Fuente
coral negro de La Habana, tremendísima mulata;
cien libras de piel y hueso, cuarenta kilos de salsa,
y en la cara dos soles /que sin palabras hablan/'...
Sí sí; sé que lo recuerdas muy bien porque una mujer ha sido dotada de una memoria prodigiosa, no solo la topográfica.
¿No se me pudo ocurrir otra respuesta la primera vez que estuvimos compartiendo una cama y dijiste, estrofa por estrofa —luego de un silencio absoluto, tanto, que podíamos escuchar un cabello caer al piso— el poema yiddish de Isroel Bercovich?
Sé por Psicología que los hombres terminamos de madurar el día de nuestra muerte, que ustedes nos llevan años luz de ventaja, pero ¡vamos!, ¡tenía 20 años!, no era un preadolescente que tuvo su espermarquia; cursaba contigo varios semestres de la universidad, así que pude decir algo mejor, más coherente que eso, acorde al momento y al romántico instante de la tarde de nuestro matrimonio.
Tantos poemas, tantos libros leídos a tu lado, pero nada de nada; tal cual lo dijo mi papá cuando sospechaba sobre mi estado civil y que hasta me hizo escupir la sopa una vez: 'a los hombres, el amor expresado en sexo, nos pone un poco imbéciles'.
'Qué klutz eres, Ari': ya qué, en silencio me insulté a mí mismo con justa razón porque me veías sin pestañear; tenía en mi cabeza que sería mi caída, que me aguardaba un resentimiento más que permitido en tu corazón por aquella estupidez poscoital de mi parte; es que creí que hasta me pedirías el divorcio, pero me adelanté demasiado porque:
dice que así el hambre engaña,
y cuando cae la noche baja a bailar a la Tasca.
/Y bailar/, /y tomar/ una cerveza tras otra,
/pero ella nunca engorda/'…
Comenzaste a cantar la siguiente estrofa de la canción; para sorpresa mía, entre las sábanas me enteré que eras fan del español Pau Donés Cirera y su agrupación Jarabe de Palo… ¡de la que me libré!, porque no eres un coral negro de La Habana, ya que, aunque latina, no eres cubana.
Tampoco mulata —ni por mezcla, ni por piel— porque pareces un fantasma, y más ahora que regresaste de la mortandad inminente, que todavía estás aquí, acostada, delicada, con dolor un interno que carcome y aniquila, anestesiada con tus propias mezclas de narcóticos, pero a mi lado, conmigo, en mí.
Con lo que me encanta beberme la adrenalina y justo hoy está bloqueada por un simple propranolol, es lo correcto; despierto y dormido tengo que velar por ti, eres mi responsabilidad; es mi deber y derecho cuidarte en vez de llevarte en la motocicleta directo a los Tatras, o mucho más allá, al Valle de Arán.
Si pudiera, no me importaría decapitar, o disparar a Hipócrates y su juramento ahora mismo porque sé cuánto necesitas descansar y el hospital, las máquinas, los fármacos, los protocolos obstétricos bajo los que te tengo, no son, nunca serán la dimensión más idónea para olvidar, para revivir, para sonreír, para transfundir, para amar.
Resurrecciones:
Existen, pero no siempre se hacen presentes cuando se las necesita, o debe ser que en realidad no sean necesarias en el instante que consideramos preciso y clamamos por ellas.
Ejemplo de lo anterior: fui a visitar a nuestra hija un momento; el médico de cuidados intensivos dice que ha mejorado, sin embargo, sigo pensando que resucitará por completo cuando vea tu sonrisa, cuando sienta tu alma, tu ser, tu calor de mamá para poder seguir adelante fuera de esa caja de cristal y el sondaje nasogástrico.
Sé que ella necesita estar muerta un poco más de tiempo porque permanecer en la incubadora la hace candidata a una sepultura momentánea, ya que está lejos de su familia que con amor y ansias la esperan.
Sé muy bien que resucitará como un día lo hice yo, como lo hizo su tía Rebe, como lo hiciste o haces tú misma porque en sus sangres corre tempestuosa una genética guerrera, temeraria y sangrienta, una genética que soporta bajas temperaturas y altos voltajes para transformarse en una mujer, así que no es necesario que sigas pidiéndole perdón por no poder sostenerla más tiempo dentro de ti porque fue imposible después de la noticia que recibiste desde Uruguay.
Sé que todavía hasta en sueños recuerdas cada palabra que escuchaste con crudeza y aún las lágrimas salen de tu corazón por más que el consuelo por parte de todos lo hayas recibido a raudales; sé que te golpea porque cuando se pierde a un ser querido sin necesidad que este sea consanguíneo sientes un dolor inexplicable e imposible que solo requiere pasar para aliviarnos.
