¡Hola Cryptomundo!
En este post les comparto tres inicios de novelas que siempre vienen a mi mente.
—Vine a Comalá porque me dijeron que aquí vivía mi padre, un tal Pedro Páramo…
— El coronel destapó el tarro del café y comprobó que no había más de una cucharadita.
(Recuerdo este inicio en francés)
— Aujourd’hui maman est morte … (Hoy, mi madre ha muerto.)
¿Y tú tienes el inicio de una novela o cuento que viene constantemente a tu mente?
¿O quizás tienes el final?
Lo curioso es que siempre empezaba a leer las novelas por el final, si me gustaba el final empezaba a leer la novela. Y por alguna razón estos tres inicios vienen constantemente a mi mente, mientras flotan en mi corazón. Se quedaron incrustadas en mi piel. Las habré leído un par de veces.
Pedro páramo seguro 3 veces y otras tantas releída de fragmentos cuando finalmente entendí que todos estaban muertos.
El coronel no tiene quien le escriba, primero viene a mi mente la imagen del coronel haciendo café. Luego llega poco a poco la primera frase.
El pasaje del café que se le termina al personaje Aurelio? Lo podemos entender desde el pueblo donde se acostumbra a beber café hirviendo el agua con un poco de polvo que muchas veces está guardado en botes de lata.
Me hace pensar en una equivalencia con el pasaje de las madalenas de En busca del tiempo perdido…
También me llena la imagen de octubre, especialmente por la semejanza del clima en mi pueblo de Veracruz, México.
Quizás por esa sensación de pertenencia se quedan incrustados esos inicios, a pesar de ser intensamente profundos y que asustarían al que nunca a vivido escenas parecidas.