Hoja en blanco

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Escribir es un acto de autodescubrimiento que condensa los sentidos en una mixtura de perfectas melodías...

Cuando nos sentamos frente a una página en blanco nos enfrentamos a una versión de nosotros mismos que a veces desconocemos. Con cada palabra que plasmamos se revela una parte del alma, como si los pensamientos y sentimientos más profundos que llevamos dentro necesitaran ver la luz, incluso a través de una historia de ficción. Escribir nos invita a explorar no solo lo que sentimos, sino también por qué lo sentimos y qué significa todo aquello en el contexto de nuestras vidas. Escribir nos da la oportunidad de articular lo que a veces no podemos decir en voz alta y, de esa forma, organizar nuestro mundo interior.

La escritura es una forma de inmortalidad, un legado que dejamos para otros y para nosotros mismos. Al escribir, congelamos en el tiempo nuestras ideas y nuestras experiencias, algo tan efímero como el pensamiento se vuelve tangible. En las palabras, podemos volver a visitar versiones pasadas de nosotros, redescubrir antiguos anhelos, viejas heridas o incluso aprendizajes que creemos olvidados. Es como construir un mapa personal que, con el tiempo, puede guiar tanto a nosotros como a quienes decidan leernos.

Escribir también nos desafía. Nos obliga a ordenar ideas, a estructurar pensamientos caóticos, a dar sentido a lo que parece no tenerlo. Nos permite aprender a argumentar, a ser claros con lo que queremos expresar y en ese proceso, nos hacemos mejores comunicadores. Escribir se convierte en una herramienta para entender el mundo desde otra perspectiva, ya sea contando historias de otras personas, explorando nuevas ideas o simplemente compartiendo reflexiones. Cada texto se convierte en un puente entre el mundo interior y el exterior, entre la realidad y la imaginación, entre lo que vivimos y lo que soñamos.

Escribir es un refugio y a la vez un espacio de valentía cuando nos atrevemos a confesar alguna vivencia, a veces nos vuelve vulnerables porque deja ver partes de nosotros que preferimos esconder, pero es en esa vulnerabilidad donde reside nuestra fortaleza. A través de la escritura, abrazamos lo que somos en nuestra totalidad y lo compartimos, quizá con la esperanza de que alguien más se vea reflejado o que encuentre consuelo en nuestras palabras.

Así como todos recomendamos leer, también recomendamos escribir, sin embargo, me he dado cuenta de algo: La transición de escribir en papel a hacerlo solo en dispositivos electrónicos ha traído consigo efectos sutiles, pero de importancia para pensar en ellos, justamente porque se comienza a alterar la forma en que nos relacionamos con el lenguaje, los recuerdos y nuestras emociones. Cuando escribimos en un cuaderno hay una conexión física entre la mano, el papel y la mente, una mezcla interesante entre el trazo y el pensamiento que fomenta la concentración y la creatividad. Esta experiencia sensorial parece perdida al escribir únicamente en pantallas; la conexión con lo que estamos plasmando se vuelve más abstracta y, aunque no siempre, menos genuina.

Uno de los efectos negativos que ha surgido es el impacto en nuestra capacidad de recordar. Varios estudios han mostrado que escribir a mano ayuda a consolidar mejor la información en nuestra memoria porque la acción de escribir, de mover la mano y formar cada letra, crea un proceso cognitivo más lento y detallado, lo que facilita recordar lo que se escribe. Con los dispositivos electrónicos, esta conexión se rompe y la escritura digital suele ser rápida y mecánica, entonces, el acto de “teclear” en lugar de “escribir” dificulta que el contenido se grabe en nuestra mente de la misma manera... si no me creen, compruébelo ustedes mismos.

