Maat, heroína emplumada. (2)

Luego de un día maravilloso llegó la noche. Era la primera que Elsa y su lorita compartían juntas en casa. Para ese momento ya la jaula estaba en la sala, en un rincón calentito y seguro.

La anciana tejía un mantelito para colocarlo sobre la casita de su nueva amiga. A su lado tres ovillos de color rojo, azul y blanco que combinarían perfectamente. El ambiente era amenizado por canciones antiguas de una vieja radio que, en tono bajo, alegraban el lugar.

De pronto la lorita comenzó a gritar a viva voz:
-¡Abre el cerrojo! ¡Ábrelo ahora! ¡Tengo prisa por salir!-

Elsa dió un brinco en su asiento sorprendida para luego dejar de hacerle caso. Continuó tejiendo tranquilamente pero Maat retomó su pedido a gritos. Estaba tan insoportable que la anciana no sabía qué hacer. En un momento de desesperación, viendo que el ave no cerraba su pico y por temor a las quejas de sus vecinos abrió el cerrojo de la jaula y luego la puerta.

Lo que vino después no es necesario describirlo. El ave voló a toda prisa perdiéndose en el horizonte mientras Elsa se daba cuenta del error cometido.

-Jamás la volveré a ver. ¡Qué tonta he sido! Cómo pude creer que el ave comprendería lo que decía.- se recriminaba.

Arrepentida de su proceder y viendo que la noche reinaba, decidió acostarse. Dejó una pequeña ventana abierta con la esperanza de que, por cuestión de milagro, Maat regresara en algún momento.

La noche se le hizo eterna, daba vueltas en la cama sin poder cerrar los ojos. No entendía cómo era posible que la felicidad se le hubiese ido volando en cuestión de segundos. La culpa la mataba tanto como el silencio que unas horas antes había sido algarabía. Se sentía tan triste que las lágrimas rodaron por sus mejillas. Finalmente el cansancio la venció y quedó completamente dormida.

Los rayos del sol la despertaron. Despacito se sentó a la orilla de la cama y cerró las cortinas. La claridad molestaba sus arrugados ojos lastimados del desvelo de la noche anterior.

Pasados unos minutos se puso de pie para ir a por un té que calentara su alma. Cabizbaja caminó hasta la cocina sin voltear a mirar a la sala. Le dolía el corazón de solo pensar en lo ocurrido.

La tetera humeante avisaba que el agua estaba lista. Se disponía a colocar dentro de la jarra el sobrecito de té negro cuando escuchó decir:

-Mejor té de cereza porque espanta la pereza.-

Miró hasta la sala y no pudo creer lo que veía. ¡Ahí estaba la lorita Maat! Dentro de su jaula dorada, como si jamás se hubiese ido.

Elsa restregó sus ojos y pellizcó su arrugado brazo. Era cierto, no era un sueño, Maat estaba de vuelta. Caminó hasta ella y la vio divertida repetir:
-Buen día con alegría.-

Poco a poco se acercó hasta la jaula y suavemente colocó el cerrojo en su posición habitual. Luego deslizó su mano a través de la reja para acariciar las plumas de su verde cabecita. Nuevamente se llenó de energías y la alegría volvió a reinar en el hogar.

El día fue estupendo. Maat repetía frases positivas y graciosas. Elsa tejía y realizaba los quehaceres del hogar con júbilo. Ya no se sentía sola, por el contrario, disfrutaba de la agradable compañía de su lorita.

Pero nuevamente la noche cayó y con ella la desesperación del ave por salir. Comenzó a clamar que Elsa le abriera la puerta con la misma insistencia de la noche anterior. Fue tanta la algarabía que uno de los vecinos furioso gritó:

-¡Calla ese maldito loro o lo callo yo mismo! Solo sabe chillar y chillar. Es imparable.-

Entonces Elsa comprendió que solo ella podía entender al ave, que donde ella escuchaba frases y palabras los demás percibían chillidos y graznidos.
-¡Su conexión es solo conmigo!- dijo sorprendida.
A lo que el ave repitió:
-¡Solo contigo!- y volvió a clamar por libertad.

La doña se acercó a las rejas y llena de temor liberó a su amiga. Esta vez el pájaro sobrevoló la casa, se posó en el hombro de su dueña y la tranquilizó diciendo:
-¡Regresaré! ¡Regresaré!-

El reloj anunció la hora del descanso y la anciana fue a su habitación. A diferencia de la otra partida ya no sentía temores ni dudas. Algo dentro de si le reportaba la tranquilidad de haber hecho lo correcto. Apenas colocó la cabeza en la almohada sus ojos se cerraron hasta el día siguiente en que se repitió la misma escena donde, como por arte de magia, Maat estaba en su jaula tranquila y serena.

Se saludaron como de costumbre y poco a poco la situación se fue volviendo rutina.

Cada noche la lorita Maat salía, ya ni siquiera tenía que pedirlo porque Elsa la dejaba libre revolotear junto a ella por toda la casa. Y cada mañana aparecía en su sitio. La doña se preguntaba a dónde iría y qué haría durante las horas de oscuridad, a la luz de la luna.

... Continuará ...

Historia de Ficción creada para blurt.

El nombre "Ciudad Caótica" pertenece a mi Gran Amigo @BidBDP y a sus historias del BigVERSO, las cuales pueden encontrar en su perfil. En una de ellas y sus personajes me inspiré para crear este relato que les estaré compartiendo en varios capítulos.

Imágenes propias creadas en CreArt app y utilizadas para complementar la historia.

Banners propios creados para #blurt.