(ESP/ENG) Las Cartas

in blurt-1683810 •  4 days ago 

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Sofía había aprendido a convivir con el vacío que dejó Daniel al morir. Aunque un año había pasado, el recuerdo de su sonrisa aún la perseguía, y cada rincón de la casa estaba impregnado de su esencia. Sin embargo, todo cambió el día que encontró un sobre extraño en su buzón: una carta sin remitente que parecía escrita por Daniel.

"Sofía, siempre te amaré. Ve al café donde nos conocimos. Hay algo que necesitas saber."

Confundida y asustada, Sofía se debatió entre ignorar la carta o seguir sus indicaciones. El dolor de perderlo aún estaba fresco, y el tono del mensaje avivó una chispa de esperanza. Contra todo instinto, decidió acudir al café.

El café estaba casi vacío cuando llegó. Sofía se sentó en la misma mesa donde, años atrás, había conocido a Daniel. Se sentía fuera de lugar, como si las sombras del pasado la estuvieran observando. El camarero le sonrió con amabilidad, pero ella apenas notó el gesto. Sobre la mesa, había una caja de madera con un libro en su interior: Crimen y Castigo. Mientras lo abría, notó que dentro había una nota escrita con la misma caligrafía que la carta:

"Todo lo hice por nosotros. Busca en el cajón del escritorio que está en mi antigua oficina."

El mensaje la inquietó. ¿Qué significaba "todo lo hice por nosotros"? ¿Por qué Daniel había dejado esas instrucciones tan precisas? Mientras pensaba, el peso de la curiosidad venció a su miedo. Decidió regresar a casa y buscar en el escritorio que Daniel solía usar.

Sofía apenas había cruzado la puerta de su casa cuando, de repente, un golpe firme resonó en la entrada. Al abrir, se encontró con dos oficiales de policía, un hombre y una mujer, que la miraron fijamente. La mujer sostuvo un documento en la mano.

—¿Señorita Sofía Ruiz? —preguntó el oficial con tono serio.

—Sí, soy yo. ¿Qué sucede? —respondió Sofía, notando que su corazón comenzaba a latir más rápido.

—Estamos llevando a cabo una investigación sobre Daniel Herrera. Tenemos una orden de registro para inspeccionar toda la casa —respondió el oficial, mostrándole la orden judicial.

El estómago de Sofía se hundió. No podía creer lo que escuchaba. ¿Por qué la policía estaba investigando a Daniel? Apenas pudo articular palabra antes de que los oficiales entraran a la casa y comenzaran a inspeccionar cada rincón. Sofía los observaba en silencio, sin entender nada.

El oficial que parecía ser el líder del operativo se acercó a ella mientras la mujer revisaba una habitación más arriba.

—Queremos hablar con usted sobre los negocios de su difunto esposo. Sabemos que él estuvo involucrado en varias estafas, y ahora estamos rastreando los activos que pueda haber dejado —dijo con voz firme, aunque sin una pizca de compasión.

Sofía sentía que la tierra se deslizaba bajo sus pies. No entendía lo que le decían. ¿Estafas? ¿Daniel un estafador? No podía ser posible. Daniel había sido un hombre amable, generoso. Lo había amado con todo su ser.

—No… no puede ser. ¡Daniel era un hombre bueno! —contestó, tratando de contener las lágrimas.

—Lo sentimos, señorita, pero tenemos pruebas de sus delitos. Transferencias bancarias ilegales, contratos falsificados, y varios testimonios de personas que fueron estafadas. Si encuentra algo que nos ayude en nuestra investigación, le agradeceríamos que lo compartiera —respondió el oficial sin cambiar su expresión.

Sofía, aún en shock, no sabía qué pensar. ¿De verdad Daniel había estado haciendo todo eso? Mientras los oficiales continuaban su búsqueda, ella se quedó en silencio, asimilando la información que acababa de recibir. Su vida, que había intentado reconstruir tras la muerte de Daniel, se estaba desmoronando.

