron de escudo en una sociedad en la que las mujeres eran vistas como seres subordinados, pues aprovechó estos recursos para infiltrarse en círculos monárquicos y obtener información valiosa sobre los movimientos y planes del ejército español.
Gracias a su valentía, Policarpa se convirtió en espía para los patriotas, recopilando información de suma importancia en sus visitas a hogares de oficiales realistas donde trabajaba como costurera. Con el nombre de "La Pola," asumió riesgos significativos al llevar mensajes y coordinar las actividades de la resistencia. Su habilidad para persuadir, su agudeza para analizar situaciones peligrosas y su coraje para enfrentarlas, la convirtieron en una figura clave dentro de los círculos rebeldes de Bogotá. A través de su labor, logró reclutar a varios jóvenes para el ejército independentista, sirviendo como líder y símbolo de resistencia ante la opresión.
Sin embargo, su actividad revolucionaria no pasó desapercibida, ya que por el año de 1817, los españoles intensificaron sus esfuerzos para sofocar el movimiento patriota, y Policarpa fue finalmente descubierta y capturada en Bogotá junto con varios otros patriotas. Su arresto fue una prueba de fortaleza, pues aún en la cárcel mantuvo su espíritu desafiante, negándose a traicionar a sus compañeros de lucha y defendiendo con dignidad sus ideales hasta el último momento.
El 14 de noviembre del mismo año en que fue arrestada, con apenas 22 años, Policarpa Salvatierra fue llevada a la Plaza Mayor de Bogotá, donde enfrentó su ejecución junto a otros compañeros con los mismos ideales. Antes de ser fusilada, pronunció unas palabras de desafío a las autoridades, dejando claro que su sacrificio no sería en vano y que los ideales por los que ella y sus compañeros lucharon continuarían vivos. Su muerte enardeció los corazones de muchos que compartían su sueño, convirtiéndose en una mártir de la independencia y en un símbolo de lucha contra la tiranía. Su memoria se preservó a través de la tradición oral, las canciones y, con el tiempo, en los registros históricos de una Colombia que recordaría su entrega y su valentía.
La importancia de Policarpa Salvatierra en la historia de Colombia reside en su rol como símbolo de la resistencia y su contribución a la causa independentista. En un momento en el que las mujeres tenían poco o ningún acceso a los espacios de poder, Policarpa se levantó como un emblema de lucha, representando no solo el coraje de los patriotas, sino también la capacidad de las mujeres para cambiar el curso de la historia.
Hoy es recordada como una de las heroínas nacionales de Colombia, y cada 14 de noviembre se celebra el Día de la Mujer Colombiana en su honor. Policarpa, "La Pola," no solo dejó un legado de valentía y sacrificio, sino que también marcó el inicio de una larga historia de mujeres colombianas comprometidas con la justicia, la libertad y la construcción de un país independiente.
Leyendo su historia, sé que la mujer en la sociedad actual representa una fuerza transformadora que desafía constantemente las estructuras que alguna vez la limitaron. Hoy, la presencia femenina se extiende a todos los ámbitos: desde la ciencia, la política y la economía hasta el arte, la tecnología y el liderazgo comunitario. Ser mujer en el mundo de hoy significa enfrentarse a retos históricos mientras se construye un camino que es, al mismo tiempo, personal y colectivo, una lucha que toma en cuenta las luchas del pasado sin dejar de mirar hacia un futuro en el que, finalmente, podamos habitar con libertad y dignidad.
En Colombia, como en muchas partes del mundo, las mujeres hemos asumido la responsabilidad de ser voces activas en temas de justicia social, equidad y derechos humanos. Hemos roto con estereotipos que limitaban nuestro potencial y nos comprometimos a defender el derecho a ser reconocidas en toda nuestra complejidad. Ser mujer en un país como el nuestro es también una expresión de resistencia, es plantarse con firmeza frente a la historia, sabiendo que en nuestros cuerpos y nuestras voces habita la memoria de aquellas que, como Policarpa Salvatierra, entregaron sus vidas para construir un mejor lugar para todos.
