(ESP/ENG) Claudia No Estaba Sola // Capítulo 4 Final: La verdad

Rai se dirigió al punto de encuentro en la cabaña en el bosque, la misma cabaña que Claudia mencionaba con frecuencia en su diario y donde Rai había encontrado una carta crucial de Marcos. Conducía con cautela, su mente repasando los detalles de su investigación y la reciente revelación sobre la relación entre Claudia y Marcos.

La noche había caído cuando llegó, y la cabaña parecía aún más misteriosa bajo la luz de la luna. El coche de Marcos ya estaba estacionado afuera. Rai salió de su coche y se acercó a la puerta, tocando tres veces. La puerta se abrió lentamente, revelando a un hombre con una expresión seria y cansada.

—Detective Silva, gracias por venir —dijo Marcos, invitándolo a pasar—. Sé que debe tener muchas preguntas.

Rai asintió, entrando en la cabaña y observando su entorno. La cabaña era acogedora, con muebles simples y una chimenea que aún estaba encendida. Se sentaron frente a la chimenea, y Marcos le ofreció una taza de café.

—He estado buscando respuestas sobre Claudia y sobre las petunias negras —comenzó Rai—. Parece que usted tiene muchas de esas respuestas.

Marcos asintió, mirando pensativo a la chimenea antes de hablar.

—Claudia y yo nos amábamos profundamente, pero nuestra relación estaba marcada por el miedo y la desconfianza. Todo comenzó cuando Claudia tuvo una aventura con otro hombre —confesó Marcos, su voz temblando ligeramente—. Ella se arrepintió de lo que hizo y le dijo a este hombre que debían terminar la relación. Estoy seguro de que ese hombre es el acosador de Claudia y que fue él quien la secuestró.

Rai escuchaba atentamente, tomando notas mentales.

—Claudia me confesó lo de la aventura, pero nunca me dijo quién era el hombre por miedo a que yo fuera a buscarlo y me metiera en problemas —continuó Marcos—. Poco después, Claudia desapareció hace 20 años. Desde entonces, no he podido vivir en paz, dedicándome a investigar, pero nunca pude dar con el acosador.

Marcos hizo una pausa, su voz llenándose de emoción.

—Fue entonces cuando decidí enviar las petunias negras a cada casa del vecindario de Villa Serenidad. Estaba seguro de que el acosador de Claudia vivía allí. Creí que, al enviar las petunias, el hombre se pondría nervioso y cometería un error.

Rai asintió, comprendiendo la desesperación y determinación de Marcos.

—Las petunias negras eran la forma en que Claudia y yo nos comunicábamos en secreto —añadió Marcos—. Si ella veía una petunia negra, sabía que yo estaba cerca y vigilando. Pensé que usar esa misma señal podría hacer que el acosador se delatara.

Rai se quedó en silencio por un momento, procesando toda la información. Finalmente, habló.

—Entiendo. Ahora, nuestro objetivo es encontrar a ese hombre. Con la información que me ha dado, tenemos un nuevo enfoque. Necesitamos investigar a fondo a los vecinos de Villa Serenidad y ver si alguno de ellos muestra signos de nerviosismo o comportamiento sospechoso.

Marcos asintió, con una chispa de esperanza en sus ojos.

—Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para encontrar a Claudia y llevar a ese hombre ante la justicia —dijo con determinación.

Rai y Marcos discutieron los próximos pasos a seguir. Decidieron que Rai volvería al vecindario y comenzaría a observar a los vecinos, buscando cualquier señal que pudiera delatar al acosador. Marcos, por su parte, continuaría investigando desde las sombras, utilizando sus contactos y recursos.

Al salir de la cabaña, Rai sintió una renovada determinación. Sabía que la verdad estaba más cerca que nunca, y estaba decidido a descubrirla.

De vuelta en Villa Serenidad, Rai comenzó su vigilancia. Observaba cada movimiento, cada interacción, buscando cualquier señal de nerviosismo o culpabilidad entre los vecinos. Sabía que el acosador estaba cerca, y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para desenmascararlo.

