.Hello my beautiful people of Blurt, happy and nice Saturday for all of us who make life, by these sides, that day by day we share post to make this platform grow.
Today I want to share with you a story where we will talk about people who humiliate others, an act that should be erased from our being, I hope you like it.
In a small town, there was a young man named Lucas. He was a kind boy, always willing to help others. However, there was one thing that plagued him: his appearance. Lucas was a little shorter than his classmates and had a smile that, although charming, was sometimes teased.
One day at school, a group of kids decided to play a prank. They gathered around Lucas and began to laugh at his height and the way he dressed. “Look at Lucas, the little giant!” one of them shouted, and they all burst out laughing. Lucas, feeling small and embarrassed, shrugged his shoulders and tried to laugh with them, but inside he felt hurt.
That night, Lucas looked at himself in the mirror in his room. The cruel words of his classmates echoed in his mind. “Why can't I be like the others?” he asked himself, as a tear rolled down his cheek. In that moment, he decided that he had to change, that he had to fit into a world that seemed to reject him.
As the days passed, Lucas began to modify his behavior. He tried to be more aggressive, joined in the teasing and, at times, even became complicit in humiliating others. He believed that, by doing this, he could gain acceptance from his peers. But what he did not realize was that, in doing so, he was moving away from himself and his true values.
One day, while teasing a new student who was different, Lucas felt a pang of guilt. He looked around and saw the smiles on the faces of his classmates, but he also noticed the sadness in the eyes of the boy who was being ridiculed. At that moment, he realized that the humiliation was not only hurting the victim, but was also destroying him.
That night, Lucas looked in the mirror again. This time, instead of seeing someone who wanted to change, he saw a young man who had lost his essence. He decided it was time to make peace with who he really was. The next day, he approached the new student and offered a helping hand. “I'm sorry for what happened. I shouldn't have behaved that way,” he told him sincerely.
The boy, surprised, accepted his apology. From that moment on, Lucas began to stand up for those who were being teased. He realized that true strength lay not in making others feel bad, but in lifting them up and supporting them.
Over time, Lucas became a leader in his school, promoting kindness and respect. He learned that humiliation only creates wounds, while empathy and understanding build bridges. And so, the young man who was once a victim of ridicule was transformed into an advocate for dignity, always remembering that every person deserves to be treated with respect and love.
And in his heart, Lucas held the most valuable lesson of all: true greatness is not measured by appearance, but by the goodness within.
If you got to this point, thank you very much, I hope to see you here to continue sharing and growing together, bye.
ESPAÑOL
Hola mi gente bonita de Blurt, feliz y bonito sábado para todos aquellos que hacemos vida, por estos lados, que dia a dia compartimos post para hacer crecer esta plataforma.
Hoy os quiero compartir con ustedes una historia donde hablaremos sobre las personas que humillan a los demás, acto que debería ser borrado de nuestro ser, espero os guste
En un pequeño pueblo, había un joven llamado Lucas. Era un chico amable, siempre dispuesto a ayudar a los demás. Sin embargo, había algo que lo atormentaba: su apariencia. Lucas era un poco más bajo que sus compañeros y tenía una sonrisa que, aunque encantadora, a veces era objeto de burlas.
Un día, en la escuela, un grupo de chicos decidió hacer una broma. Se reunieron alrededor de Lucas y comenzaron a reírse de su altura y de su forma de vestir. "¡Mira a Lucas, el pequeño gigante!", gritó uno de ellos, y todos estallaron en carcajadas. Lucas, sintiéndose pequeño y avergonzado, se encogió de hombros y trató de reírse con ellos, pero por dentro se sentía herido.
Esa noche, Lucas se miró en el espejo de su habitación. Las palabras crueles de sus compañeros resonaban en su mente. "¿Por qué no puedo ser como los demás?", se preguntó, mientras una lágrima caía por su mejilla. En ese momento, decidió que debía cambiar, que debía encajar en un mundo que parecía rechazarlo.
Con el paso de los días, Lucas comenzó a modificar su comportamiento. Intentó ser más agresivo, se unió a las bromas y, en ocasiones, incluso se convirtió en cómplice de las humillaciones hacia otros. Creyó que, al hacer esto, podría ganar la aceptación de sus compañeros. Pero lo que no se dio cuenta era que, al hacerlo, se estaba alejando de sí mismo y de sus verdaderos valores.
Un día, mientras se burlaba de un nuevo estudiante que era diferente, Lucas sintió una punzada de culpa. Miró a su alrededor y vio las sonrisas en los rostros de sus compañeros, pero también notó la tristeza en los ojos del chico que estaba siendo ridiculizado. En ese momento, se dio cuenta de que la humillación no solo lastimaba a la víctima, sino que también lo estaba destruyendo a él.
Esa noche, Lucas volvió a mirarse en el espejo. Esta vez, en lugar de ver a alguien que quería cambiar, vio a un joven que había perdido su esencia. Decidió que era hora de hacer las paces con quien realmente era. Al día siguiente, se acercó al nuevo estudiante y le ofreció una mano amiga. "Lo siento por lo que pasó. No debí haberme comportado así", le dijo con sinceridad.
El chico, sorprendido, aceptó su disculpa. A partir de ese momento, Lucas comenzó a defender a aquellos que eran objeto de burlas. Se dio cuenta de que la verdadera fortaleza no radicaba en hacer sentir mal a los demás, sino en levantarlos y apoyarlos.
Con el tiempo, Lucas se convirtió en un líder en su escuela, promoviendo la amabilidad y el respeto. Aprendió que la humillación solo crea heridas, mientras que la empatía y la comprensión construyen puentes. Y así, el joven que una vez fue víctima de la burla se transformó en un defensor de la dignidad, recordando siempre que cada persona merece ser tratada con respeto y amor.
Y en su corazón, Lucas guardó la lección más valiosa de todas: la verdadera grandeza no se mide por la apariencia, sino por la bondad que llevamos dentro.
Si llegaste a este punto, mil gracias, espero seguir viendote por aca para seguir compartiendo y creciendo juntos, bye.