Más Allá del Velo del Amazonas: El Enigma del Coronel Percy Fawcett (Relato de ficción) (ESP/ ENG)

Marco Antonio, aún aturdido por la experiencia sobrenatural que acababa de vivir, se encontró en el campamento con el coronel Percy Fawcett. La selva a su alrededor parecía tener un matiz diferente, como si la realidad misma hubiera sido alterada por la historia que estaba a punto de escuchar.

El coronel Fawcett, en un tono calmado pero lleno de misterio, comenzó a relatar los eventos que ocurrieron en 1925. Él, su hijo Jack y el amigo de Jack, Raleigh, se aventuraron en el denso Mato Grosso en Brasil, un terreno inhóspito que desafiaba incluso a los exploradores más experimentados.

Mientras avanzaban entre la maleza, un fenómeno extraordinario cambió para siempre sus vidas. Frente a ellos, un enorme agujero se abrió en el suelo, revelando un vórtice que parecía desafiar las leyes naturales. En el interior, una criatura colosal, parecida a un dinosaurio, caminaba majestuosamente. La curiosidad y la determinación impulsaron al coronel Fawcett a adentrarse en el vórtice, seguido de cerca por Jack y Raleigh.

Al otro lado, encontraron lo impensable: la majestuosa Ciudad Z. Un lugar donde criaturas prehistóricas vagaban libremente entre antiguas estructuras. La ciudad, en toda su grandeza, se alzaba como un testamento a una civilización perdida en el tiempo. Pero, cuando quisieron regresar, el portal desapareció, dejándolos varados en ese lugar anacrónico.

Lo sorprendente fue que, mientras para Marco Antonio pasaron años desde la desaparición de Fawcett en la jungla, incluso cuando él ni siquiera había nacido, para el coronel y sus compañeros, solo habían transcurrido unas pocas horas. El tiempo parecía comportarse caprichosamente en la Ciudad Z, como si estuviera atrapado en una dimensión paralela.

Deseoso de compartir su descubrimiento con el mundo, Marco Antonio exploró cada rincón de la ciudad, maravillándose ante la maraña de pasado y presente que se entrelazaba en ese lugar extraordinario. La existencia de criaturas prehistóricas y una civilización perdida eran secretos que esperaba revelar al mundo.

Lleno de emoción, el joven decidió interactuar con las criaturas que deambulaban por la ciudad. Con imprudente entusiasmo, intentó subirse al lomo de uno de los dinosaurios que pacíficamente pastaban en la zona. Sin embargo, la realidad le jugó una mala pasada, y con un tropiezo, cayó al suelo. Fue entonces cuando se despertó, pero no en la Ciudad Z.

El campamento en el que se encontraba ahora estaba lleno de guías locales que lo miraban con sorpresa. Marco Antonio, extasiado, comenzó a contar su increíble experiencia: la ciudad perdida, los dinosaurios, el tiempo distorsionado. Sin embargo, sus palabras fueron recibidas con escepticismo.

Uno de los guías le informó que, al separarse del grupo en la jungla, fueron a buscarlo y lo encontraron a la orilla de un río con una herida en la cabeza. Para ellos, no había ninguna Ciudad Z ni criaturas prehistóricas; todo parecía indicar que Marco Antonio había sufrido un sueño o alucinación inducida por el agotamiento y el golpe en la cabeza.

La incredulidad se extendió, y uno de los guías mencionó que en Mato Grosso, todos sabían que el general Percy Fawcett y su expedición habían sido asesinados por la tribu kalapalos. La verdad, sin embargo, era mucho más compleja. Brian Fawcett, el hijo menor del coronel, conocía la realidad, pero por la ambición de mantener la figura de su padre como un héroe y lo que esto generaba económicamente, optó por ocultar la verdad sobre lo que realmente sucedió en aquella expedición. Incluso sí esto significaba jamás darle sepultura a su padre y hermano mayor.

Así, la línea entre la realidad y la fantasía se difuminaba para Marco Antonio. La Ciudad Z y sus maravillas, la historia de Fawcett y sus viajes a través del tiempo, todo quedaba suspendido en un velo de incertidumbre. La selva amazónica, con sus secretos ocultos y dimensiones inexploradas, continuaba siendo un misterio impenetrable, donde los límites entre lo real y lo extraordinario se desdibujaban en la penumbra de la jungla.