Mientras tanto, Marcos continuaba su propia investigación, decidido a encontrar nuevas pistas que los llevaran al hombre que había destrozado su vida y la de Claudia. Juntos, sabían que podrían resolver el misterio y finalmente traer justicia para Claudia.

Los días siguientes fueron tensos y llenos de expectativa. Rai vigilaba Villa Serenidad, observando a los vecinos con una precisión obsesiva. Cualquier gesto, cualquier palabra, podía ser la pista que finalmente desenmascarara al acosador de Claudia.

Una tarde soleada, Rai recibió una llamada inesperada de los Larraín. Le pidieron una reunión urgente para discutir los detalles de la investigación. Rai accedió y se dirigió a su casa, donde fue recibido por Martín y Teresa Larraín. Durante la conversación, Teresa comentó casualmente sobre el golpe que Rai había recibido, mencionando que Martín se lo había contado. Sin embargo, Rai se sorprendió, ya que nunca había compartido esa información con nadie.

—¿Cómo sabes del golpe? —preguntó Rai, mirando fijamente a Teresa con desconfianza.

Teresa vaciló por un momento, y luego Martín, visiblemente nervioso, confesó. Admitió haber sido él quien lo golpeó y también reveló un secreto que había mantenido durante años: él fue el amante de Claudia y la persona responsable de su desaparición.

Martín, lleno de remordimiento, explicó que después de que Claudia terminara con él y se mudara a Villa Serenidad, se sintió abandonado y enfurecido. Había sido él quien le había proporcionado el dinero para comprar la casa, y no podía soportar que lo hubiera dejado por Marcos. En un arrebato de ira, cometió el terrible crimen y ocultó el cuerpo en la misma casa donde vivía con su familia.

El detective Rai comprendió la profundidad del engaño. Sin embargo, cuando observó a Teresa, notó unos pendientes que Claudia solía usar. Recordó una conversación con Marcos, quien le había contado sobre esos pendientes, diciendo que Claudia los llevaba el último día que la vio con vida.

—Martín, ¿le regalaste esos pendientes a Teresa? —preguntó Rai, su voz firme.

Martín se puso nervioso, titubeando en su respuesta. Fue entonces cuando Rai se dio cuenta de la verdad: Martín había confesado para proteger a su esposa, pero Teresa era la verdadera culpable de la desaparición de Claudia.

—¡Teresa! —exclamó Martín, con lágrimas en los ojos—. ¿Lo hiciste por mi culpa?

Teresa, abrumada, comenzó a llorar. Admitió haber estado celosa de Claudia cuando se enteró de la infidelidad de su esposo, y cómo confrontó a Claudia. En un momento de ira, cuando Claudia rechazó sus acusaciones, la pelea escaló y Teresa accidentalmente la empujó, causando su muerte. Martín, desesperado al descubrir lo sucedido, ayudó a Teresa a esconder el cuerpo.

Rai llamó a la policía para arrestar a ambos: a Teresa por asesinato y a Martín por complicidad después del hecho. Mientras esperaban a las autoridades, Rai se dirigió a Marcos Herrera para darle la triste noticia. Al escuchar la verdad detrás de la desaparición de Claudia, Marcos se tambaleó, sintiendo una mezcla abrumadora de alivio y dolor. A pesar de todo, aún amaba a Claudia y había vivido todos esos años con la esperanza de encontrarla viva.

Se decidió exhumar el cuerpo de Claudia para finalmente darle una sepultura digna. El proceso fue doloroso para todos los involucrados, pero necesario para cerrar el capítulo oscuro que había ensombrecido sus vidas durante dos décadas.

Marcos, con los ojos llenos de lágrimas, se acercó a Rai y le agradeció por su incansable búsqueda de la verdad. —Gracias, detective. Pero no comprendo por qué los Larraín te contrataron para investigar.

Rai explicó que los Larraín, desesperados por encubrir su crimen, pensaron que contratándolo podrían controlar la investigación y evitar ser descubiertos.

Rai asintió con solemnidad. Sabía que aunque se había resuelto el caso, las cicatrices emocionales permanecerían. Con la cabeza en alto, se retiró de Villa Serenidad, sabiendo que había hecho justicia por Claudia Martínez y traído algo de paz a aquellos que la amaron.