La policía se retiró una hora después, pero antes de irse, le pidieron a Sofía que les entregara cualquier documento o artículo que pudiera ser relevante. Cuando finalmente se quedó sola, Sofía, aunque completamente desorientada, se dirigió al despacho de Daniel. Recordó la carta que había encontrado en el café. Busca en el cajón del escritorio que está en mi antigua oficina.

Con manos temblorosas, Sofía abrió el cajón. Dentro encontró una carpeta, que estaba llena de papeles: contratos, transferencias bancarias, y nombres de personas que habían sido víctimas de las estafas de Daniel. El corazón de Sofía se hundió aún más mientras hojeaba los documentos. Todo lo que la policía había dicho era cierto.

Pero lo que más la sorprendió fue una fotografía que cayó de la carpeta. Era una imagen en la que Daniel abrazaba a una mujer frente a una cabaña. En el reverso de la foto, escrito con tinta roja, decía:

"Laura, mi todo. Prometo que lo arreglaré."

El dolor en el pecho de Sofía era insoportable. No solo había sido una víctima de sus mentiras, sino que también Daniel había estado con otra mujer. Sofía dejó caer la foto, como si fuera un objeto tóxico. Su mente no podía procesar lo que estaba sucediendo.

La siguiente carta llegó dos días después, esta vez con una dirección. Sofía, decidida a llegar al fondo de todo, condujo hasta un café apartado donde la esperaba Laura, la mujer de la fotografía.

Laura era hermosa, pero sus ojos estaban llenos de tristeza.

—Eres Sofía, ¿verdad? —preguntó.

Sofía asintió, sin saber qué decir.

—Soy Laura. Estuve con Daniel durante años, pero eso no importa ahora. Lo que necesitas saber es quién era realmente.

Con voz firme, Laura le contó cómo Daniel había sido un estafador profesional, un maestro en manipular a las personas para obtener lo que quería. La había utilizado a ella también, haciéndola cómplice de sus crímenes. Cuando dejó de necesitarla, la abandonó.

—Pero tú... tú eras diferente —dijo Laura, con un tono de amarga sinceridad—. Siempre me hablaba de ti. Decía que eras lo único bueno en su vida.

Sofía no sabía si sentirse especial o más traicionada aún.

— Eras tú quien escribió todas esas cartas— preguntó Sofía

— Sí, yo lo hice. Necesitabas saber la verdad, lo que Daniel hizo. Te lo mereces, no debe seguir engañada. Lo hice por tu tranquilidad

— Eso no es verdad, lo hiciste por ti, deseabas que yo también sufriría como lo estás haciendo tú.

Después de eso se levantó de su asiento y se fue dejando a Laura sola en el café.

Sofía had learned to live with the emptiness left by Daniel's death. Although a year had passed, the memory of his smile still haunted her, and every corner of the house was filled with his essence. However, everything changed the day she found a strange envelope in her mailbox: an unsigned letter that seemed to have been written by Daniel.

"Sofía, I will always love you. Go to the café where we met. There’s something you need to know."

Confused and scared, Sofía debated whether to ignore the letter or follow its instructions. The pain of losing him was still fresh, and the tone of the message sparked a flicker of hope. Against her instincts, she decided to go to the café.

The café was nearly empty when she arrived. Sofía sat at the same table where, years ago, she had met Daniel. She felt out of place, as though the shadows of the past were watching her. The waiter smiled kindly, but she barely noticed the gesture. On the table was a wooden box with a book inside: Crime and Punishment. As she opened it, she noticed a note written in the same handwriting as the letter:

"I did it all for us. Look in the drawer of the desk in my old office."

The message unsettled her. What did “I did it all for us” mean? Why had Daniel left such precise instructions? As she pondered, the weight of curiosity overcame her fear. She decided to go home and search the desk Daniel used.

