Hoy tuve uno de esos días en los que parece que la vida te lleva a reflexionar, casi como si te empujara suavemente a detenerte un momento y observar qué estás haciendo, hacia dónde vas, y sobre todo, cómo estás viendo las cosas. La verdad es que no tenía un plan fijo, solo dejé que el día fluyera. Caminé sin rumbo, me senté un rato en un banco cualquiera y dejé que el sol me cubriera mientras trataba de conectar conmigo mismo.

En medio de ese rato de introspección, me vino una idea clara: nuestra visión personal lo es todo. La forma en que vemos el mundo, nuestras metas, y hasta los problemas que enfrentamos, determina directamente cómo actuamos. Es curioso porque muchas veces estamos tan enfocados en el ruido exterior, en lo que los demás piensan o esperan de nosotros, que olvidamos mirar hacia adentro.
Y es ahí donde se juega todo. No sé si les ha pasado, pero hay momentos en los que la rutina y las obligaciones empiezan a ocupar tanto espacio que dejamos de preguntarnos si realmente estamos alineados con lo que queremos. A veces seguimos avanzando como si el piloto automático se encargara de todo, y en ese estado, nuestra visión se nubla. Sin una dirección clara, nuestras acciones pierden sentido, se vuelven mecánicas.
Pero cuando tenemos claridad, todo cambia. Incluso los retos más grandes pueden transformarse en oportunidades. Recuerdo una frase de Viktor Frankl que alguna vez leí: “Cuando no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”. Y creo que esa es la clave. No es tanto lo que pasa fuera de nosotros, sino cómo elegimos interpretarlo.

Hoy, por ejemplo, mientras caminaba, me cuestioné algo que llevo arrastrando desde hace semanas. He estado trabajando en muchos proyectos, algunos avanzan bien, otros no tanto, y en medio de todo esto, me di cuenta de que había perdido de vista el “para qué”. ¿Por qué estoy haciendo lo que hago? ¿Qué estoy buscando realmente? Fue ahí cuando entendí que mi visión había estado un poco desenfocada, y claro, eso estaba impactando directamente en mis acciones.
Porque la visión personal no es solo tener un sueño o una meta, es saber qué lugar ocupas en todo lo que estás haciendo. Es entender qué quieres aportar al mundo, qué estás dispuesto a hacer para lograrlo y, sobre todo, por qué lo haces. Y cuando eso está claro, las decisiones son más fáciles, incluso si implican riesgos o sacrificios.

Creo que a veces nos da miedo detenernos y cuestionarnos, porque tememos descubrir que lo que estamos haciendo no nos llena, o que tal vez necesitamos cambiar el rumbo. Pero el verdadero peligro no está en descubrirlo, sino en ignorarlo. Si seguimos avanzando sin un propósito claro, solo estamos dejando que la vida nos pase, en lugar de ser nosotros quienes le demos dirección.
Así que hoy, mientras me despido del día, me quedo con esta reflexión: nuestra visión es como ese faro que nos guía en medio de la oscuridad. Si está claro, no importa cuán turbulentas sean las aguas, sabremos hacia dónde ir. Y si no lo está, siempre podemos tomarnos un momento, como hoy, para reajustarlo. Al final, lo más importante no es la velocidad, sino que cada paso que demos tenga sentido.

** Your post has been upvoted (30.66 %) **
Curation Trail is Open!
Join Trail Here
Delegate more BP for bigger Upvote + Daily BLURT 😉
Delegate BP Here
Upvote
https://blurtblock.herokuapp.com/blurt/upvote
Thank you 🙂 @tomoyan