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Jueves, 7 de noviembre, 2024.
Aunque nunca me gustó y de hecho creo que jamás vi un solo capítulo, sé que Anatomía de Grey retrata la vida de quienes están a punto de graduarse de la carrera de medicina y deben realizar sus prácticas hospitalarias, creo que también encierra a todas las ciencias de la salud.
No es que sea una maravilla, según mi criterio, porque se centran en los romances más que en su vida estudiantil, sin embargo, esta serie que todavía sigue sacando a la luz nuevas temporadas, me recuerdan mi época de estudiante universitaria en la carrera de enfermería, me recuerdan días en donde a veces ni comía, aunque en clases me decían que debía siempre recomendar una dieta saludable y a las horas adecuadas, sin saltarse ninguna... no podía en muchas ocasiones cumplir con esa recomendación, y no porque no me sobrara tiempo para comer, aunque tampoco es que el tiempo lo tenía para regalar.
La vida de un estudiante promedio es complicada en muchas facetas, no importa en el país en el que se encuentres estudiando cualquier carrera, la gran mayoría de problemas se dan por falta de recursos. Recuerdo que, aunque mis padres hicieron todos los esfuerzos por pagar mi carrera, a veces era difícil para mí acceder a un almuerzo no tanto por la falta de dinero porque tenía mis ahorros y los canalizaba bastante bien en la compra de libros o material que necesitaba y me sobraba algo para comer, sino porque los lugares en donde podía comprar la comida, aunque baratos, eran de dudosa procedencia.
El día de hoy, en emergencias se presentaron cinco casos de intoxicación alimentaria, todos, de jóvenes estudiantes que comieron su almuerzo en distintos restaurantes de la zona universitaria. Me dio pesar ver su sintomatología y los comprendí porque a veces, no es que no se cuidan en la alimentación, sino que comen lo que haya y para lo que les alcance porque los sitios en donde se vende esa comida piensan que porque es barato, pueden preparar alimentos como les da la gana, sin los mínimos estándares de higiene que se necesitan para sobrevivir en los predios de las universidades.
Es triste ver a tantos jóvenes, llenos de sueños y expectativas, llegar al área de emergencias con el rostro pálido y el estómago en completo desorden, con síntomas clásicos de infecciones bacterianas y parasitarias que afectan a su sistema gastrointestinal, con vómito, con diarrea a veces sanguinolenta, con dolor intenso del abdomen. Muchos vienen solos, algunos acompañados por amigos que apenas logran mantenerse en pie de tanto correr entre clases, trabajos y responsabilidades que se les juntan. Es una realidad que la mayor causa de sus dolencias, aunque las personas ajenas a este ritmo y método de estudios en las universidades piensan que es el alcohol de fin de semana el que los hace visitar el hospital, la comida siempre aparece como el villano jamás inesperado, a pesar de que en el fondo todos sabemos que es un problema que va más allá de una simple elección del lugar en donde se alimentan.
Veo cómo el ciclo de la vida universitaria, ese que gira alrededor del rendimiento académico, los pocos recursos y la falta de tiempo, los empuja a tomar decisiones que terminan afectando su salud, es triste saber que, cuando llega la hora de comer, muchos estudiantes no tienen la posibilidad de elegir opciones seguras y nutritivas porque las cafeterías a menudo resultan demasiado caras, los comedores se ven llenos o con horarios restringidos, y entonces, como único recurso, acuden a pequeños lugares de comida callejera, donde el precio bajo resulta tentador y ahorrador porque algunos llevan solo sus pasajes en los bolsillos y sus amigos hacen vaca (vaca le llamamos en algunas partes de Colombia a un tipo de colecta que se hace con varios compañeros de clase para pagar algo entre todos) para invitarles el almuerzo o el café con algún tipo de pan.
La ironía es que lo que pareciera ser un simple sándwich o una bandeja económica a menudo viene acompañado de un cóctel de bacterias y parásitos. He visto jóvenes doblarse de dolor, contorsionarse en el incómodo espacio de la camilla por un bocado que tal vez en su momento ni disfrutaron por el afán de regresar a la próxima clase. Algunos presentan infecciones leves, otros complicaciones que se agravan y requieren hospitalización, por eso, los síntomas son, en su mayoría, predecibles porque incluyen deshidratación, pero detrás de cada uno de esos cuadros clínicos, hay una historia de apuro, de sacrificio, de estirar el presupuesto hasta donde ya no da, y sobre todo, de resignación ante una situación que ven como inevitable.
