Es un susurro leve entre tanto ruido,
la tregua que surge cuando todo arde,
el respiro profundo tras la batalla
que aquieta el pecho y suelta el aire.
Es el peso que cae, invisible y lento,
como el agua que corre sin preguntar,
esa caricia suave que no pide nada,
que se posa en silencio, sin reclamar.
Es abrir las manos y soltar el miedo,
dejar que los días se deslizan claros,
sin llevar en los hombros el peso del mundo,
sin más amarras ni sueños quebrados.
Es mirar al cielo en un día gris
y sentir la lluvia como abrazo cierto,
la certeza simple, honda y vital
de que, a pesar de todo, soy completo
cuando miro a través de una ventana.
Algunas personas la catalogan como serenidad, calma interior, equilibrio emocional o tranquilidad, incluso algunos lo llaman armonía interna, serenidad espiritual o equilibrio del alma, especialmente cuando el concepto incluye una conexión con algo más allá de lo material... yo la llamo paz mental porque también se relaciona con el concepto de bienestar psicológico o estabilidad integral, ya que implica una salud mental en donde las emociones están en equilibrio y la mente se siente clara y despejada, como cuando puedes mirar los cantos rodados a través del agua cristalina del arroyo.
El jueves en la tarde, cuando leía un libro del cual tenía que entregar un informe literario, pude experimentar la paz mental porque percibí liberación emocional en el sentido de soltar ansiedades y tensiones innecesarias, también sentí cómo un estado de aceptación y paz interna se apoderaba de mí con armonía, una armonía que viene desde adentro, sin importar lo que ocurra en el exterior porque sí tuve una mañana bastante conflictiva.
La paz mental es ese estado sereno donde los pensamientos fluyen sin turbulencias ni anclas pesadas que arrastren el alma hacia rincones oscuros. Siento que es un respiro profundo, un lugar interior en el que podemos quedarnos en silencio, con la certeza de que no hay ruido ni juicios que distorsionen nuestra percepción de la vida o de nosotros mismos, pero llegar a este santo grial de la paz mental implica un proceso, a veces lento y siempre profundo porque debemos aceptar y reconciliar partes de nosotros que tal vez hemos escondido o negado, así que no se trata de vivir sin problemas o emociones difíciles, sino de aprender a mirarlos desde un espacio de compasión, sin dejarnos arrastrar por ellos ni negarlos.
Creo que la paz mental nace cuando dejamos de huir de nosotros mismos y abrazamos nuestras sombras con la misma ternura con que aceptamos nuestras luces, aparece también a manera de libertad interna que nos permite sentir lo que necesitamos percibir y creer sin caer en el desastre continuo, se puede encontrar belleza incluso en la incertidumbre porque entendemos que, aunque no controlemos el mundo, podemos cuidar cómo lo habitamos y con qué materiales construimos. Mientras escuchaba una canción en el columpio que tiene el jardín de la casa, sentí que alguien me quitó los audífonos e interrumpió mi inspiración al recordar que hace algunos años viajé con mi hermano al cumpleaños de un amigo que vive en Israel y nos ocurrió una anécdota bastante graciosa al cantar en el karaoke que el homenajeado pidió como parte de su festejo.
Al abrir los ojos, se trataba de mi mamá. Le conté lo que había pasado en mi trabajo porque a ella por más que quiera ocultarle algo no puedo, entonces me dijo que la paz mental es poder cerrar los ojos y sentir que no estamos en deuda con nosotros mismos, que no tenemos que demostrarnos nada, sino que confiamos en que somos suficientes y que nuestro valor no depende de las expectativas externas ni de las comparaciones.
Me abrazó de una manera tan especial, tan única que me hizo recordar esos abrazos de mamá, de cuando yo era un niño y si algo me afligía ella me hacía sonreír... con su abrazo regresé al pasado y volví a comprender que vivir en paz mental no significa ser ajenos al dolor o a la pérdida, sino tener un refugio en el corazón al cual regresar, justo en donde podemos sanar y recomponernos sin prisa. Creo que se trata de ese lugar de paz en donde las decisiones se toman con calma y no con impulsos desesperados, en donde el perdón se convierte en un regalo que nos damos a nosotros mismos, y los rencores se diluyen en la comprensión de que nuestra energía es demasiado valiosa como para desperdiciarla en resentimientos.