Es imposible ignorar los desafíos que aún enfrentamos como sociedad femenina, aunque las leyes han avanzado y nos otorgan derechos, hay un espacio invisible que sigue siendo difícil de atravesar porque todavía somos víctimas de acoso en los trabajos, en los centros de estudio, en el sistema de transporte, en muchos lugares, incluso aquellos medios televisados en donde creen que la mujer colombiana es simplemente una chica prepago, es una pasa drogas que vende su cuerpo a la mafia por lujos, que solo servimos para el concurso de Miss Universo y para las cirugías..., es increíble cómo esa violencia de género, las disparidades salariales, los prejuicios sociales y las cargas que ejercen su poder desde las sombras recaen sobre nosotras son recordatorios de que el camino hacia la igualdad es largo y sinuoso porque enfrentamos el reto de romper el silencio, de educar a una sociedad en la que las mujeres aún son vistas bajo la sombra de estereotipos y limitaciones.
Es en esta encrucijada donde ser mujer se convierte en un acto de valentía y de esperanza. Hoy, ser una ciudadana colombiana, una mujer, una persona que cree en la libertad y la igualdad, significa asumir una responsabilidad profunda: inspirar y alentar a otras mujeres a levantarse y a luchar por sus sueños personales, familiares, comunitarios e incluso nacionales. Sabemos que el cambio no ocurre de la noche a la mañana, pero hemos aprendido que cada paso cuenta, que cada voz alzada transforma, que cada logro alcanzado, por pequeño que parezca, abre el camino para muchas más.
La libertad no es un concepto que se recibe sin esfuerzo, es una construcción que implica compromiso, que exige coherencia, y que se materializa solo cuando cada mujer en nuestra sociedad puede caminar sin temor, hablar sin limitaciones y elegir su destino sin restricciones. Las mujeres de hoy estamos creando un nuevo paradigma que abarca tanto el espacio privado como el público, desde nuestras familias hasta nuestras comunidades, y en cada rincón de nuestra sociedad. Somos mujeres con sueños, con voz y con la determinación de cambiar el mundo.
Así como en otros tiempos hubo mujeres valientes que se atrevieron a desafiar las normas de su época, hoy sabemos que nuestro papel es transformar la realidad, dignificarla y llenarla de oportunidades para todas. Aún queda mucho por hacer, pero la certeza de que avanzamos juntas es una fuerza poderosa, pero en nuestra lucha por la igualdad, en nuestro derecho a la educación, al respeto y a la dignidad, somos mujeres que honramos la memoria de aquellas que vinieron antes y preparamos el camino para quienes vendrán después.
Esta fue una publicación de jueves.
Gracias por pasarse a leer un rato, amigas, amigos, amigues de Blurt.
Que tengan un excelente día y que Dios los bendiga grandemente.
Saludines, camaradas blurtinenses!!
Thursday, november 14th, 2024.
Policarpa Salvatierra Ríos was born in 1795 in the small town of Guaduas, a town in present-day Colombia, in a period marked by social tensions and the rise of independence movements in Latin America, even in Colombia, in mid-September 2010, a soap opera called La Pola was made that told the story of this woman and yes, it was successful on national television.
The early years of this young woman witnessed the ravages left by a smallpox epidemic, which took the lives of her parents and left Policarpa and her siblings orphaned when she was still very young. It was then that she moved to live in Bogotá with her older brothers, facing a new reality in which the inequality and injustices of the Spanish monarchy were evident.
As she grew older, Policarpa showed a keen interest in politics and a special sensitivity towards the ideals of freedom and equality. Despite the restrictions that women of her time faced, Policarpa began to get involved in pro-independence networks, convinced that the people of New Granada, as the Colombian territory was then called, deserved a destiny free from foreign oppression. Her beauty and cunning served as a shield for her in a society in which women were seen as subordinate beings, as she took advantage of these resources to infiltrate monarchical circles and obtain valuable information about the movements and plans of the Spanish army.
Thanks to her bravery, Policarpa became a spy for the patriots, gathering vital information during her visits to the homes of royalist officers where she worked as a seamstress. Under the name "La Pola," she took significant risks in carrying messages and coordinating resistance activities. Her ability to persuade, her keenness in analyzing dangerous situations, and her courage in confronting them made her a key figure within the rebel circles of Bogotá. Through her work, she managed to recruit several young men for the independence army, serving as a leader and symbol of resistance to oppression.
