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Déjame atravesar el viento sin documentos,
que lo haré por el tiempo que tuvimos...
Porque no queda salida, porque pareces dormida,
porque buscando tu sonrisa estaría toda mi vida.
Qué linda canción la interpretada por Andrés Calamaro, un prodigio de nuestra Latinoamérica, un buen exponente, representante y embajador del rock en español.
Es que al escucharla me trae a memoria eventos que causan eventos nostálgicos, los cuales, cuando no son destructivos para nuestras emociones, son parte de ciertos recuerdos que almacena nuestra memoria, sobre todo cuando nos encontramos con detalles, con cosas que nos conectan con la niñez o la adolescencia, con la inocencia que jamás debe interrumpirse, aunque seamos viejos en edad cronológica.
Ayer cubrí un turno en la mañana porque mi compañera tiene un permiso especial de cinco días. Tengo que confesar que me sentí plena, viva de nuevo porque volver a las áreas en donde conocí historias que realmente me hicieron cambiar el concepto de la vida es gratificante, aunque no siempre sean las mejores historias y al escucharlas comiences a creer y a plantearte con seriedad si en verdad la carrera que escogiste fue la adecuada.
Regresé a mi casa molida no tanto el cuerpo, sino el alma, así que entré a mi habitación y después de quitarme la ropa del trabajo y una ducha reconstituyente, me puse a arreglar un poco para intentar olvidar. Cuando le tocó el turno a la gaveta miré una caja que la tengo ahí como si fuera un tesoro, el instante en que la abrí recordé por un instante mi infancia, me llenó tanto ver las muñecas de papel con sus respectivas vestimentas, aquellas que se vendían en esa época por el barrio y que cada fin de semana mi mamá me compraba una nueva.
Creo que son mundialmente conocidas por mi generación y tal cual dice mi hermana: "si no tuviste por lo menos una de ellas para jugar en reemplazo de Barbie, no estás en nada"
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Al tomar una de ellas en mis manos pensé un momento en mi trabajo, en mi permanencia dentro de la profesión que elegí; me hice de nuevo la misma pregunta que la respuesta sé de memoria:
¿Hasta cuándo me veré envuelta en eventos en donde tengo que presenciar las reacciones de los demás ante una mala noticia?
Vaya que sí es feo, como tal, este asunto es más complejo de lo que creemos, muchos lo llaman un arte y es que todos en algún momento de la vida nos vemos expuestos ante una situación en donde la única salida es decir una cruel noticia a otra persona, independientemente en la rama en que nos manejemos dentro o fuera de la vida profesional.
Precisamente el día de ayer, el pediatra me pidió que lo acompañara. Aunque sabía que no era para nada bueno por la cara que traía al leer unos resultados, no pensé que sería nefasto para mis emociones presenciar un momento tan doloroso y triste, ya que se trataba de informarles a unos padres que su hija de cinco años padece de leucemia y que debían asistir a una interconsulta en el área de oncología.
Las malas noticias no se irán y más en el mundo en el que estamos por eso, considero que siempre debemos estar preparados tanto para recibirlas como para darlas, esto por supuesto, no quiere decir que que por estar preparados no nos va a afectar, pero por lo menos bajará un poco el estrés y podremos canalizarlo para evitar impactos que nos lleven a tener estados de ansiedad o peor, depresiones profundas.
Dar una mala noticia es una tarea delicada y requiere un enfoque empático y cuidadoso. La forma en que se entrega una mala noticia puede tener un impacto profundo en la persona que la recibe, por lo que es crucial manejar la situación con sensibilidad y respeto.
Es importante preparar el entorno adecuado, escoger un lugar tranquilo y privado donde la persona pueda sentirse segura y apoyada es fundamental puesto que la privacidad permite que el receptor pueda expresar sus emociones libremente sin sentirse observado y/o juzgado.
La comunicación debe ser clara y directa, pero también compasiva, evitando el uso de eufemismos o rodeos excesivos, ya que esto puede generar confusión y aumentar la angustia, por eso, es mejor ser honesto y directo, pero utilizando un tono de voz calmado y amable, ya que la claridad ayuda a que la persona comprenda la situación y comience a procesarla.
Es crucial ofrecer apoyo emocional porque el dar una mala noticia no termina con la entrega del mensaje; el proceso incluye estar presente para la persona, ofreciendo consuelo y apoyo, esto puede significar simplemente escuchar, ofrecer un abrazo, o estar disponible para responder preguntas y proporcionar información adicional.
Es esencial ser empático, ponerse en el lugar de la otra persona y reconocer sus sentimientos ayuda a validar su experiencia. Expresiones como "entiendo que esto es difícil" o "lamento mucho tener que darte esta noticia" pueden mostrar que uno está sintonizado con el dolor del otro, aunque sabemos en el corazón que no estamos al nivel del malestar de quien recibe la mala noticia, es un alivio, un bálsamo necesario.
Ofrecer soluciones o pasos a seguir puede ser útil, si bien no todas las situaciones permiten una solución inmediata, proporcionar opciones o acciones que la persona pueda tomar puede darle una sensación de control y dirección en un momento de incertidumbre. Si no sabemos cómo actuar, por lo menos podemos llevarla con un profesional, con una persona que pueda darle pautas importantes, es mejor ser sinceros y no inventarnos las soluciones recomendando remedios o herramientas clickbait.
Dar una mala noticia es un acto de profunda humanidad que requiere preparación, claridad, empatía, y apoyo constante porque no trabajamos como periodistas en un programa de información televisada. La manera en que se maneja esta tarea puede aliviar el impacto del mensaje y ayudar a la persona afectada a sentirse comprendida y acompañada en medio de las preguntas, de la incertidumbre, del miedo y el debilitamiento de su sistema inmunológico espiritual que no se cura de la noche a la mañana.
Amigas, Amigos, Amigues, que Dios los bendiga enormemente en este domingo y gracias por la visita.
Saludines, camaradas blurtinenses!!
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