Mi abuela materna que nació en la década de los 20 del siglo pasado en un pueblo cercano a la carretera de la costa en el estado sucre llamado Paradero que era tan pequeño en ese entonces que tan solo tenía dos calles, me contó que estando ella pequeña cuando colocaron los primeros postes con luz eléctrica en su pueblo, con ellos se esfumaron casi todas las historias de fantasmas y aparecidos que asustaban a los lugareños por las noches, la luz de las bombillas acabo con las tenebrosas sombras de las ramas de los árboles, o las ropas colgadas en un tendedero que por las noches a la luz de una antigua lampara o tan solo unas velas simulaban ser espantos o seres aterradores de la noche!!!. Pero lamentablemente los verdaderos monstruos seguían allá afuera... En el camino.
1925 (Primera Parte)
Juancho Duarte y su esposa Dulcinea con su primer bebe en la barriga habian emigrado del pequeño pueblo de San Casimirito hasta la gran capital ciudad Caótica buscando nuevas oportunidades y un futuro distinto para su hijo, compraron una pequeña y humilde casa en un barrio pobre y comenzaron a trabajar, apoyados en un principio solo por la ayuda de unos amigos que llegaron de su pueblo antes que ellos. Dulcinea cocinaba dulces y también lavaba ropa para otros, mientras que Juancho recorría con su carreta arreada por dos viejos caballos las calles de la ciudad haciendo mudanzas, cuando no habia mucho trabajo bajaba hasta La Guaria para subir a ciudad Caótica los cargamentos de los barcos que llegaban a la pequeña ciudad portuaria y cuando el tranvía mejoraba su precio no le quedaba mas remedio que aventurarse por los caminos perdidos de Dios llevando o trayendo encomiendas de los pueblos aledaños a la gran ciudad, al principio iba solo pero cuando su hijo cumplió 5 años casi siempre acompañaba a su padre en sus viajes, durante los fines de semana y en vacaciones cuando no estaba en la escuela.
A principios del año 1925 coincidiendo con el 10mo cumpleaños de su pequeño hijo, los Duarte tomaron un gran riesgo vendieron su carreta y sus caballos para juntarlo con casi todo el dinero que tenía ahorrado desde que llegaron a la ciudad para comprar un pequeño camión Ford, los tiempos estaban cambiando, no solo la luz eléctrica se habia extendido por las grandes ciudades, ya habia llegado a otros sitios mas pequeños, la mayoría de los caminos antes de tierra y piedras ahora eran cubiertos por una espesa brea negra, un producto derivado del oro negro, el asfalto!!!, cuando Juancho se dio cuenta que su carreta y sus viejos caballos ya no podían competir con el tranvía y aquellos caballos de hierro mas pequeños que no solo eran mas rápidos si no que eran capaz de llevar sobre sus lomos mucho mas peso que su carreta tomo la decisión, cuando Juancho llego con el camión a la casa el pequeño Ramón estallo de la alegría como si aquel camión Ford fuera su regalo de cumpleaños!!!.
En menos de lo que canta un gallo el pequeño niño aprendió y supero a su padre Juancho en todo lo relacionado con las reparaciones y cuidados del camión familiar, lo que no sabia Juancho el niño lo aprendía con otros camioneros que se encontraban por los caminos o en alguno de los contados talleres que en aquel entonces comenzaban a proliferar por la ciudad, el niño era muy inteligente, voluntarioso, absorbía como una esponja todo cuanto oía o veía, pronto Juancho no solo se llevaba a su hijo en sus viajes de trabajo como un simple acompañante, el pequeño Ramón era el mejor ayudante de camionero que podía existir, al menor cambio de ruido en el funcionamiento del motor detectaba la falla, el niño pareciá tener un sexto sentido, a pesar de tener tan solo 10 años se amarraba unos tacos de madera a los pies para alcanzar los pedales y conducía por los caminos mejor que su padre, Juancho estaba orgulloso, su hijo era una bendición y le salvaría la vida en mas de una forma.