Sofía had barely crossed the threshold of her house when a firm knock echoed at the door. When she opened it, she found two police officers, a man and a woman, staring at her. The woman held a document in her hand.

—Miss Sofía Ruiz? —the officer asked in a serious tone.

—Yes, that’s me. What’s going on? —Sofía replied, noticing her heart beginning to race.

—We’re conducting an investigation into Daniel Herrera. We have a search warrant to inspect the entire house —the officer said, showing her the warrant.

Sofía’s stomach sank. She couldn’t believe what she was hearing. Why was the police investigating Daniel? She could barely speak before the officers entered the house and began searching every corner. Sofía watched them in silence, confused.

The officer who seemed to be leading the operation approached her while the woman checked a room upstairs.

—We need to talk to you about your late husband’s business dealings. We know he was involved in several scams, and now we’re tracing any assets he may have left —he said firmly, though with no compassion.

Sofía felt the ground slipping beneath her feet. She didn’t understand what they were saying. Scams? Daniel a scammer? It couldn’t be possible. Daniel had been a kind, generous man. She had loved him with all her heart.

—No... that can’t be. Daniel was a good man! —she replied, trying to hold back tears.

—We’re sorry, miss, but we have evidence of his crimes. Illegal bank transfers, forged contracts, and several testimonies from people he scammed. If you find anything that could help in our investigation, we’d appreciate it if you shared it —the officer responded without changing his expression.

Sofía, still in shock, didn’t know what to think. Had Daniel really been doing all of that? As the officers continued their search, she stood in silence, processing the information she had just received. Her life, which she had tried to rebuild after Daniel’s death, was falling apart.

The police left an hour later, but before leaving, they asked Sofía to hand over any documents or items that might be relevant. When she was finally alone, Sofía, though completely disoriented, headed for Daniel’s office. She remembered the letter she had found at the café. Look in the drawer of the desk in my old office.

With trembling hands, Sofía opened the drawer. Inside, she found a folder filled with papers: contracts, bank transfers, and names of people who had been victims of Daniel’s scams. Sofía’s heart sank even further as she flipped through the documents. Everything the police had said was true.

But what surprised her most was a photograph that fell out of the folder. It was a picture of Daniel hugging a woman in front of a cabin. On the back of the photo, written in red ink, it said:

"Laura, my everything. I promise I’ll fix this."

The pain in Sofía’s chest was unbearable. Not only had she been a victim of his lies, but Daniel had also been with another woman. Sofía dropped the photo as if it were a toxic object. Her mind couldn’t process what was happening.

The next letter arrived two days later, this time with an address. Sofía, determined to get to the bottom of it all, drove to a secluded café where Laura, the woman in the photograph, was waiting.

Laura was beautiful, but her eyes were filled with sadness.

—You’re Sofía, right? —she asked.

Sofía nodded, unsure of what to say.

—I’m Laura. I was with Daniel for years, but that doesn’t matter now. What you need to know is who he really was.

With a firm voice, Laura told her how Daniel had been a professional scammer, a master at manipulating people to get what he wanted. He had used her too, making her an accomplice in his crimes. When he no longer needed her, he abandoned her.

—But you... you were different —Laura said, with a tone of bitter sincerity—. He always talked about you. He said you were the only good thing in his life.

Sofía didn’t know whether to feel special or even more betrayed.

—You’re the one who wrote all those letters —Sofía asked.

—Yes, I did. You needed to know the truth, what Daniel did. You deserve to know, you shouldn’t remain deceived. I did it for your peace of mind.

—That’s not true, you did it for yourself, you wanted me to suffer just like you’re suffering.

After that, she stood up and left, leaving Laura alone in the café.


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Ya en casa Sofía tomó el teléfono y marcó el número de la policía. Le explicó a la operadora lo que había encontrado, y minutos después, el oficial que había estado anteriormente llegó solo.

—Señorita Sofía, ¿qué ha sucedido? —preguntó, mirando la carpeta llena de papeles sobre el escritorio.

