(ESP/ENG) El Enigma de la Isla Oculta, Capítulo 2: El Misterio de los Forasteros

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- Leer Aquí, El Enigma de la Isla Oculta Capítulo 1: El Encuentro

El sol se alzaba lentamente sobre Bahía Chew, pero para Nina, el día comenzó con una inquietud que no había sentido en mucho tiempo. La conversación con los pescadores había dejado claro que había algo profundo y oscuro en la Isla Oculta, y los forasteros estaban en el centro de ese misterio. Después de un rápido desayuno, Nina decidió que debía descubrir más sobre esos hombres y sus intenciones. A pesar de las advertencias de Lorenzo, la curiosidad y la necesidad de respuestas la impulsaban.

Se dirigió a la comisaría para hablar con Antonio, quien había mostrado una preocupación sincera la noche anterior. Sabía que él podría tener información adicional o, al menos, podría ayudarla a mantenerse segura. Cuando entró en la comisaría, el ambiente era tranquilo, en contraste con la agitación que sentía Nina. Antonio estaba detrás de su escritorio, revisando unos informes. Al verla, levantó la vista con una mezcla de sorpresa y preocupación.

—Nina, ¿qué haces aquí tan temprano? —preguntó, cerrando su carpeta.

—Antonio, necesito hablar contigo —dijo ella, acercándose al escritorio—. Me enteré de que los forasteros están buscando algo en la Isla Oculta.

El rostro de Antonio se endureció al escuchar el nombre de la isla.

—¿La Isla Oculta? ¿Qué sabes de eso? —preguntó, frunciendo el ceño.

—No mucho, solo lo que escuché de mi abuelo y los pescadores —respondió Nina—. Pero parece que los forasteros tienen algún tipo de interés en esa isla. Están preparándose para ir allí.

Antonio se reclinó en su silla, pensativo. Sabía que la isla había sido el foco de muchas leyendas y especulaciones, pero nunca había tenido razones para investigar más allá de las historias de viejos pescadores.

—Lo que me estás diciendo es alarmante —dijo finalmente, su tono grave—. La Isla Oculta ha sido siempre un mito para la gente de aquí. ¿Cómo puedes estar tan segura de que estos hombres están interesados en ella?

—Los pescadores me lo dijeron claramente —dijo Nina, su voz firme—. Algo está pasando, Antonio. Y si no actúas, podría ser demasiado tarde.

Antonio suspiró y se pasó una mano por el cabello, claramente conflictuado.

—Nina, soy un hombre de ley, no puedo involucrarme en leyendas y fantasías.

Enfurecida, Nina le lanzó una mirada de desprecio.

—¿Es eso todo lo que tienes para ofrecer? ¿Te estás burlando de mí? —dijo, su voz temblando de frustración—. Estos hombres no son quienes dicen ser. Parecen estar aquí con un propósito específico, y eso no puede ser bueno. Pero claro, para ti solo soy una fantasiosa.

Antonio la miró con una mezcla de sorpresa y pesar. La preocupación en su rostro se hacía evidente.

—Nina, no fue mi intención...—la llamó, pero ella ya estaba saliendo por la puerta. La desilusión en sus ojos era palpable.

Decidida a obtener respuestas por sí misma, la joven se dirigió al muelle. Era la tarde, y el cielo se oscurecía con nubes amenazantes. Se escondió entre los barriles y las redes de pesca, observando cómo los forasteros cargaban suministros en el bote.

Uno de los hombres estaba de pie junto a la borda, revisando una lista con meticulosa atención, mientras su compañero aseguraba las cuerdas y revisaba el motor. Nina notó la intensidad en sus movimientos, como si estuvieran preparándose para enfrentar algún desafío. De repente, el primer hombre levantó la vista y miró en su dirección. Nina se agachó rápidamente, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que debía ser cautelosa. Si la descubrían, podrían sospechar que estaba investigando.

Finalmente, cuando los forasteros se retiraron a una cabaña cercana, Nina decidió actuar. Se acercó sigilosamente al bote y revisó los objetos que habían dejado atrás. Entre los suministros, encontró varios mapas y documentos que detallaban un plan para acceder a la Isla Oculta y una serie de coordenadas que marcaban una ubicación específica en la isla.

