Maat, heroína emplumada. (Historia de Ficción) (1)

Anochecía y como era costumbre una hermosa lorita verde surcaba el cielo a toda velocidad rumbo a lo desconocido; o eso creía Elsa, su dueña.

Había comprado a la pequeña avecilla en una tienda para mascotas. Su esposo y fiel compañero de vida había fallecido hacía poco más de un mes, dejándola sumida en una profunda tristeza. No habían engendrado hijos así que la soledad era aún más difícil de sobrellevar por lo que decidió buscar compañía.

No buscaba las mascotas habituales: perros o gatos. Vivía en el octavo piso de una zona residencial en Ciudad Caótica con lo cual bajarlas a pasear y hacer sus necesidades era un reto para ella, ya envejecida y por demás temerosa del ascensor. Un ave sería lo ideal, solo era cuestión de limpiar su pequeña jaula y proveerle lo necesario.

Deseaba una cacatúa, las verticales plumas de su cabeza siempre llamaron su atención, cual llamativa cresta. Revisaba las jaulas buscando su futura compañera cuando escuchó unas palabras que la sorprendieron:

-Elsa, llévame contigo. ¡Seremos buenas amigas!-

La frase era repetida una y otra vez por una lorita que la miraba directo a los ojos, intentando decirle algo.

Tanta era su insistencia que el dueño de la tienda tomó un paño grande y oscuro para tapar la jaula. Solo así lograría silenciar al ave parlanchina. Pero doña Elsa se interpuso alegando que no era necesario, había robado su corazón.

Pagó por ella el precio pactado y pidió además la jaula más cómoda y hermosa que había allí. Eran todos sus ahorros pero estaba feliz de que sirvieran para acoger a su nueva amiga, con quien esperaba pasar sus últimos años de vida. Sostuvo con fuerza la jaula y salió a la calle en dirección a su apartamento.

Por primera vez en varios días sonreía. Miraba a la pequeña emplumada mientras pensaba:
-¿Cómo supo mi nombre? ¡Esto es algo increíble!-

Mientras el pájaro la miraba con sus ojillos brillantes, como agradecido. La conexión era innegable.

Llegaron hasta el umbral del edificio. Elsa entró al ascensor muy nerviosa y estaba a punto de pulsar el botón cuando la lorita dijo:
-¡Canta una bonita canción! Las canciones espantan los miedos.-

Entonces la anciana recordó aquella melodía que cantaba junto a su amado esposo y comenzó a tararearla. En principio lo hizo en silencio pero a medida que soltaba cada sílaba se entonaba más y más. Para cuando llegaron al octavo piso su vocecita resonaba por doquier ante las miradas sorprendidas de los vecinos.

Entró a casa y colocó la jaula en medio del balcón, sobre una mesita. Ese lugar se le antojaba perfecto para ella ya que desde allí podría contemplarlo todo.

-Tal vez se sienta más libre.- pensó.
A lo que el avechucho repitió varias veces:
-¡Libre! ¡Libre!-

Elsa quedó paralizada. Parecía que la lorita leía sus pensamientos.

-Es hora de ponerte un nombre, preciosa de mi corazón- dijo la señora cariñosamente.

-Me llamo Maat. Ya tengo nombre. ¡Dime Maat!- dijo la lorita.

-¡Qué nombre tan raro!- pensó Elsa. -Pero suena gracioso y me gusta. Te llamaré como pides.- le dijo mientras acariciaba sus plumas a través de las rejas de la jaula.

Colocó su alimento y se sentó junto a ella. Llevaba días sin asomarse al balcón y la brisa le resultó tan placentera como los rayos del sol que acariciaban su cansado cuerpo.

El día transcurrió como de costumbre excepto que la lorita parlanchina no se callaba ni un segundo. Elsa ya no se sentía sola, por el contrario, la compañía era tan agradable que miraba a Maat como un preciado regalo divino, no tenía otra explicación para la situación que estaba viviendo.

... Continuará ...

Historia de Ficción creada para blurt.

El nombre "Ciudad Caótica" pertenece a mi Gran Amigo @BidBDP y a sus historias del BigVERSO, las cuales pueden encontrar en su perfil. En una de ellas y sus personajes me inspiré para crear este relato que les estaré compartiendo en varios capítulos.

Imágenes propias creadas en CreArt app y utilizadas para complementar la historia.

Banners propios creados para #blurt.