Una pensaría que en pleno siglo XXI, en la época de la información y el acceso, estos problemas serían menos frecuentes, sin embargo, la realidad muestra lo contrario. Las infecciones alimentarias en estudiantes son un reflejo de cómo la sociedad encargada y gubernamental aún no provee las condiciones mínimas para que sus jóvenes, los que serán el futuro del país, puedan desarrollarse plenamente y sin riesgos para su salud. Es un círculo que se alimenta de sí mismo: los estudiantes deben comer barato para poder pagar otros gastos, y la consecuencia es esta cadena de visitas a emergencias que sigue sin romperse.
A veces me quedo pensando en las conversaciones que escucho entre ellos cuando están ya en la camilla, esperando su turno para ser atendidos. Se ríen entre molestias, con esa valentía que tienen los jóvenes para enfrentar todo, hasta el malestar, y repiten entre bromas el dicho de que "lo barato sale caro", pero yo sé que detrás de esas palabras hay un dejo de tristeza, una resignación al saber que el ciclo se repetirá en otra oportunidad.
Ojalá hubiera un cambio. Ojalá la vida universitaria no tuviera que ser sinónimo de sacrificio en cada aspecto, incluido algo tan básico y fundamental como es la comida, algo a lo que todos tenemos derecho, pero muy pocos en el mundo tienen acceso.
Hay mentes retorcidas que piensan que la calidad cuesta... si es barato, entonces creen que pueden darle a la ciudadanía pura basura sin un mínimo de cuidado.
No es necesario poner un restaurante de Estrellas Michelín (en el que te sirvan hasta con hojas de oro) en una zona universitaria, pero por lo menos, sí deberían existir lugares que tengan normas de higiene y seguridad alimentaria básica.
Esta fue una publicación de jueves.
Gracias por pasarse a leer un rato, amigas, amigos, amigues de Blurt.
Que tengan un excelente día y que Dios los bendiga grandemente.
Saludines, camaradas blurtinenses!!
Thursday, november 7th, 2024.
Although I never liked it and in fact I don't think I ever saw a single episode, I know that Grey's Anatomy portrays the life of those who are about to graduate from medical school and must do their hospital internships, I think it also encompasses all the health sciences.
It's not that it's a wonder, in my opinion, because they focus on romances more than on their student life, however, this series that is still releasing new seasons, reminds me of my time as a university student in the nursing career, it reminds me of days where sometimes I didn't even eat, although in classes they told me that I should always recommend a healthy diet and at the right times, without skipping any... I couldn't on many occasions comply with that recommendation, and not because I didn't have time to eat, although it's not like I had time to give away either.
The life of an average student is complicated in many ways, no matter what country they are studying any career in, the vast majority of problems occur due to lack of resources. I remember that, although my parents made every effort to pay for my studies, sometimes it was difficult for me to get lunch, not so much because of the lack of money because I had my savings and I channeled them quite well into buying books or materials that I needed and I had some leftovers to eat, but because the places where I could buy food, although cheap, were of dubious origin.
Today, in the emergency room, five cases of food poisoning were reported, all of them young students who ate their lunch in different restaurants in the university area. It made me sad to see their symptoms and I understood them because sometimes, it's not that they don't take care of their diet, but that they eat whatever there is and what they can afford because the places where that food is sold think that because it's cheap, they can prepare food as they please, without the minimum standards of hygiene that are needed to survive on university premises.
It is sad to see so many young people, full of dreams and expectations, arriving at the emergency room with pale faces and a completely upset stomach, with classic symptoms of bacterial and parasitic infections that affect their gastrointestinal system, with vomiting, with sometimes bloody diarrhea, with intense abdominal pain. Many come alone, some accompanied by friends who can barely stand up from running between classes, jobs and responsibilities that pile up on them. It is a reality that the main cause of their ailments, although people who are not familiar with this pace and method of studying at universities think that it is the weekend alcohol that makes them visit the hospital, food always appears as the never-expected villain, even though deep down we all know that it is a problem that goes beyond a simple choice of where to eat.