En ese momento, uno de los hombres apareció de repente. Era el hombre que se tropezó con ella en la tienda. Con una expresión de desesperación en su rostro, le dijo:

—¡No te involucres, por favor!

Nina lo miró con incredulidad.

—¿Quién eres? ¿Y qué es lo que está pasando aquí? ¿ Porque no puedes evitarme?—preguntó, su voz cargada de tensión.

—Mi nombre es... Abel —dijo él, su mirada intensamente fija en ella—. Por favor, vete antes de que sea demasiado tarde. Mi compañero podría descubrirte.

Nina sintió una mezcla de nerviosismo e inexplicable atracción hacia él. Abel tomó una de sus manos y, con urgencia, le dijo:

—Tienes que irte ahora. No es seguro. Si mi compañero te ve, podría ser peligroso. Después hablaré contigo, pero por ahora, necesitas desaparecer de aquí.

Aunque estaba asustada, Nina no pudo evitar sentir una conexión extraña con él. Asintió con la cabeza, dejando que la sensación de peligro y deseo se entrelazara en su mente. Al sentir su piel tan cerca solo deseo estar allí con el. Cómo podía sentir eso por un completo desconocido, se preguntó.

Sabiendo que debía partir, salió del muelle con cuidado. Mientras caminaba hacia su casa, el cielo se oscurecía aún más y el viento se intensificaba. La noche parecía traer consigo una promesa de secretos y peligro.

Al llegar a su casa, encontró a Antonio esperándola en la entrada, su rostro reflejando una preocupación genuina.
Antonio y Nina entraron en la casa, el calor de la chimenea ofreciendo un alivio temporal del frío que había encontrado en el muelle. El ambiente estaba cargado de una tensión palpable, y el policía parecía abrumado por la conversación que había tenido con Nina.

—Nina, quiero disculparme por cómo reaccioné en la comisaría —dijo Antonio, sus palabras llenas de pesar—. No estoy acostumbrado a lidiar con casos tan... fuera de lo común. Me preocupas y no supe cómo manejar la situación.

Nina lo miró con una mezcla de comprensión y frustración. La preocupación de Antonio era evidente, pero también sentía que había algo más que él no estaba diciendo.

—Entiendo que esto es difícil de aceptar, Antonio —dijo Nina, su voz firme—. Pero creo que algo realmente extraño está sucediendo. Abel, uno de los forasteros, parece tener un interés particular en la Isla Oculta y en lo que está ocurriendo aquí.

Antonio se tensó al escuchar el nombre de Abel. Sus ojos brillaron con una intensidad inesperada, y se levantó de su asiento, acercándose a Nina con una urgencia palpable. Tomó sus hombros con una firmeza que la sorprendió.

—¿De dónde conoces a ese hombre? —demandó, su voz cargada de urgencia y preocupación.

La mujer, asustada por la intensidad de su reacción, trató de apartarse.

—No sé qué te pasa, Antonio —dijo, su voz temblando—. Solo sé que estaba en el muelle y él me advirtió que me alejara. Además antes en el bosque dijo que no podía evitarme ¿Por qué te interesa tanto?

Al escuchar esto Antonio perdió momentáneamente la compostura. Su rostro palideció y sus manos temblaron mientras intentaba procesar lo que acababa de oír.

—¿Dijo eso? —repitió Antonio, su voz temblando—. No puede ser... No puede ser que se haya atrevido a decir eso...

Nina lo miró, completamente confundida por la repentina pérdida de control del hombre.

—¡Suéltame! —exigió, su voz cargada de desespero—. Me estás haciendo daño. ¿Qué te sucede?

El policía la soltó de inmediato, su rostro un retrato de lucha interna. Se pasó una mano por el cabello, tratando de recomponerse.

—Lo siento, Nina. No quería hacerte daño. Solo... por favor, quédate alejada de Abel. No es alguien con quien debas involucrarte —dijo, su voz ahora en un susurro tembloroso—. Yo... necesito irme. Mantente a salvo y, por favor, no busques más problemas.