Unos meses después en agosto de ese mismo año 1925 con el pequeño Ramón de vacaciones de la escuela a los Duarte les salió un viaje de trabajo por el que no cobrarían un centavo, pero Juancho Duarte no le iba a negar la ayuda a unos viejos amigos de su pueblo natal, los Zambrano habian emigrado de San Casimirito unos años antes que los Duarte y cuando Juancho con su esposa embarazada llegaron a la ciudad no dudaron en tenderles la mano, ahora el camionero tenía la oportunidad de devolverles el favor, el patriarca del clan Zambrano don Pedro habia caído en cama muy enfermo, la gran ciudad no era para el, el doctor que lo veía recomendó llevarlo de regreso a su campo, quizás el aire fresco le devolvería un poco de su salud y vitalidad, don Pedro estaba muy mal, no podía hacer el viaje sentado, necesitaba una ambulancia, los Zambrano no tenían dinero para contratar una que hiciera el largo viaje por carretera hasta San Casimirito, pero la parte trasera del camión Ford de los Duarte se convirtió en una, Juancho, Ramón y Dulcinea que para esos momentos se entero que estaba esperando a su segundo hijo se encargaron de ello.
Partieron temprano una soleada mañana de sábado, Juancho, Ramón, don Pedro y dos de sus hijos para cuidarlo, antes de salir de la gran ciudad el camionero cargo el tanque full de gasolina de su pequeño camión Ford mas un barril extra, los caballos de hierro eran incansables si los sabias cuidar bien y les daba de comer combustible!!!, pero en aquellos años no habia muchas estaciones de servicio donde repostar gasolina por esos caminos abandonados de Dios!!!, y era seguro que en el pequeño Pueblo de San Casimirito tampoco conseguirían donde repostar gasolina, cargados y con mucha fe emprendieron el viaje, fue largo y tedioso por las complicaciones medicas de don Pedro Juancho no pudo conducir muy rápido y el viaje que en condiciones normales hubiera tomado unas 8 horas duro casi todo el día, finalmente llegaron ya tarde en la noche al pueblo.
Luego de bajar a don Pedro e instalarlo en su casa, allí mismo pasaron la noche como invitados Juancho y su hijo, los Duarte no habian dejado una casa atrás donde regresar al pueblo, lo habian vendido todo cuando se marcharon. Por la mañana padre e hijo comenzaron a desmontar la ambulancia que habian armado en la parte trasera de su camión, ya habia cumplido con su misión era hora de regresar a ciudad Caótica, pero antes harían un recorrido por las fincas y sembradíos cercanos al pueblo, los Duarte comprarían productos frescos a buen precio para venderlos el lunes a primero hora en el mercado de la gran ciudad, la idea era terminar al mediodía y tomar el camino luego del almuerzo para regresar a casa temprano en la noche, pero una cosa piensa el burro y otra el que lo va montando, el desarme de la ambulancia tomo mas tiempo de lo pensando, ademas de que los dificiles caminos de tierra no eran adecuados para el pequeño camión Ford. Al final de la tarde el camión estaba casi por completo cargado de papas, tomates, naranjas y otras tantas cosas, Juancho tuvo que usar la mitad de su barril extra de gasolina para repostar el tanque de su camión antes de subir por una loma hasta el conuco del viejo don benito, sembraba unos plátanos grandes y hermosos que se venderían como pan caliente mañana en el mercado, luego de subir la cuesta con mucho cuidado y concretar la compra de los plátanos, padre e hijo conversan:
-¿Papa, paasaremos la noche en casa de los Zambrano?, el sol ya se esta ocultando en el horizonte.
-Esto nos tomo todo el día hijo, pero si queremos vender al mejor precio nuestra carga debemos estar mañana muy temprano en el mercado!!!, así que partiremos de regreso ahora mismo!!!.
-Esta bien papa yo me pido el primer turno!!!-, el padre asienta con la cabeza.
El niño abordaba la cabina del camión sentándose detrás del volante, mientras se ataba unos tacos de madera en sus pies para poder alcanzar los pedales, su padre afuera aseguraba las cuerdas de su carga una vez mas antes de montarse en su camión, despidiéndose de don benito que los saluda parado en su puerta. El camión echo andar bajando por la empinada cuesta, con destreza el niño sorteaba los desniveles del precario camino de tierra, el camión se tambaleaba a cada rato, a pesar de los amarres la carga golpeaba cada tanto con los costados, quiso la suerte o quizás el destino que uno de esos golpes abriera una pequeña fisura en la base del barril extra de gasolina.
