Hoy estuve pensando en la gratitud. No porque haya pasado algo extraordinario, sino porque a veces me gusta detenerme y observar lo que tengo alrededor. Es curioso cómo la mente tiende a enfocarse en lo que falta, en lo que no salió bien o en lo que podría mejorar, pero ¿qué pasaría si hiciéramos un esfuerzo consciente por notar lo bueno, por pequeño que sea?
Agradecer no es solo decir "gracias" cuando alguien nos hace un favor. Es una forma de ver la vida, de entrenar la mente para reconocer las cosas positivas que nos rodean. Es detenerse un momento y darse cuenta de que, aunque no todo sea perfecto, hay algo por lo que podemos sentirnos afortunados. Y cuando lo hacemos, algo cambia. Nos sentimos más ligeros, más en paz, más conectados con el presente.

Muchas veces creemos que la gratitud es una respuesta a los grandes logros o a los momentos felices, pero en realidad es al revés. No es la felicidad la que nos hace agradecer, sino la gratitud la que nos acerca a la felicidad. Cuando aprendemos a agradecer, dejamos de dar por sentadas las cosas que tenemos y empezamos a verlas con nuevos ojos. Un día común puede convertirse en especial solo porque nos detenemos a notar su valor.
Aplicar la gratitud en la vida diaria no requiere grandes esfuerzos. Es simplemente un cambio de enfoque. Puede ser tan sencillo como escribir cada noche tres cosas por las que estamos agradecidos, o tomarnos un minuto en la mañana para respirar profundo y valorar el hecho de estar vivos. Puede ser decirle a alguien cuánto apreciamos su presencia, o incluso agradecerse a uno mismo por lo que ha logrado hasta ahora.

A veces, la gratitud es lo único que necesitamos para cambiar nuestro estado de ánimo. Un día difícil puede volverse un poco más llevadero si encontramos algo, aunque sea pequeño, por lo que sentirnos agradecidos. Tal vez fue una sonrisa inesperada, una conversación agradable, un café caliente en medio de una mañana fría. Lo que sea. Lo importante no es el tamaño de lo que agradecemos, sino el hábito de hacerlo.
No digo que la gratitud resuelva todos los problemas ni que sea una fórmula mágica para evitar dificultades. Pero sí puede ayudarnos a afrontarlas con otra perspectiva. En vez de enfocarnos solo en lo que nos falta, nos permite ver lo que sí tenemos. Y cuando hacemos esto de forma constante, nuestra manera de ver la vida cambia. Nos sentimos más satisfechos, menos ansiosos, más en paz con lo que es y con lo que vendrá.

Así que hoy, sin importar cómo haya sido tu día, intenta encontrar algo por lo que puedas estar agradecido. No tiene que ser algo grande ni perfecto, solo algo que te recuerde que, a pesar de todo, hay razones para valorar el momento presente. Y si mañana repites el ejercicio, y pasado mañana también, tal vez con el tiempo descubras que la gratitud no es solo un acto, sino una forma de vivir.

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