Las almas, los corazones vírgenes e inocentes de mis hijos son parte de ese refugio al que apenas llego a casa de un día de trabajo extenuante puedo descargarme, aunque quisiera descansar y lo que hago es ponerme a leer con mi hijo Shuli uno de sus libros favoritos mientras mi hija Danka me tira del cabello y mi hijo Nissim daña otra vez mi teléfono celular o muerde la correa de mi reloj, ellos me enseñan, con sus cortas edades, que la paz mental también es aprender a convivir con nuestra humanidad en todo su esplendor y fragilidad, permitiéndonos ser imperfectos y, aun así, completos.
En medio de todo el desorden sentí que la paz se tornó por un momento en algo imposible de conseguir, que cada vez que la anhelaba más lejana se hacía al convertirse en fragilidad pura que se desvanece cuando las cosas no salen como esperaba. Me encontré con formas de sostenerla, aunque sea por momentos y en el trayecto de conseguirlo no pude evitar preguntarme: ¿cómo lograr esa calma en medio del conflicto, cuando todo parece girar en direcciones opuestas?
Recordé una vez más que no tengo control sobre todo ni de todo, y no fue nada fácil porque el deseo de que las cosas sean diferentes, de cambiar el rumbo suele estar tan arraigado que se convierte en una lucha interna constante. Aceptar que algunas situaciones escapan de nuestras manos es liberador, aunque al principio no puedo negar que sí duele porque es como dejar de empujar contra una pared inamovible y en su lugar, dar un paso atrás para ver la realidad sin que las expectativas anden de metiches interfiriendo en todo. Para lograrlo, creo que tenemos que entender que no se trata de rendirse, sino de comprender las limitantes y en esos límites encontrar paz.
Otro respiro viene cuando nos enfocamos en el presente, en lo que es tangible y está con nosotros, al momento actual, en el hoy y el ahora. Cuando nos distraemos también lo hacen los pensamientos porque saltan entre lo que fue y lo que tememos que pueda ser, como si estuvieran atrapados en un baile sin sincronía que se vuelve interminable al ser atacado por suposiciones y juicios que no tienen sentido.
Entonces volver a poner los pies en la realidad es como escuchar el sonido de nuestra propia respiración, sentir nuestros propios pasos, ver los colores a nuestro alrededor para entenderlos porque nos hemos permitido recordar que, aunque el conflicto esté ahí taladrando nuestras cabezas, no es todo lo que existe... por lógica, hay más vida en cada instante y al prestarle atención la mente tiende a estar quieta.
En esos días en que el peso es más grande también ayuda reflexionar sobre lo que realmente es importante. No siempre es fácil encontrar claridad cuando el mundo parece en llamas, pero preguntarse si cada preocupación merece tanto espacio en la mente ayuda a soltar algunas cosas que pesan, aunque no sean del pasado y aparentemente las necesitemos en una maleta.
Los conflictos revelan lo que es esencial y al centrarnos en esos valores, en esas pocas cosas que de verdad resuenan en el corazón es más sencillo que lo demás se diluya para encontrar el camino hacia la paz mental porque lo pequeño, lo aparentemente insignificante, como una sonrisa o una palabra amable, se convierte en una tabla del salvación y océano de dirección para hallar la estabilidad.
Y aunque parezca contradictorio, el perdonar es otro camino hacia la calma. No es sencillo porque por naturaleza somos resentidos como manera de protección, como si al aferrarnos al resentimiento pudiera hacer que encontremos la justicia, pero al final, por las experiencias, he comprendido que el rencor solo prolonga hasta el dolor físico. Este proceso no significa aceptar ni olvidar, sino dejar ir de nuestro corazón las cargas emocionales, darle permiso al corazón para liberarse de una carga tan pesada que puede tornarse inútil. Con cada perdón viene la restauración y ahí se siente el desprendimiento del peso en que aparece en el alma y en ese vacío que queda, en lo personal, encuentro espacio para la paz mental.
La paz no es un lugar al que se llega de una vez, sino algo que se construye paso a paso, incluso en medio de la tormenta que la vemos llegar a través de una ventana.
A quienes leyeron y también a quienes no, tengan un excelente inicio de semana, lleno de paz mental y bendición. .. a través de una ventana.
Un abrazo virtual.
—Ezequiel ©
Hi Ezequiel, 🦊
Ha sido un escrito muy profundo, a medida que te leíamos nos imaginamos detrás de un ventanal en una finca de campo viendo al horizonte reflexionando sobre algunos asuntos de la vida como es el actuar bajo la ansiedad o desesperación ante una situación que no podemos controlar. Asuntos personales nos han ocurrido como a cualquier ser humano, créeme que
fue muy grato leer tu pox ya que nos invitas a buscar la paz mental para vivir una vida tranquila, feliz aunque todo esté cuesta arriba.