Continuara...
My maternal grandmother, who was born in the 1920s in a town near the coastal highway in the state of Sucre called Paradero, which was so small at that time that it only had two streets, told me that when she was little When they placed the first poles with electric lights in their town, with them almost all the stories of ghosts and apparitions that scared the locals at night disappeared, the light from the bulbs ended the dark shadows of the tree branches, or the clothes hanging on a clothesline that at night in the light of an old lamp or just a few candles pretended to be spooks or terrifying beings of the night!!! But unfortunately the real monsters were still out there... On the road.
1925 (Part One)
Juancho Duarte and his wife Dulcinea with their first baby in their belly had emigrated from the small town of San Casimirito to the great capital, a Chaotic city, looking for new opportunities and a different future for their son, they bought a small and humble house in a poor neighborhood and They began to work, supported at first only by the help of some friends who arrived from their town before them. Dulcinea cooked sweets and also washed clothes for others, while Juancho traveled with his cart pulled by two old horses through the streets of the city doing moves, when there was not much work he went down to La Guaria to take the shipments from the ships that were in to Chaotic City. They arrived at the small port city and when the tram price improved, he had no choice but to venture along the lost paths of God carrying or bringing parcels from the surrounding towns to the big city. At first he went alone, but when his son turned 5 years old He almost always accompanied his father on his trips, on weekends and on vacations when he was not at school.
At the beginning of 1925, coinciding with their little son's 10th birthday, the Duartes took a big risk and sold their cart and horses to raise almost all the money they had saved since they arrived in the city to buy a small Ford truck. Times were changing, not only had electric light spread through the big cities, it had already reached other smaller places, most of the previously dirt and stone roads were now covered by a thick black tar, a product derived from the black gold, the asphalt!!!, when Juancho realized that his cart and his old horses could no longer compete with the tram and those smaller iron horses that were not only faster but were also able to carry on their backs. We carried much more weight than his cart, he made the decision, when Juancho arrived with the truck at the house, little Ramón exploded with joy as if that Ford truck were his birthday gift!!!
In less than a rooster crows, the little boy learned and surpassed his father Juancho in everything related to the repairs and care of the family truck. What Juancho didn't know, the boy learned from other truckers who were on the roads or in one of the few workshops that at that time began to proliferate around the city, the boy was very intelligent, willful, he absorbed everything he heard or saw like a sponge, soon Juancho not only took his son on his work trips as a simple companion, little Ramón was the best truck driver's assistant that could exist, at the slightest change in noise in the operation of the engine he detected the failure, the boy seemed to have a sixth sense, despite being only 10 years old he would tie himself some wooden blocks at his feet to reach the pedals and he drove on the roads better than his father, Juancho was proud, his son was a blessing and would save his life in more ways than one.
A few months later, in August of that same year 1925, with little Ramón on vacation from school, the Duartes went on a work trip for which they would not charge a cent, but Juancho Duarte was not going to deny help to some old friends. From their hometown, the Zambranos had emigrated from San Casimirito a few years before the Duartes and when Juancho with his pregnant wife arrived in the city they did not hesitate to reach out to them, now the truck driver had the opportunity to return the favor, the patriarch of the Zambrano clan Don Pedro had fallen into bed very ill, the big city was not for him, the doctor who saw him recommended taking him back to his country, perhaps the fresh air would restore some of his health and vitality, Don Pedro was very bad, he couldn't make the trip sitting down, he needed an ambulance, the Zambranos didn't have the money to hire one to make the long road trip to San Casimirito, but the back of the Duartes' Ford truck became one, Juancho, Ramón and Dulcinea, who at that time found out that she was expecting her second child, took care of it.
