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Miércoles, 8 de enero, 2025.
¿Sabías que los árboles pueden "hablar" entre sí al usar una red subterránea de hongos para compartir nutrientes y enviar señales de advertencia en busca de la cooperatividad?
Pues sí, amigas, amigos, amigues de Blurt. Después de tantos años de ver àrboles nunca imaginé que tuvieran esa capacidad, aunque sí intuía sus beneficios para la humanidad con el hecho de absorber el CO2 para gratuitamente darnos el oxígeno que necesitamos... para quienes creen en Dios, pues se unirán a mí en sus pensamientos y dirán: ¡cuán perfecto y maravilloso es Él!
Los árboles tienen una manera fascinante de comunicarse, una que no se ve ni se escucha, pero que ocurre justo debajo de nuestros pies. En el suelo, bajo el bosque, existe una red increíblemente compleja y vital que conecta las raíces de los árboles con hongos micorrícicos, formando lo que los científicos llaman la "Wood Wide Web", la cual, fue descubierta y popularizada a finales del siglo XX, pero su comprensión se ha desarrollado principalmente en las últimas décadas gracias a avances en la ecología y la biología subterránea.
Es uno de los hitos clave en su estudio fue el trabajo de la ecóloga canadiense Suzanne Simard en los años 90, quien demostró, a través de experimentos pioneros, que los árboles pueden intercambiar carbono, nutrientes y señales químicas utilizando redes formadas por hongos micorrícicos. Sus investigaciones fueron revolucionarias porque cambiaron la percepción de los árboles como individuos aislados a miembros de una comunidad interconectada.
Tenor
El término "Wood Wide Web" es un juego de palabras inspirado en la "World Wide Web" de internet, ya que ambas redes funcionan como sistemas de comunicación e intercambio de información. Al igual que internet conecta computadoras en un sistema global, la red micorrícica conecta los árboles y otras plantas dentro de un ecosistema forestal. La idea de un "internet natural" captura la imaginación porque sugiere que los bosques tienen un nivel de interacción y cooperación que antes solo se atribuía a los humanos y sus tecnologías.
El nombre también refleja el carácter intrincado y global de esta red subterránea. Las hifas de los hongos, que son los "cables" de esta red, pueden extenderse a grandes distancias, enlazando árboles de diferentes especies y edades. Esta interconexión permite que los bosques funcionen como sistemas colectivos, con árboles más viejos y grandes a menudo actuando como "árboles madre" que distribuyen recursos a los más jóvenes o debilitados.
El concepto y su nombre han capturado tanto la curiosidad científica como la imaginación popular, convirtiéndose en una poderosa metáfora para hablar sobre la interdependencia en la naturaleza y la importancia de los ecosistemas en su totalidad porque a través de su red subterránea se transforma en un canal de intercambio, cooperación y, a veces, competencia, que transforma a los bosques en comunidades interconectadas en lugar de simples agrupaciones de árboles individuales.
A través de esta, los árboles pueden compartir nutrientes como carbono, nitrógeno y fósforo. Por ejemplo, un árbol viejo y robusto puede enviar recursos a un árbol joven o debilitado que no tiene acceso a suficiente luz solar. En el otro extremo, cuando un árbol detecta una amenaza, como un ataque de insectos, puede enviar señales químicas a través de la red para advertir a sus vecinos. Es un sistema de alarma temprana que permite a otros árboles prepararse fortaleciendo sus defensas.
Lo más intrigante es cómo los hongos son actores clave en esta red. Los hongos micorrícicos envuelven las raíces de los árboles y extienden sus filamentos, llamados hifas, mucho más allá de lo que las raíces pueden alcanzar por sí mismas. Estos hongos no son altruistas; obtienen azúcares del árbol en un intercambio simbiótico, pero, a través de este proceso, facilitan conexiones entre árboles de diferentes especies, creando un "internet" natural que beneficia a toda la comunidad forestal al grado de mantenerla hermosa incluso ante nuestra vista.
Tenor
Esta red no solo destaca la cooperación, sino también el equilibrio dinámico entre la vida y la supervivencia en los ecosistemas. En ciertos casos, un árbol dominante puede acaparar recursos y limitar el crecimiento de otros, mostrando que incluso en este sistema aparentemente cooperativo, hay competencia. Es impresionante pensar que este mundo oculto, al que apenas estamos comenzando a prestar atención, es esencial para la salud de los bosques y, en última instancia, del planeta. Los bosques no son solo colecciones de árboles; son redes vivas donde cada conexión cuenta.