La inmediatez de los dispositivos digitales también ha traído consigo una especie de superficialidad en el procesamiento de ideas. Al escribir en papel nos tomamos el tiempo de pensar y reflexionar, de volver sobre nuestros pensamientos y corregir sin la facilidad de un “borrar” o un “eliminar” inmediato. La experiencia de escribir se convierte en un diálogo con el propio pensamiento, un ejercicio que fomenta la paciencia y la profundización, en cambio, el constante acceso a dispositivos nos invita a escribir rápido, sin detenernos demasiado en el proceso ni en las palabras que usamos, en un "copia y pega" permanente que va acabando la creatividad. Esto también impacta en la capacidad de introspección y reflexión en la toma de decisiones, ya que la escritura digital tiende, a veces, a ser impulsiva, carente de esa pausa que surge naturalmente al escribir a mano.

Al reducirse el acto de escribir solamente en un teclado hemos perdido parte de la conexión emocional con las palabras, la caligrafía, el modo en que formamos cada letra, refleja nuestro estado emocional y esto aporta una intimidad y autenticidad que no encontramos en las palabras mecanografiadas. Unas letras escritas con trazo tembloroso o letras grandes y expresivas en un diario pueden decirnos mucho más que palabras rectas y homogéneas en una pantalla. Esta uniformidad puede hacer que la escritura se sienta impersonal, lo que disminuye el valor que le damos al acto de escribir y al mensaje que transmitimos.

La falta de escritura a mano también puede tener sus efectos negativos incluso en la salud mental porque se ha demostrado que escribir a mano reduce el estrés y la ansiedad, ya que la lentitud y el contacto físico con el papel generan una sensación de calma. El acto de escribir se convierte en una especie de ritual terapéutico, un espacio para procesar emociones y pensamientos, sin embargo, en el mundo digital, donde todo es rápido e instantáneo, muchas veces no le damos a nuestro cerebro ni a nuestras emociones el espacio para ordenarse y expresarse de forma serena.

Entre teclas y pantallas me di cuenta de que algo se estaba perdiendo, una especie de magia en el acto de escribir. Cuando regresé a casa, mi esposa me entregó una libreta antigua en la que solía garabatear mis pensamientos como si fuera un diario el tiempo que estuve recluido en el hospital... abrirla fue como regresar en el tiempo. Sí, ahí estaba yo, en cada línea temblorosa, en cada letra grande o apretada según el ánimo de cada día, por eso es que sin grandes pretensiones, con más que solo con la intención de sentir el papel bajo la mano y escuchar el sonido del lápiz rozando la hoja, no he perdido la costumbre de escribir a mano aparte de las firmas y recetas médicas que tengo que prescribir a mis pacientes.

Prueba escribir a mano, no necesitas mucho: un lápiz, un bolígrafo y cualquier papel que tengas a mano. puedes tomarte unos minutos al día para escribir algo, lo que sea: un pensamiento suelto, algo que te haya hecho feliz, una preocupación o incluso una lista de cosas por hacer, no importa si no tiene estructura o si tu letra no es perfecta; esto es para ti, un regalo que te haces a ti mismo.

Creo que escribir a mano es más que un simple acto que nos enseñan en las escuelas para despertar el lado motriz del cerebro. Con el tiempo, he visto cómo las palabras que tengo en papeles se convierten en pequeños tesoros porque esas hojas llenas de pensamientos son un recordatorio tangible de todo lo que he vivido, un testimonio de mi viaje por sencillo o caótico que parezca.

Escribir a mano nos mantiene enraizados en el momento presente y conecta mente y cuerpo en un acto creativo que es difícil de igualar en una pantalla. Tal vez, en una época tan digital, volvamos a necesitar la sencillez de un lápiz y un papel para reconectar con esa autenticidad y profundidad que solo la escritura tradicional nos puede ofrecer, por eso, antes de escribir esta publicación, la preparé en un cuaderno de apuntes mientras escuchaba una que otra canción que me diera ideas, pautas y recuerdos para escribir en una hoja que al inicio estaba en blanco.

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A quienes leyeron y también a quienes no, tengan un excelente inicio de semana, lleno de paz mental y bendición.

Un abrazo virtual.

