Hola, apreciados lectores, hoy les vengo a contar una anécdota con mi hija en la playa.
Una vez más digo que las cosas sin planear tanto salen mucho mejor.
Esta semana que pasó, Gabriela, que es una amiga, se estaba quedando en la casa por un problema familiar, un día le digo a mi esposo que vayamos a la piscina ya que teníamos el flotador para la niña, a lo que él me respondió. ¿Y si mejor nos vamos a la playa que es más económico le dije que estaba bien, y le digo a Gaby, te quedas un día más aquí que mañana nos vamos a la playa, le avisamos a su papa y al día siguiente preparamos todo.
la de pelo rojo es gabriela y la de pelo negro soy yo
nos fuimos con la niña cargada hasta la parada a esperar el autobús, cabe destacar que lo esperamos por más de dos horas, tomando en cuenta que llegamos a las diez de la mañana, llegamos a la playa como a las doce del mediodía, y nos informaron que cerraba a las cinco de la tarde.
Guindamos la hamaca y nos pusimos a inflar el flotador. ESA COSA ES DEMASIADO GRANDE. Así que no lo pudimos inflar ni mucho menos usar, decidimos bañarnos por turnos para que alguien se quedara con las cosas y la niña.
Un acontecimiento gracioso fue con la hamaca, cuando nos sentamos a comer los tres en ella el mecate se rompió y caímos al piso, imagino yo que por el tiempo guardado el mecate estaba medio podrido y ya no soportaba mucho peso, entonces decidimos usarla también por turno.
En la playa disfrutamos bastante ya que al ser día de semana estaba prácticamente sola, el agua tibia y con pocas olas.
A la niña le dio “medio asquito” la arena y solo se sentaba conmigo o con su papa, cuando la puse a caminar fue gracioso porque caminaba de puntitas para no llenarse los pies de arena, pensé por su reacción que también iba a tenerle un poco de miedo al agua,
pero fue todo lo contrario, le encanto el mar, jugaba con el agua, y cuando yo la sumergia no lloraba, de verdad que se lo disfrutó más que nosotros y poco a poco le perdió el miedo a sentarse en la arena, pero el asco aun esta alli porque cuando me sentaba con ella siempre se sentaba arriba de mi y subía sus piecitos para no tocarla.
Realmente para ser un viaje poco planeado, la pasamos fino, nos quitamos un poco el estrés y las malas vibras que teníamos encima, y como dice mi esposo; de vez en cuando una escapada así, funciona para recargar las energías.
Una historia corta, que decidí contarles para que ustedes se animen a hacer planes sin pensarlo tanto ya que de vez en cuando hacerlo genera adrenalina y al mismo tiempo pueden tomarse un momento para relajarse, bajar los niveles de estrés y salirse un poco de la rutina.
Se despide de ustedes ladyclavel gracias por leerme nos encontraremos en una nueva publicación. recuerda comentar para conocerlos un poco más e interactuar con ustedes
Les envío un abrazo virtual, los quiero.