Evitemos que la ansiedad nos impida disfrutar del presente

A menudo, nos preocupamos por situaciones que aún no han sucedido, imaginamos escenarios catastróficos y sentimos que debemos estar preparados para cualquier adversidad. Pero en ese afán de prever lo que viene, dejamos de saborear el presente. Nos sentamos a compartir con nuestra familia, pero nuestra mente divaga en preocupaciones laborales. Caminamos por la calle, pero en lugar de sentir el sol sobre la piel o el viento acariciándonos, estamos atrapados en un torbellino de pensamientos. Nos dormimos agotados, no por el día vivido, sino por las angustias que nos atormentan.

La ansiedad nos hace creer que, al preocuparnos, estamos tomando el control. Pero la realidad es que muchas de las cosas que nos inquietan jamás sucederán. Y aquellas que sí ocurren, rara vez son tan terribles como las imaginamos. Es un engaño de nuestra mente que nos mantiene en un estado de alerta constante, drenando nuestra energía y robándonos la capacidad de disfrutar los pequeños placeres de la vida.

Aprender a soltar la ansiedad no significa ignorar las responsabilidades o descuidar el futuro, sino aprender a confiar en que podemos enfrentar lo que venga sin necesidad de vivir en constante tensión. No se trata de eliminar por completo la ansiedad, sino de no permitir que nos domine. La clave está en volver una y otra vez al presente, recordarnos que este momento es lo único que realmente existe.

Respirar profundamente, observar lo que nos rodea, sentir nuestro cuerpo y escuchar los sonidos del ahora son formas de anclarnos en el presente. Cuando la ansiedad nos abruma, podemos detenernos y preguntarnos: "¿En este preciso instante, hay algo que realmente esté amenazando mi bienestar?" La mayoría de las veces, la respuesta es no. Lo que nos angustia no es lo que está ocurriendo, sino lo que tememos que ocurra.

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Es posible entrenar la mente para disfrutar más del aquí y el ahora. Podemos practicar la gratitud, enfocarnos en las sensaciones del presente y aprender a aceptar la incertidumbre. La vida nunca nos dará garantías absolutas, pero sí nos ofrece miles de pequeños momentos que podemos disfrutar si decidimos prestarles atención.

Cada día tenemos la oportunidad de elegir cómo queremos vivir. Podemos seguir atrapados en la ansiedad, perdiéndonos lo que sucede a nuestro alrededor, o podemos empezar a soltar el miedo y sumergirnos en la belleza del presente. La vida ocurre en este instante, en este respiro, en esta sensación. No permitamos que la ansiedad nos impida vivirla.