[Esp/Eng] Publicación de domigo // Sunday post

Tengo que reconocer que esto de los cortes de energía se debe en parte a una mala administración por parte de los gobiernos de turno porque solo entran a robar en vez de cumplir con cada una de las ofertas de campaña que prometieron a quienes les dieron el voto. No lo defiendo, pero tampoco culpo al mandatario actual del Ecuador, porque este problema del racionamiento y los problemas con las hidroeléctricas se ha dado incluso desde antes de que él nazca.

Todos los gobiernos de turno han estado esperanzados en que siempre llueva en los sitios en donde se construyeron las hidroeléctricas, pero han sido necios y muy irresponsables porque también han estado conscientes que los problemas climáticos están interfiriendo en el normal cambio de las estaciones. Los gobiernos de turno no han trabajado en nuevas maneras de obtener energía renovada, limpia y garantizada para los ciudadanos, tampoco han hecho mantenimiento a las centrales construidas y cada mandato se ha lavado las manos sin hacer nada para luego simplemente tirar la culpa a los demás.

Hay otras maneras de controlar la situación, pero siempre sufre el pueblo porque la solución que dan es que quienes deseen se compren generadores eléctricos, algo que no está al alcance de todos por la gasolina que deben adquirir. Muchos se quejan de no poder producir, de no poder trabajar en paz, de perder producción hasta en el sector turístico y ninguna autoridad responde con acciones, solo con la misma respuesta, algo parecido a estas palabras: "todos los ciudadanos debemos unirnos para colaborar en esta crisis energética y entender que los cortes seguirán hasta diciembre si no llueve".

No solo tienen problemas con la luz, sino también, Ecuador está atravesando dificultades con el servicio de agua potable, sobre todo en sectores de la zona costera, ¿y qué dicen las autoridades?, lo típico: no llueve.

Vivir en un país mal administrado es como caminar en un barco que se hunde lentamente, sin que los que lo manejan se den cuenta de la gravedad de la situación o simplemente elijan ignorarla. Las decisiones que se toman desde el poder tienen una repercusión directa en la vida de cada ciudadano. Cuando quienes están al frente no tienen una visión clara o carecen de capacidad para gobernar, es el pueblo el que paga el precio más alto, es indudable.

Las malas decisiones en áreas cruciales como la economía, la educación, los servicios básicos o el sistema de salud se reflejan en la vida cotidiana de todos. La inflación descontrolada hace que los productos básicos suban de precio, la gente tiene que hacer malabares para poder alimentar a sus familias porque la canasta básica está por los aires, y aquellos que tienen menos recursos son quienes más sufren. A la vez, los servicios de salud, que deberían ser un derecho básico, se convierten en un lujo inalcanzable. Las filas interminables en los hospitales, la falta de medicamentos y la desesperación de no recibir atención médica oportuna son el reflejo de una gestión deficiente.

El caos también se instala en las calles. Cuando un país no se gobierna bien, la seguridad se resquebraja. El miedo a salir de casa, la desconfianza en las autoridades y la sensación de que la justicia es solo para unos pocos van creciendo hasta que la inseguridad se vuelve parte de la vida diaria. Nadie está a salvo cuando el Estado no puede garantizar lo más básico: la protección de sus ciudadanos.

Pero no todo el daño es visible o inmediato. Una mala administración destruye la esperanza, va carcomiendo lentamente el tejido social, y la gente pierde la fe en sus instituciones, en sus líderes, e incluso en su propio futuro. La corrupción, el abuso de poder, y la ineficiencia no solo afectan a la economía, sino que minan la confianza de la sociedad. Las personas empiezan a desconectarse de la política, a pensar que nada cambiará, y esto abre la puerta a más caos y descontrol.

Gobernar no es solo tomar decisiones, sino saber prever las consecuencias a largo plazo, entender que el bienestar de un país no se mide solo en cifras macroeconómicas o en discursos grandilocuentes, sino en la calidad de vida de cada ciudadano. Un país mal administrado es como un hogar mal llevado: tarde o temprano, todo se derrumba. Lo más doloroso es que, cuando las ruinas están a la vista, reconstruir toma tiempo, esfuerzo y sacrificios que podrían haberse evitado con una gestión responsable y visionaria desde el principio.

Como ciudadanos, podemos sentir impotencia, rabia o frustración, pero también tenemos el deber de exigir un gobierno que entienda la gravedad de su responsabilidad, que no se deje cegar por el poder o el ego, y que gobierne con el corazón y la mente puestos en el bienestar de todos, aunque suene a utopía, podría ser real.

Espero que en Ecuador se resuelva de la mejor manera la situación que están atravesando, que no solo sean simples y burdas ofertas de campaña para llegar a la presidencia el siguiente año. Según mi amigo, todo se le ha venido encima al actual gobierno, el anterior hizo la muerte cruzada para lavarse las manos y dejó a este en el completo despelote.

La experiencia actual en mi trabajo me ha enseñado en que si eres una autoridad y te vas a retirar de ese puesto, debes dejar todo en orden, con un camino aligerado para la siguiente persona que se hará cargo.

No escribiré más porque dentro de un rato tengo que salir a comprar algunas provisiones porque le ofrecí a mi amigo que prepararía unas papas rellenas y unos bollitos caseros con Harinapan para acompañar a nuestro querido tinto Sello Rojo, ya que no es momento de tomarnos un aguardientico antioqueño como en los viejos tiempos.

Esta fue una publicación de domingo.

Gracias por pasarse a leer un rato, amigas, amigos, amigues de Blurt.

Que tengan un excelente día y que Dios los bendiga grandemente.

Saludines, camaradas blurtinenses!!