Con esas palabras, Antonio se dirigió rápidamente hacia la puerta. Nina lo observó, atónita y confundida, mientras él salía de la casa y desaparecía en la oscuridad de la noche. La puerta se cerró tras él, dejando a Nina sola en el vestíbulo, su mente girando en torno a la enigmática reacción de Antonio.

¿Qué sabría él sobre Abel que no le había contado, sí se suponía que no lo conocia? ¿Y por qué esa súbita preocupación por su seguridad?

A medida que la noche avanzaba, el viento seguía soplando con fuerza afuera, llevando consigo una sensación de inquietud. La mujer se sentó en el sillón, tratando de procesar todo lo que había sucedido. Sabía que algo más estaba en juego y que las piezas del rompecabezas comenzaban a encajar de una manera que no había anticipado.

Mientras el fuego en la chimenea crepitaba suavemente, Nina se preparaba para enfrentar los misterios que la Isla Oculta, los forasteros y Antonio traían consigo. Estaba decidida a descubrir la verdad, a pesar de las advertencias y el peligro que se avecinaba.

The sun was slowly rising over Chew Bay, but for Nina, the day began with a restlessness she hadn't felt in a long time. The conversation with the fishermen had made it clear that there was something deep and dark on Hidden Island, and the outsiders were at the center of that mystery. After a quick breakfast, Nina decided she needed to find out more about those men and their intentions. Despite Lorenzo's warnings, curiosity and the need for answers drove her.

She headed to the police station to talk to Antonio, who had shown genuine concern the night before. She knew he might have additional information or at least could help her stay safe. When she entered the station, the atmosphere was calm, in contrast to the turmoil Nina felt. Antonio was behind his desk, reviewing some reports. When he saw her, he looked up with a mixture of surprise and concern.

—Nina, what are you doing here so early? —he asked, closing his folder.

—Antonio, I need to talk to you —she said, approaching the desk—. I heard that the outsiders are looking for something on Hidden Island.

Antonio's face hardened at the mention of the island.

—Hidden Island? What do you know about that? —he asked, frowning.

—Not much, just what I heard from my grandfather and the fishermen —Nina replied—. But it seems the outsiders have some kind of interest in that island. They’re preparing to go there.

Antonio leaned back in his chair, thoughtful. He knew the island had been the focus of many legends and speculations, but he had never had reason to investigate beyond the old fishermen's tales.

—What you're telling me is alarming —he finally said, his tone grave—. Hidden Island has always been a myth to the people here. How can you be so sure these men are interested in it?

—The fishermen told me clearly —Nina said, her voice firm—. Something is happening, Antonio. And if you don't act, it might be too late.

Antonio sighed and ran a hand through his hair, clearly conflicted.

—Nina, I'm a man of the law, I can't get involved in legends and fantasies.

Infuriated, Nina shot him a look of disdain.

—Is that all you have to offer? Are you mocking me? —she said, her voice trembling with frustration—. These men are not who they say they are. They seem to be here for a specific purpose, and that can’t be good. But of course, to you, I’m just a fantasist.

Antonio looked at her with a mixture of surprise and regret. The concern on his face was evident.

—Nina, that wasn't my intention… —he called after her, but she was already heading out the door. The disappointment in her eyes was palpable.

Determined to get answers on her own, the young woman headed to the dock. It was late afternoon, and the sky was darkening with threatening clouds. She hid among the barrels and fishing nets, watching as the outsiders loaded supplies onto the boat.

One of the men stood by the railing, checking a list with meticulous attention, while his companion secured the ropes and checked the engine. Nina noticed the intensity in their movements, as if they were preparing to face some kind of challenge. Suddenly, the first man looked up and stared in her direction. Nina ducked quickly, her heart pounding. She knew she had to be cautious. If they discovered her, they might suspect she was investigating.

Finally, when the outsiders retreated to a nearby cabin, Nina decided to act. She stealthily approached the boat and checked the items they had left behind. Among the supplies, she found several maps and documents detailing a plan to access Hidden Island and a series of coordinates marking a specific location on the island.

