Heladería de los 1000 sabores.

La experiencia que la vida nos pueda permitir disfrutar es lo que hace que crezcamos como seres humanos, como personas de bien si tomamos las decisiones correctas.

Uno de los lugares que amé visitar, fue una heladería en Mérida, Venezuela, donde la variedad de sabores es casi interminable. Claro que hay una cierta cantidad, pero se hace más larga cuando los mezclamos para dar otros sabores.

En Venezuela hay una variedad de frutas con las cuales se hacen estos helados artesanales. La heladería de los mil sabores, es un lugar que hay que visitar alguna vez en la vida.

Lo mejor de todo, es que la cantidad no es un problema. No dan poquito, sino que dan la cantidad perfecta para que nos sintamos bien atendidos y con ganas de más. ¿Engorda? Nooo, el helado jamás engorda, porque quienes engordamos somos nosotras, jaja.

En esa ocasión, fui con mi amiga, y es que ella es como mi hermana Mery, que ahora se encuentra viviendo en los Estados Unidos, y con Sebastián, su hijo menor. Probamos muchos sabores, disfrutamos de buenos momentos porque apenas parte de la familia había visto la migración como una opción para mejorar la economía de la familia.

En Chile, también hay helados artesanales muy buenos, pero siempre he creído que el mejor sabor es el la casa, el de mi mamá y el de mi país.

Espero encontrarnos algún día y volver a disfrutar de nuestra compañía y nuestras historias. Dicen que recordar es vivir... yo prefiero volver a repetir las historias.

Me despido dejándoles una canción de mi ciudad, Maracaibo, porque la gaita me traslada a Venezuela.