They left early on a sunny Saturday morning, Juancho, Ramón, Don Pedro and two of their children to take care of him. Before leaving the big city, the truck driver loaded up the full tank of gasoline in his small Ford truck plus an extra barrel, the horses iron were tireless if you knew how to take good care of them and fed them fuel!!!, but in those years there were not many service stations where you could fill up with gasoline on those God-forsaken roads!!!, and it was certain that in the small town of San Casimirito also couldn't find a place to refuel, loaded and with great faith they undertook the trip. It was long and tedious due to Don Pedro Juancho's medical complications. He couldn't drive very fast and the trip, which under normal conditions would have taken about 8 hours, lasted almost the entire time. day, they finally arrived late at night in the town.
After taking Don Pedro down and installing him in their house, Juancho and his son spent the night there as guests. The Duartes had not left a house behind to return to the town, they had sold everything when they left. In the morning father and son began to dismantle the ambulance that they had assembled in the back of their truck. It had already completed its mission. It was time to return to Chaotic City, but first they would take a tour of the farms and fields near the town. The Duartes would buy fresh products at a good price to sell first thing on Monday in the big city market, the idea was to finish at noon and take the road after lunch to return home early in the evening, but one thing the Duarte thinks donkey and another one who is riding it, disassembling the ambulance took longer than expected, in addition to the fact that the difficult dirt roads were not suitable for the small Ford truck. At the end of the afternoon the truck was almost completely loaded with potatoes, tomatoes, oranges and many other things, Juancho had to use half of his extra barrel of gasoline to refuel the tank of his truck before going up a hill to the old Don Benito's conuco, planted some large and beautiful bananas that would sell like hot cakes tomorrow in the market, after climbing the hill very carefully and finalizing the purchase of the bananas, father and son talk:
-Dad, will we spend the night at the Zambrano's house? The sun is already setting on the horizon.
-This took us all day son, but if we want to sell our cargo at the best price we must be at the market very early tomorrow!!!, so we will leave back right now!!!.
-Okay dad, I'll take the first turn!!!-, the father nods his head.
The boy boarded the cabin of the truck sitting behind the wheel, while he tied some wooden blocks to his feet to be able to reach the pedals, his father outside secured the ropes of his load once again before getting into his truck, saying goodbye to Mr. Benito who greets them standing at their door. The truck started walking down the steep slope, with skill the boy negotiated the unevenness of the precarious dirt road, the truck wobbled every so often, despite the tie-downs the load hit the sides from time to time, as luck would have it or maybe As fate would have it, one of those blows opened a small crack at the base of the extra barrel of gasoline.
To be continue...
Escrito originalmente en Español, traducido al ingles utilizando Google Traslate.
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Excelente historia del camino, la cual, la he visto como una introducción o génesis de tus personajes, desde el inicio hasta el final. Mi hijo quedó fascinado porque la relacionó con un trailero cazador y prodigio conocido en tu BigVerso, solo le pedí que detenga sus caballos y digiera bien esta primera entrega antes de...
No nos queremos adelantar, ya lo leeremos en la siguiente parte para saber o entender si se trató de suerte, el destino, o algo totalmente distinto para la vida de Ramón Duarte y la de su familia el hecho de que se abriera una pequeña fisura en la base del barril extra de gasolina.
Quedamos al pendiente y expectativa, creo que también en ascuas.
Buen inicio de semana, Big.
Muchos saludos.
Hola doctor @ariezeh, bueno mi pequeño lector acerto otra vez, esta fue una de mis microhistorias de las 5 palabras de tan solo unas 400 que escribí hace mas de 2 años, ahora toco alargarla explicando un poco mas a fondo y sentar las bases para una nueva historia donde los Duarte no serán los actores principales pero si tendrán un papel importante que cumplir.
En esta ocasion hice algo que no suelo hacer posicionar rigidamente el tiempo de mis historias pero que veo necesario para que mis asiduos lectores se ubiquen mejor temporalmente dentro del bigverso. Tengo un vampiro que lleva 300 años viviendo en ciudad Caótica es hora de sacar a la luz algunas trapos sucios y viejos!!!.
Un abrazo doctor, saludos a mi pequeño lector, a la doctora Anestesias y al par mas pequeño en casa, bendiciones.