Ayer me tocó despedir a una pequeña que fue mucho más que una simple gallina en nuestra vida: Kikirita. Hace casi 6 años, llegó de una manera inesperada. Mi gato la trajo, como parte de su instinto cazador, y así comenzó la historia de una amistad que, aunque extraña para algunos, se volvió un lazo fuerte y lleno de cariño. Con ella, llegó Bartola, otra gallina que mi gato también cazó un año después. Ellas se convirtieron en compañeras inseparables.
Kikirita, a pesar de ser más pequeña de cuerpo, siempre fue la que mandaba. Bartola, más grande y fuerte, la respetaba de una forma que siempre me sorprendió. Kikirita tenía su carácter: era tranquila, pero cuando algo no le gustaba, no dudaba en darle algún picotazo a Bartola para recordarle quién estaba al mando. Siempre me hizo sonreír ver cómo, a pesar de la diferencia de tamaño, era Kikirita quien ponía las reglas, supongo que por ser la mayor en edad.
Me preocupa cómo Bartola llevará ahora la ausencia de su compañera, ya que siempre han estado juntas. Ver a una sin la otra será doloroso, porque eran inseparables.
Yesterday, I had to say goodbye to a little one who was much more than just a chicken in our life: Kikirita. Almost six years ago, she came to us in an unexpected way. My cat brought her, as part of his hunting instincts, and that’s how the story of a friendship began—one that, although strange to some, became a strong bond filled with affection. Along with her came Bartola, another chicken my cat caught a year later. They became inseparable companions.
Kikirita, despite being smaller in size, was always the one in charge. Bartola, larger and stronger, respected her in a way that always surprised me. Kikirita had her own character: she was calm, but when something didn’t please her, she wouldn’t hesitate to give Bartola a peck to remind her who was in charge. It always made me smile to see how, despite the size difference, it was Kikirita who set the rules, I suppose because she was the older one.
I’m worried about how Bartola will handle the absence of her companion, as they’ve always been together. Seeing one without the other will be painful because they were inseparable.
Hace unos días, noté algo distinto en Kikirita. No se levantaba temprano como lo hacía siempre, y aunque seguía comiendo y tomando agua, su comportamiento cambió. Empezó a moverse menos, a estar más débil, y cada día me preocupaba más. Pensé que quizás se le había atascado un huevo, lo que puede ser un problema común en las gallinas, así que intenté revisarla, con mucho cuidado.
Al no sentir ningún huevo en su conducto, decidimos llevarla al veterinario. Es difícil encontrar un veterinario que sepa tratar con gallinas, ya que suelen especializarse en perros o gatos, pero tuve la suerte de encontrar a uno. Aunque fue caro, valía la pena, porque Kikirita lo merecía.
Ayer fue el día en que tuvimos que llevar a Kikirita al veterinario, ya que se había debilitado mucho. Después de examinarla, confirmó que tenía un huevo atascado, pero estaba muy adentro, por eso no lo había sentido cuando la revisé. Si bien es bastante común que a estos animalitos se le atoren los huevos, la mayoría se quedan en la entrada, lamentablemente no fue el caso de Kikirita.
El veterinario decidió sedarla para intentar extraerlo, pero su cuerpecito no resistió. Falleció durante la anestesia. Fue un golpe duro, pero me consuela saber que no sufrió más y que intentamos todo lo que estuvo a nuestro alcance.
Sé que para algunos las gallinas son solo animales de granja, criadas para el consumo humano. Sin embargo, para mí, Kikirita era una compañera especial. Me da tristeza su partida, la extraño, inclusive hoy hice comida para las dos, siento que aún está aquí.
Ahora solo queda seguir adelante y cuidar de Bartola, esperando que ella también pueda sobrellevar la ausencia de su amiga.
Kikirita, voy a extrañar tus picotazos cariñosos 😅. Gracias por los momentos de alegría y por ser una parte tan especial de mi vida 🐔.
A few days ago, I noticed something different about Kikirita. She wasn’t getting up early like she always did, and although she kept eating and drinking, her behavior changed. She started moving less, growing weaker, and each day I became more concerned. I thought maybe she had an egg stuck, which can be a common problem in chickens, so I tried to check her carefully.
Not feeling any egg in her tract, we decided to take her to the vet. It’s hard to find a vet who knows how to treat chickens since they usually specialize in dogs or cats, but I was lucky to find one. Although it was expensive, it was worth it because Kikirita deserved it.
Yesterday was the day we had to take Kikirita to the vet, as she had grown very weak. After examining her, the vet confirmed that she did have an egg stuck, but it was very deep, which is why I hadn’t felt it when I checked. While it’s common for these little creatures to get eggs stuck, most of them remain near the entrance, but unfortunately, that wasn’t Kikirita’s case.
The vet decided to sedate her to try and remove it, but her little body couldn’t handle it. She passed away during the anesthesia. It was a hard blow, but it comforts me to know she didn’t suffer anymore and that we tried everything within our reach.
I know for some, chickens are just farm animals, raised for human consumption. However, to me, Kikirita was a special companion. I feel sad about her passing, I miss her—even made food for both of them, feeling like she’s still here. Now, I can only move forward and take care of Bartola, hoping that she, too, can cope with the absence of her friend.
Kikirita, I’m going to miss your affectionate pecks 😅. Thank you for the joyful moments and for being such a special part of my life 🐔.