Al imaginar a los árboles conectados entre sí a través de su propia red de "internet", un sistema que no busca dominar, confundir o explotar, sino que existe para sostener la vida y garantizar el equilibrio. En la red Wood Wide Web, cada conexión tiene un propósito que restaura de manera inteligente, no destructiva porque todo el intercambio trabaja sin hay spam, sin scam, sin virus infecciosos diseñados para destruir, sino con un flujo constante de cooperación y apoyo mutuo.
En contraste, la red de internet creada por los humanos, aunque es un prodigio de la innovación, parece haberse desviado de su intención original de conectar y compartir. Con demasiada frecuencia, se ha convertido en un espacio donde la competencia, la manipulación y la desinformación reinan. Las divisiones crecen, los conflictos se amplifican y, a menudo, las personas quedan atrapadas en un ciclo de consumo digital que destruye más de lo que construye.
Los árboles, por otro lado, muestran un ejemplo diferente. Su red no tiene intenciones egoístas. Cuando un árbol detecta peligro, no guarda esa información para sí mismo ni la usa para ventaja propia; en cambio, la comparte para que otros puedan prepararse. Cuando un árbol más viejo y experimentado tiene recursos de sobra, no los acapara, los distribuye para ayudar a los jóvenes que aún están creciendo. Es un internet de vida, un sistema que entiende que la fuerza de uno depende de la salud de todos.
Pienso en un mundo donde nuestra tecnología reflejara esa misma filosofía, donde el internet humano fuera una herramienta de apoyo mutuo, un lugar para fortalecer comunidades en lugar de dividirlas. La red de los árboles nos enseña algo fundamental: la conexión no es un fin en sí mismo, es un medio para el bienestar colectivo. Es un recordatorio de que la verdadera fuerza no radica en competir unos contra otros, sino en trabajar juntos, incluso cuando las diferencias son evidentes.
Tal vez sea hora de mirar a nuestro alrededor y darnos cuenta de que, en la naturaleza, cada hilo que conecta es una promesa de cooperación porque allí no hay vencedores ni vencidos, solo un ecosistema que prospera en la unión. Si los árboles, con su silenciosa sabiduría, pueden crear un internet que sustenta la vida, ¿por qué nosotros no?
Creo que la próxima vez que esté en un bosque, imaginaré lo que sucede bajo mis pies: un sistema que respira, comparte, advierte y asegura la continuidad de la vida de formas que apenas comienzo a entender... en el árbol del olvido que no me deja olvidar.
Esta fue una publicación de miércoles.
Gracias por pasarse a leer un rato, amigas, amigos, amigues de Blurt.
Que tengan un excelente día y que Dios los bendiga grandemente.
Saludines, camaradas blurtinenses!!
Wednesday, january 8, 2025.
Did you know that trees can "talk" to each other by using an underground network of fungi to share nutrients and send warning signals in search of cooperation?
Yes, my friends of Blurt. After so many years of seeing trees, I never imagined they had that capacity, although I did sense their benefits for humanity by absorbing CO2 to freely give us the oxygen we need... for those who believe in God, well, they will join me in their thoughts and say: how perfect and wonderful He is!
Trees have a fascinating way of communicating, one that is neither seen nor heard, but that happens right under our feet. In the soil, beneath the forest, there is an incredibly complex and vital network that connects tree roots with mycorrhizal fungi, forming what scientists call the “Wood Wide Web.” It was discovered and popularized in the late 20th century, but its understanding has developed mainly in recent decades thanks to advances in ecology and subterranean biology.
One of the key milestones in its study was the work of Canadian ecologist Suzanne Simard in the 1990s, who demonstrated, through pioneering experiments, that trees can exchange carbon, nutrients and chemical signals using networks formed by mycorrhizal fungi. Her research was revolutionary because it changed the perception of trees as isolated individuals to members of an interconnected community.
Tenor
The term “Wood Wide Web” is a play on words inspired by the internet’s “World Wide Web,” as both networks function as systems for communication and information exchange. Just as the internet connects computers in a global system, the mycorrhizal network connects trees and other plants within a forest ecosystem. The idea of a “natural internet” captures the imagination because it suggests that forests have a level of interaction and cooperation previously attributed only to humans and their technologies.
The name also reflects the intricate and global nature of this underground network. Fungal hyphae, which are the “wires” of this network, can extend over great distances, linking trees of different species and ages. This interconnection allows forests to function as collective systems, with older, larger trees often acting as “mother trees” that distribute resources to younger or weakened ones.