—He encontrado pruebas. Daniel… Daniel no era quien yo pensaba. Era un monstruo —dijo Sofía, con la voz quebrada, incapaz de ocultar el dolor.

El policía revisó los documentos y, tras unos momentos de silencio, asintió con seriedad.

—Vamos a llevar esto a la comisaría. Todo esto tiene que ser investigado —dijo, tomando la carpeta con cautela.

Antes de salir, el policía se detuvo al ver algo más en la mesa: una carta doblada dirigida a Sofía, que no había sido vista entre los papeles. Sin pensarlo demasiado, la tomó y, a pesar de ser consciente de que no debía, la abrió con cautela. Sus ojos recorrieron las palabras, y luego, con una expresión compasiva, se acercó a la mujer.

—Este es el último documento que encontré —dijo, mirándola a los ojos.

Sofía se quedó inmóvil, esperando que el policía le entregara la carta. Él la sostuvo un momento más, antes de dársela, con una leve sonrisa.

Ella leyó la carta en silencio. En ella, Daniel le confesaba su amor, pero también su miseria. Le decía que, aunque la había engañado y había cometido actos terribles, Sofía había sido lo único bueno en su vida. En sus palabras, sentía el arrepentimiento, pero también la desesperación.

Lágrimas comenzaron a correr por los ojos de Sofía. La imagen que tenía de Daniel se desmoronaba ante ella. El amor que había sentido por él ya no significaba nada. Era como si una pesada capa se hubiera desvanecido, y la claridad finalmente la alcanzaba.

El policía observó en silencio, dándose cuenta de la profundidad de la herida de Sofía. Con gentileza, le habló.

—Disculpe que le diga esto Sofía, no debo involucrarme pero... esta carta puede ser una liberación para usted. No tiene que seguir atada a alguien que no es quien pensaba. Él ya no es parte de su vida.

Sofía miró al policía, sus ojos llenos de dolor, pero también de una nueva comprensión. A pesar del sufrimiento, algo dentro de ella comenzaba a sanar.

Back home, Sofía picked up the phone and dialed the police. She explained to the operator what she had found, and minutes later, the officer who had been there earlier arrived alone.

—Miss Sofía, what happened? —he asked, looking at the folder full of papers on the desk.

—I found proof. Daniel... Daniel wasn’t who I thought he was. He was a monster —Sofía said, her voice breaking, unable to hide the pain.

The officer reviewed the documents and, after a few moments of silence, nodded seriously.

—We’ll take this to the station. This all needs to be investigated —he said, carefully taking the folder.

Before leaving, the officer stopped when he saw something else on the table: a folded letter addressed to Sofía, which hadn’t been seen among the papers. Without thinking too much, he took it and, although aware he shouldn’t, opened it carefully. His eyes scanned the words, and then, with a compassionate expression, he approached the woman.

—This is the last document I found —he said, looking her in the eyes.

Sofía remained still, waiting for the officer to hand her the letter. He held it a moment longer before giving it to her with a slight smile.

She read the letter in silence. In it, Daniel confessed his love, but also his misery. He told her that, although he had lied and committed terrible acts, Sofía had been the only good thing in his life. In his words, she felt both regret and desperation.

Tears began to run down Sofía’s face. The image she had of Daniel was crumbling before her. The love she had felt for him no longer meant anything. It was as if a heavy layer had vanished, and clarity finally reached her.

The officer watched in silence, realizing the depth of Sofía’s wound. Gently, he spoke to her.

—I’m sorry to say this, Sofía, I shouldn’t get involved, but... this letter may be a release for you. You don’t have to stay tied to someone who wasn’t who you thought. He’s no longer part of your life.

Sofía looked at the officer, her eyes filled with pain, but also with a new understanding. Despite the suffering, something within her was beginning to heal.


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Banner creado en Canva
Historia y personajes creados por mí
Traducido al inglés con Deepl Translator

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