However, her revolutionary activity did not go unnoticed, since by 1817, the Spanish intensified their efforts to suppress the patriot movement, and Policarpa was finally discovered and captured in Bogotá along with several other patriots. Her arrest was a test of strength, because even in prison she maintained her defiant spirit, refusing to betray her fellow fighters and defending her ideals with dignity until the last moment.
On November 14 of the same year she was arrested, at just 22 years old, Policarpa Salvatierra was taken to the Plaza Mayor in Bogotá, where she faced execution along with other comrades with the same ideals. Before being shot, she spoke a few words of defiance to the authorities, making it clear that her sacrifice would not be in vain and that the ideals for which she and her companions fought would live on. Her death touched the hearts of many who shared her dream, becoming a martyr of independence and a symbol of the fight against tyranny. Her memory was preserved through oral tradition, songs and, over time, in the historical records of a Colombia that would remember her dedication and her courage.
The importance of Policarpa Salvatierra in the history of Colombia lies in her role as a symbol of resistance and her contribution to the independence cause. At a time when women had little or no access to spaces of power, Policarpa rose as an emblem of struggle, representing not only the courage of patriots, but also the ability of women to change the course of history.
Today she is remembered as one of Colombia's national heroines, and every November 14, Colombian Women's Day is celebrated in her honor. Policarpa, "La Pola," not only left a legacy of courage and sacrifice, but also marked the beginning of a long history of Colombian women committed to justice, freedom, and the construction of an independent country.
Reading her story, I know that women in today's society represent a transformative force that constantly challenges the structures that once limited them. Today, the female presence extends to all areas: from science, politics, and economics to art, technology, and community leadership. Being a woman in today's world means facing historical challenges while building a path that is, at the same time, personal and collective, a struggle that takes into account the struggles of the past while looking toward a future in which, finally, we can live with freedom and dignity.
In Colombia, as in many parts of the world, women have taken on the responsibility of being active voices in matters of social justice, equity and human rights. We have broken with stereotypes that limited our potential and we have committed ourselves to defending the right to be recognized in all our complexity. Being a woman in a country like ours is also an expression of resistance, it is standing firm in the face of history, knowing that in our bodies and our voices lives the memory of those who, like Policarpa Salvatierra, gave their lives to build a better place for all.
It is impossible to ignore the challenges we still face as a female society. Although laws have advanced and grant us rights, there is an invisible space that is still difficult to cross because we are still victims of harassment at work, in schools, in the transportation system, in many places, even in televised media where they believe that the Colombian woman is simply a call girl, a drug dealer who sells her body to the mafia for luxuries, that we are only good for the Miss Universe pageant and for surgeries... It is incredible how gender violence, wage disparities, social prejudices and the burdens that exercise their power from the shadows fall on us. These are reminders that the road to equality is long and winding because we face the challenge of breaking the silence, of educating a society in which women are still seen under the shadow of stereotypes and limitations.
It is at this crossroads that being a woman becomes an act of courage and hope. Today, being a Colombian citizen, a woman, a person who believes in freedom and equality, means assuming a profound responsibility: inspiring and encouraging other women to stand up and fight for their personal, family, community and even national dreams. We know that change does not happen overnight, but we have learned that every step counts, that every voice raised transforms, that every achievement, however small it may seem, opens the way for many more.
Freedom is not a concept that is received without effort, it is a construction that implies commitment, that demands coherence, and that materializes only when every woman in our society can walk without fear, speak without limitations and choose her destiny without restrictions. Today's women are creating a new paradigm that encompasses both the private and public space, from our families to our communities, and in every corner of our society. We are women with dreams, with a voice and with the determination to change the world.
Just as in other times there were brave women who dared to challenge the norms of their time, today we know that our role is to transform reality, dignify it and fill it with opportunities for all. There is still much to do, but the certainty that we are moving forward together is a powerful force. In our fight for equality, in our right to education, respect and dignity, we are women who honor the memory of those who came before and prepare the way for those who will come after.
This was a thursday post.
Thanks for stopping by to read for a while, Blurt friends.
Have a great day and may God bless you greatly.
Regards, comrades blurtarians!!
Translation: Deepl.com