The concept and its name have captured both scientific curiosity and the popular imagination, becoming a powerful metaphor to talk about interdependence in nature and the importance of ecosystems as a whole because through its underground network it becomes a channel of exchange, cooperation and sometimes competition, which transforms forests into interconnected communities rather than simple groupings of individual trees.
Through it, trees can share nutrients such as carbon, nitrogen and phosphorus. For example, an old, robust tree can send resources to a young or weakened tree that does not have access to sufficient sunlight. At the other extreme, when a tree detects a threat, such as an insect attack, it can send chemical signals through the network to warn its neighbors. It is an early warning system that allows other trees to prepare by strengthening their defenses.
What is most intriguing is how fungi are key players in this network. Mycorrhizal fungi wrap around tree roots and extend their filaments, called hyphae, far beyond what the roots can reach on their own. These fungi are not altruistic; they obtain sugars from the tree in a symbiotic exchange, but through this process they facilitate connections between trees of different species, creating a natural "internet" that benefits the entire forest community to the point of keeping it beautiful even to our eyes.
Tenor
This network not only highlights cooperation, but also the dynamic balance between life and survival in ecosystems. In certain cases, a dominant tree can hog resources and limit the growth of others, showing that even in this seemingly cooperative system, there is competition. It is impressive to think that this hidden world, which we are only just beginning to pay attention to, is essential to the health of forests and ultimately the planet. Forests are not just collections of trees; they are living networks where every connection counts.
Imagining trees connected to each other through their own “internet” network, a system that does not seek to dominate, confuse or exploit, but exists to sustain life and ensure balance. In the Wood Wide Web network, every connection has a purpose that it restores in an intelligent, non-destructive way because all exchange works without spam, without scams, without infectious viruses designed to destroy, but with a constant flow of cooperation and mutual support.
In contrast, the human-created internet, though a prodigy of innovation, seems to have strayed from its original intent to connect and share. Too often, it has become a space where competition, manipulation, and misinformation reign. Divisions grow, conflicts amplify, and people often get caught in a cycle of digital consumption that destroys more than it builds.
Trees, on the other hand, show a different example. Their network has no selfish intentions. When a tree senses danger, it doesn’t keep that information to itself or use it for its own advantage; instead, it shares it so others can prepare. When an older, more experienced tree has resources to spare, it doesn’t hoard them—it distributes them to help the young ones still growing. It’s an internet of life, a system that understands that the strength of one depends on the health of all.
I think of a world where our technology reflected that same philosophy, where the human internet was a tool for mutual support, a place to strengthen communities rather than divide them. The network of trees teaches us something fundamental: connection is not an end in itself, it is a means to collective well-being. It is a reminder that true strength lies not in competing against one another, but in working together, even when differences are glaring.
Perhaps it is time to look around us and realize that, in nature, every thread that connects is a promise of cooperation because there are no winners or losers there, only an ecosystem that thrives on togetherness. If trees, with their quiet wisdom, can create an internet that sustains life, why can't we?
I think that the next time I'm in a forest, I'll imagine what's happening beneath my feet: a system that breathes, shares, notices, and ensures the continuity of life in ways I'm only beginning to understand... in the tree of forgetfulness that won't let me forget.
This was a wednesday post.
Thanks for stopping by to read for a while, Blurt friends.
Have a great day and may God bless you greatly.
Regards, comrades blurtarians!!
Translation: Deepl.com
Increíble el mundo que nos rodea y que llamamos naturaleza.
¿Existirá algo parecido en la flora marina?
Los árboles, principalmente los grandes y viejos árboles, están cargados de significado en los pueblos. Muchas veces se cree que en ciertos sitios, y coincide con árboles enormes y sombríos, espantan. Una vez leí un reportaje del poder de los árboles de generar energía, y eran capaces de 'grabar' sonidos, información de alguna manera inexplicable la química les permite grabar información que escuchan... Ahora mismo se me enchina la piel de imaginarme bajo un viejo árbol a la mitad de la noche y de repente escuchar susurros o murmullos. Cuando leí ese artículo quedé fascinado al entender parcialmente por qué en algunos caminos con enormes árboles suelen tener fama de que espantan. En ese artículo se mencionaba la capacidad de guardar información como sonidos. Ahora mismo me pregunto si son capaces de guardar información como imágenes... ¿Qué tal si los árboles a las orillas de los ríos guardan imágenes de la llorona??
Saludos y gracias por compartir!