La casualidades no existen para nosotros por eso este escrito llegó en el momento preciso, gracias por compartirlo mi estimado amigo.
Saludos a todos por la house. Los apreciamos siempre.
Chau.
🐺🐺🐺🐺🐺
No sé por qué ese gif me recuerda a la canción de Roberto Carlos, esa del gato triste y azul.
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que escribió, doctor Ezequiel, pero ha sido como si nos escribiera todos los días porque a través de esta publicación que incluyó hasta una pequeña poesía de lo que implica para usted la paz mental, nos abrió la puerta de su corazón para contarnos una anécdota como las que suele escribir.
Ahora hay hasta gente en internet que promociona el cómo obtener la paz mental a través incluso de ese proceso que anda de moda que se llama inteligencia emocional, pero con lo que acabo de leer, para mí, está claro, más que claro lo que quiere transmitirnos. Creo que como seres humanos todos buscamos esa paz mental, y menos la podemos atrapar, aunque está en nuestro interior, cuando estamos atravesando alguna dificultad de la que parece no vamos a salir.
Su madre volvió a recordarle algo que usted ya sabía de antemano con todo lo que ha tenido que vivir, doctor, pero existen ocasiones que necesitamos ese empujoncito para volver al cauce, para volver al camino, para seguir adelante y convertirnos en campeones y en estrellas de nuestras propias competencias y programas de televisión personal. Los hijos pequeños, aunque no los tengo todavía, sé que son ese canal emocional para encontrar mucho más fácil el camino que tal vez estaba perdido para nosotros como adultos, lo he podido comprobar cuando he trabajado con niños en el servicio de Pediatría.
Me encantó la canción, me hizo mover los pies y ya imagino en parte lo que pudieron pasar usted y el doctor Benjamín en ese karaoke. Muchas gracias por su anécdota, doctor Ezequiel, siempre es un gusto leerlo, espero que su próxima publicación sea pronto.
Saludos y muchas bendiciones, un gran abrazo para Konstanze, para usted y toda la familia que los acompaña.
Que tengan un excelente inicio de semana y que Dios los bendiga grandemente.
Ezequieeel, mi hermano pana del alma, que alegria leerte de nuevo en una publicación en tu casa virtual, gracias por abrir tus puertas y encender la luz de tu casa, con tu permiso pasaré para conversar contigo mi hermano porque los que nos compartes es muy profundo, te leí con calma, creo porque así lo escribiste y fue bonito leer tus vivencias, reflexiones y enseñanzas.
No tengo de tu escrito una frase especial para guardar en mi corazón como aprendizaje para aplicarla a mi vida sino TODO el texto es una enseñanza y lo guardé completico en mi corazón, todo lo expresaste de una manera muy sentida y es por eso que los que hemos tenido momentos en que la paz mental nos ha abandonado pues nos sintamos identificado o reflejados en tus letras.
Lo que mencionas de los resentimientos o rencores es muy cierto, de hecho guardar rencor es como colocar una cadena invisible pero fuerte que te amarra a esa persona que te lastimó o a ese momento doloroso que viviste, por eso el perdón más que un acto de misericordia con la otra persona, es más un acto de amor propio, porque trae paz a uno mismo, te libera y aunque parezca imposible, si te liberas de verdad verdad te puede traer olvido.
Hay perdones que se le concede a personas que le das no solo el pasaporte del perdón, sino el de más nunca, o sea, deja de existir y la mente, el corazón y los sentimientos la alejan tanto de ti que hasta se te olvida que existió, por lo cual, no habrá rencor, no habrá recuerdos ni nada y eso es una manera de libertad, de paz.
Hermano Amigo, contigo siempre estaré muy agradecida y cada vez que lo recuerde te haré saber mi agradecimiento, porque gracias a ti, a tu paciencia para escuchar y tu sabiduría y calidad humana yo estoy bien, estoy en este mundo, porque cuando la ansiedad la desesperación y hasta el cansancio que me producía la vida, en esos momentos de debilidad mental y emocional que yo tenía usted me tendió la mano y me escuchó, usted sin darse cuenta salvo una vida.
El video está chévere la música suena alegre y la chica del violín lo hace excelente. Gracias por compartirlo
Te envío un abrazote gigante y a Konstanze también, a mis sobrinos que Dios me los bendiga, me los cuide, me los ampare y me los favorezca, bendiciones miles para todos ustedes, que tengan feliz inicio de semana🤗🙏❤️✨