I see how the cycle of university life, which revolves around academic performance, limited resources and lack of time, pushes them to make decisions that end up affecting their health. It is sad to know that, when it comes time to eat, many students do not have the possibility of choosing safe and nutritious options because cafeterias are often too expensive, dining halls are full or have restricted hours, and then, as their only resource, they go to small street food places, where the low price is tempting and saving because some only carry their tickets in their pockets and their friends make a cow (in some parts of Colombia, we call a cow a type of collection that is made with several classmates to pay something between everyone) to invite them to lunch or coffee with some kind of bread.
The irony is that what seems to be a simple sandwich or an inexpensive tray often comes accompanied by a cocktail of bacteria and parasites. I have seen young people double over in pain, writhing in the uncomfortable space of the stretcher for a bite that they may not have even enjoyed at the time in their eagerness to return to the next class. Some have mild infections, others complications that worsen and require hospitalization, so the symptoms are mostly predictable because they include dehydration, but behind each of these clinical pictures, there is a story of haste, of sacrifice, of stretching the budget to where it no longer allows, and above all, of resignation to a situation that they see as inevitable.
One would think that in the 21st century, in the age of information and access, these problems would be less frequent, however, reality shows the opposite. Food infections in students are a reflection of how the society in charge and government still does not provide the minimum conditions so that its young people, who will be the future of the country, can develop fully and without risks to their health. It is a self-sustaining cycle: students must eat cheaply to be able to pay other expenses, and the consequence is this chain of emergency room visits that continues unbroken.
Sometimes I think about the conversations I hear between them when they are already on the stretcher, waiting their turn to be treated. They laugh in annoyance, with the courage that young people have to face everything, even discomfort, and they repeat jokingly the saying that "cheap is expensive," but I know that behind those words there is a hint of sadness, a resignation knowing that the cycle will repeat itself another time.
I wish there was a change. I wish university life did not have to be synonymous with sacrifice in every aspect, including something as basic and fundamental as food, something to which we all have a right, but very few in the world have access.
There are twisted minds that think that quality costs... if it is cheap, then they think they can give the citizens pure garbage without a minimum of care.
It is not necessary to put a Michelin-starred restaurant (where they serve you with gold leaf) in a university area, but at least there should be places that have basic hygiene and food safety standards.
This was a thursday post.
Thanks for stopping by to read for a while, Blurt friends.
Have a great day and may God bless you greatly.
Regards, comrades blurtarians!!
Translation: Deepl.com
Tu escrito me recuerda gratamente a esa época en donde también nos convertimos en administradores de los recursos que teníamos, que por regla general y tradición, eran limitados. Es cierto, nos descuidamos mucho porque a veces no priorizamos las cosas.
Recuerdo que una vez estaba tan apurado que salí a comer en un sitio nada recomendable, lo hice porque quedaba más cerca del hospital en donde estaba haciendo mis prácticas de post grado, no tomé el autobús para ir al restaurante de siempre, me confié, pero esta confianza terminó mal, Hilary, porque me dio una infección intestinal terrible, estuve fuera de la universidad casi una semana... aprendí la lección porque no me costaba nada tomar un autobús o un taxi que me dejara en la puerta del sitio predilecto para comer, además, tenía tiempo en esa ocasión.
Es cierto, no existe una normativa que ponga control a la preparación de los alimentos en restaurantes cercanos a los predios universitarios, puede que los pongan a precios módicos para que los estudiantes puedan costearse un almuerzo, pero eso no quiere decir que tenga que estar en pésimas condiciones de salubridad, sin un mínimo de seguridad alimentaria. La calidad no debería ser sinónimo de altos costos, sino de equilibrio, de justicia y sobre todo de sensatez... no porque algo sea barato tiene que a la final que ser caro, es la realidad en la mayoría de casos, pero creo que en cuanto a la comida y las medicinas, tanto en sistemas con precios de promoción, precios cómodos, precios para el pueblo, como en sistemas con precios elevados, precios para la realeza o actores de cine, debe ser igual.
Gracias por tu escrito, por los recuerdos que me trajiste a la memoria de mis tiempos universitarios, Hilary. Saludos y un abrazo para ti, para tus padres, para tu pareja.
Bendiciones.
Hola Hilary amiga linda, esa serie nunca la he visto a pesar de que es exitosa...
Con relación al tema, es cierto, cuando se es estudiante y no solo universitario, sino desde preescolar, el asunto de la alimentación es un tema importante que los gobiernos deberían asumir como prioridad.