At that moment, one of the men suddenly appeared. It was the man who had bumped into her at the shop. With an expression of desperation on his face, he said:

—Please, don’t get involved!

Nina looked at him incredulously.

—Who are you? And what is going on here? Why can't you avoid me? —she asked, her voice tense.

—My name is... Abel —he said, his gaze intensely fixed on her—. Please, leave before it's too late. My partner might discover you.

Nina felt a mix of nervousness and inexplicable attraction toward him. Abel took one of her hands and, with urgency, said:

—You have to leave now. It’s not safe. If my partner sees you, it could be dangerous. I’ll talk to you later, but for now, you need to disappear from here.

Though scared, Nina couldn’t help but feel a strange connection to him. She nodded, letting the feeling of danger and desire intertwine in her mind. As she felt his skin so close, she only wanted to stay there with him. How could she feel that way about a complete stranger, she wondered.

Knowing she had to leave, she carefully left the dock. As she walked toward her house, the sky darkened further, and the wind intensified. The night seemed to bring with it a promise of secrets and danger.

When she arrived home, she found Antonio waiting for her at the entrance, his face reflecting genuine concern.
Antonio and Nina entered the house, the warmth of the fireplace offering temporary relief from the cold she had found at the dock. The atmosphere was charged with palpable tension, and the officer seemed overwhelmed by the conversation he had had with Nina.

—Nina, I want to apologize for how I reacted at the station —Antonio said, his words full of regret—. I’m not used to dealing with cases so... out of the ordinary. I worry about you, and I didn’t know how to handle the situation.

Nina looked at him with a mixture of understanding and frustration. Antonio’s concern was evident, but she also felt there was something more he wasn’t telling her.

—I understand this is hard to accept, Antonio —Nina said, her voice firm—. But I think something really strange is happening. Abel, one of the outsiders, seems to have a particular interest in Hidden Island and in what’s happening here.

Antonio tensed at the mention of Abel’s name. His eyes gleamed with unexpected intensity, and he stood up from his seat, approaching Nina with palpable urgency. He took her shoulders with a firmness that surprised her.

—Where do you know that man from? —he demanded, his voice filled with urgency and concern.

The woman, scared by the intensity of his reaction, tried to pull away.

—I don’t know what’s wrong with you, Antonio —she said, her voice trembling—. I only know that I was at the dock, and he warned me to stay away. And before, in the woods, he said he couldn’t avoid me. Why do you care so much?

Upon hearing this, Antonio momentarily lost his composure. His face paled, and his hands trembled as he tried to process what he had just heard.

—Did he say that? —Antonio repeated, his voice shaking—. It can’t be... He wouldn’t dare say that...

Nina looked at him, completely confused by the man’s sudden loss of control.

—Let go of me! —she demanded, her voice filled with desperation—. You’re hurting me. What’s wrong with you?

The officer immediately let go of her, his face a portrait of inner turmoil. He ran a hand through his hair, trying to compose himself.

—I’m sorry, Nina. I didn’t mean to hurt you. Just... please, stay away from Abel. He’s not someone you should get involved with —he said, his voice now a trembling whisper—. I... need to go. Stay safe, and please, don’t seek more trouble.

With those words, Antonio quickly headed for the door. Nina watched him, stunned and confused, as he left the house and disappeared into the darkness of the night. The door closed behind him, leaving Nina alone in the entryway, her mind racing with the enigmatic reaction of Antonio.

What could he know about Abel that he hadn’t told her, if he wasn’t supposed to know him? And why this sudden concern for her safety?

As the night wore on, the wind continued to blow fiercely outside, carrying with it a sense of unease. The woman sat on the armchair, trying to process everything that had happened. She knew that something more was at play and that the pieces of the puzzle were starting to fit together in a way she hadn’t anticipated.

As the fire in the fireplace crackled softly, Nina prepared herself to face the mysteries that Hidden Island, the outsiders, and Antonio brought with them. She was determined to uncover the truth, despite the warnings and the looming danger.


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Historia y personajes creados por mí
Traducido al inglés con Deepl Translator

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