—Ezequiel ©

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Me ha pasado seguido, doctor Ezequiel, es que nos hemos acostumbrado a las teclas del celular o la portátil porque hasta en los trabajos es lo que más se ocupa, creo que hay ahora formas electrónicas que podrían hacer que con el tiempo nos olvidemos incluso de firmar, la tecnología se ha apoderado de las escuelas también porque ahora muchas de las tareas son enviadas para computadoras. Creo que es saludable volver a escribir en una hoja de papel, se siente bien hacerlo y los beneficios de los que nos habla en este escrito se hacen mucho más provechosos.

Gracias por el escrito, doctor Ezequiel, siempre es bueno leerlo de nuevo. Saludos y un abrazo para Konstanze, para usted y la familia que los acompaña.

Dios los bendiga grandemente 🤗

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Hi Eze, 🦊

Así has de publicar más seguido, güey porque siempre nos traes alguna receta para pensar. Marcela dice que sería bueno volver a repasar las letras de nuestro idioma cuando nos enseñaban en la escuela porque tengo que reconocer que la mayor parte del tiempo escribo en el teclado del teléfono o de la computadora y esto me ha hecho quedar mal en algunas ocasiones. He llegado a la conclusión que la tecnología es buena, pero también mala por el tipo de distracciones que ofrece y pone en nuestras manos, esta de ya casi no usar papel y lápiz para escribir es una.

Gracias por compartirnos tu experiencia, por la music también, Eze.

Saludos en casa a Kons, a los cachorros y a todos.

Chau.

🐺🐺🐺🐺🐺

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Hola Ezequiel, tienes razón, escribir puede ser para muchos un refugio, para mí lo ha sido y en ocasiones me sorprendo como a través de las letras he contado tantas cosas personales o he dejado fluir la pluma y he permitido que las letras se vuelvan sentimientos y de esa manera me he liberado muchas veces de cargas emocionales o en otras oportunidades las letras me han permitido revivir momentos felices de alguna epoca de mi vida y al escribirlas es como vivir de nuevo.

Cuando niña y de adolescente perdí la cuenta de cuantos cuadernos enteros llené con caligrafías, algunos fueron porque era una materia (caligrafía palmer) obligatoria para cursar y otros bastantes fueron caligrafías por castigo a mis bochinches en clases jajaja

Cuando tenia cuatro años recuerdo que agarré una hoja y escribí "Mesa" y la hice caligrafía, o sea la escribí hasta terminar la hoja, sin saber que decía y cuando me dijeron que era una palabra y que decía mesa, wow los ojos me brillaban, me emocioné demasiado porque lo que escribí existía, era un mueble, o sea, era algo real.

Para mi las materias de caligrafía y redacción-ortografía serán eternas, porque nunca logro recordar realmente como escribir sin tener esa sensación de duda de que si lo que escribí tiene coherencia o falta de ortografía o las dos cosas, pero eso no me impedirá seguir colocando en letras mis pensamientos, vivencias y sobre todo mis sentimientos para compartirlos conmigo, con ustedes y con papá Dios que es el que primero me lee desde lo más profundo de mi ser.

De mi hermano, que en paz descanse, todavía guardo como un tesoro algunas cartas o cosas que él escribió a mano y para mí es una sensación muy bonita ver su letra, si él hubiese tenido hijos de seguro a ellos les hubiese encantado ver como era la letra de su papá, pero lamentablemente era muy chamito y no dejó hijos.

Tengo 3 días escribiendo en un cuaderno pequeño y a lápiz mis recetas tanto dulces como saladas y lo hago a lápiz para poder ajustarla de ser necesario y es muy cierto lo que tú dices mi hermano pana, es relajante escribir a mano, una se concentra más.

Tú escrito es un aporte chévere para todos, tanto niños como para los adultos para que retomemos la manera antigua, pero correcta de escribir, es un beneficio que vale la pena mantener porque además es saludable para nuestro cerebro y nos trae calma, lo que si es que si la letra es fea, puede ser que mejore pero no será bonita, porque el muchacho que es barrigón ni que lo fajen chiquito jajaja

Me gustó el video con las melodías, es relajante, gracias por compartirlo con nosotros

Un abrazote mi hermano amigo Ezequiel y para Konstanze y mis sobrinos también, bendiciones miles para todos ustedes, Dios con ustedes siempre