Por qué un privado de libertad (un preso) que cometió crímenes recibe alimentación en las cárceles de manera gratuita, por qué entonces los estudiantes que levantaran al país con trabajo honrado no son beneficiados también con alimentación gratuita de calidad en el proceso de sus años de estudio.
Es en esa epoca en el que los gobiernos deben velar por el bienestar y sobre todo por la salud de sus ciudadanos en etapa estudiantil para que tengan la tranquilidad y que así puedan estudiar y prepararse académicamente para contribuir al crecimiento económico, social y moral del país.
Aquí también se utiliza la palabra vaca para hacer una colecta por lo general de dinero jajaja.
En Venezuela existen los comedores estudiantiles desde todos los niveles, pero solo para los colegios y universidades públicas, es decir, del estado.
Excelente escrito amiga linda, te envío un gran abrazo y bendiciones miles para ti y tus afectos
Por esa razón que comentas en tu escrito (y por muchas más que incluyen las de índole religiosa), es que mis padres me aconsejaron no comprar alimentos en sitios cercanos a la universidad. Ellos sabían que iba a pasar gran parte del tiempo sumergida en los predios del saber, por eso, me dieron la idea de llevar la comida desde casa cuando de acuerdo a mi horario no podía regresar a comer, entonces, como soy amante a disfrutar del anime y leer manga, vi en varias de esas creaciones audiovisuales y literarias, un tipo de lonchera a la que ellos llaman bentō.
Mis compañeros se burlaban, pero, aunque el dicho dice que quien ríe al último ríe mejor, yo no lo hacía cuando algunos de ellos terminaban en el hospital por una intoxicación alimentaria. Nunca me enfermé con algún tipo de parasitosis o enfermedad bacteriana que ataca al sistema digestivo, justamente porque yo seguí el consejo de mis padres. Ahora, por lo que veía a diario en mis compañeros de clase, muchas veces también estaba en la manera en que tenían para comer porque había lugares cercanos a la universidad que ofrecían almuerzos completos saludables, de precios cómodos y limpios, sin embargo, ellos se metían a sitios poco higiénicos debido a que la comida chatarra era más adictiva a sus paladares.
En definitiva, el asunto de la comida universitaria es un tema de equilibrio, en donde, por supuesto que el gobierno debe estar a cargo con planes para comida barata y leyes de control que presionen a los establecimientos para que manejen estándares de calidad y limpieza en la preparación de esa comida barata..., pero también la responsabilidad radica en nosotros mismos, si vemos que el aceite se recicla una y otra vez al punto de ponerse del color del carbón, es lógico que ese no es un buen lugar para disfrutar de patatas fritas, si vemos que el pollo no está refrigerado y se rompe la cadena de frío, no es el mejor lugar para comer una parrillada... el gusto sobrepasa al sentido común y al cuidado, aparte de que lo caro también puede salir caro porque han existido intoxicaciones alimentarias en restaurantes de alta cocina... raro, pero pasa.
Muchas gracias por tu escrito, Hilary, muy bueno, concientizador y sobre todo, creo que también me trajiste muchos recuerdos de mi comida en la simulación de bentō que tenía.
Un abrazote para ti, para tus padres, para tu pareja.
Bendiciones miles.
Hola Hila, 🦊
No me extenderé mucho porque te cuento que cuando era student en la university un compañero se enfermó por comer un postre con nueces a tal punto que se le cerraron las vías respiratorias y casi muere. Mi amigo les avisó con anticipación a los del restaurant que era alérgico a la nuez pero al parecer a estas personas poco les importo, pero eso sí, una vez mi amigo se recuperó los denunció con pruebas ante la ley, eso se formó un grave problema al punto que sancionaron al local cerrándolo por tres meses... Imagínate el susto tan fuerte que nos hizo pasar a todos los que te estábamos en la mesa y luego cuando le avisamos a sus familiares que fueron al hospital... Si que fue una mala experiencia y todo porque queríamos ahorrarnos un poco de diners.
Si entiendo perfectamente tu escrito, solo esperamos que las personas tanto los que prestan el servicio de comidas por zonas de entidades públicas como los clientes se concienticen y tomen las medidas necesarias para que no haya problemas en el futuro. Aunque hay personas que les importa un bledo su salud y la del resto ya que siguen prestando un servicio de mala calidad.
Muy bueno tu escrito, gracias por compartirnos tu experiencia.
Saludos para ti y tu family.
Chau.
🐺🐺🐺🐺🐺