A nuestra niña le dejé en el monitor cardiaco colgados algunos obsequios de sus visitas, les puse lazos en uno de tus velos: la Jai que me regalaste cuando estuve en el proceso del trasplante; la tiara de Jumper y mi hermano; la gargantilla de sus abuelos; la pulsera de los Lindström.
La medalla de Yuval y Lilien; la esclava de Liev y Aby; el pendiente de don Issur y la señora Ofra; el elefante amarillo que Shuli le compró con sus ahorros; las manos impresas de Nissim; y la ajorca que mandé a diseñar para ella hace algunas semanas.
Sonrió cuando le agarré la mano, pues quise pasarle mi vida que, aunque enferma y sentenciada a los inmunosupresores para siempre, de algo servirá para poner su corazón a latir; no sé en qué estaba soñando, seguro era contigo, con sus hermanos mayores y todas las travesuras que le enseñarán; con sus abuelos, con sus tías (os), con sus primas (os), con nuestro pueblo y las tradiciones… ah no, eso no, ¡ni en el REM nada de amigos!
Como a Shuli y a Nissim, a ella también le agradecí por elegirme como su tutor; le prometí que haré mi mayor esfuerzo para caerle por lo menos bien en la adolescencia, que le enseñaré a usar de manera correcta un calendario menstrual y que a mí no me podrá engañar sobre sus molestias catameniales porque el colmo de una hija mujer es tener como padre a un ginecólogo.
Ah, también agregué que un día le contaré acerca de su concepción, justo cuando haga la típica pregunta que a su hermano mayor no quisiste contestar al soltar que soy el especialista en Embriología. Le aseguré que no tendrá queja de mí, que puede confiar, a pesar de que desde que supe que sería niña por una ecografía de control estoy en búsqueda del mejor guardaespaldas del universo para que la vigile cuando sus hermanos quieran socapar sus citas a los 40 años.
Sí, señora Anestesias, 40 años como mínimo, edad en la que podrá, si me animo, maquillarse un poco y salir de la casa con mi permiso y un revólver en la cartera. No te enojes por esa aseveración, si mi hermano lo hará con Shprintzel, ¿por qué yo no?, ¿qué corona de primogenitura tiene él si yo soy el mayor?
Antes de salir recé por ella, le prometí que no me pondría otro arete en el cuerpo nunca más, aunque no mencioné nada sobre los tatuajes; eso sí, no juré que no lloraría porque le dije que las lágrimas nos hacen humanos, y más fuertes.
Estás roncando, no miento para joderte...
Y decías que no tenías sueño, pero te has quedado rendida debido a los normales entuertos que estarán en tu cuerpo a la orden del día. Te admiro porque me pediste que no diera la orden de suministrarte fármacos para el dolor y más si mañana recibirás la visita fiel de Nissim para que obtenga su porción de vitaminas a través de la lactancia. Tan bebé, enfermo con sus patitas de equinovaro, y ya te hace un inmenso favor al succionar toda la leche materna.
Es mejor volver a cantar la melodía de Jarabe de Palo como el día de nuestro matrimonio, aunque, espera:
coral negro de La Brava, tremendísima beata;
cien libras de piel y hueso, cuarenta kilos de salsa,
/y en la cara dos perlas que sin palabras hablan/
La flaca duerme de día, dice que así las ganas engaña,
pero cuando cae la noche baja a bailar a la playa.
/Y bailar/, /y comer/ un alfajor tras otro,
/pero ella nunca engorda/
Retiré las sábanas hospitalarias como dice mi versión,
recordando las caricias que recibí durante todo un día,
y enloquezco de ganas por dormir a su ladito
pues el tatuaje de su espalda /a mí me tiene loquito/
Que me perdone el maestro Donés por alterar su escrito, pero he cumplido con tu solicitud al querer leer mis chifladuras e irreverencias a través de una carta, aunque sean para muchos simples y cursis retazos del corazón. Más luego, cuando termine de dibujarte, cumpliré con la segunda parte de tu petición al acostarme a tu lado porque buscas consuelo a mi lado en el silencio de las luces apagadas.
Sé muy bien que no somos padres en estos momentos, nomás un par de almas que intentarán pasarse energía y fuerzas, sé que cuando abramos los ojos nos sentiremos aliviados porque solo queríamos algo el uno del otro: un beso, lo necesitamos con urgencia, un beso, aunque solo uno fuera, así en la repetición se halle el verdadero gusto.
Cosas que pasan y nos levantan, a pesar de que al inicio caemos fuerte y nos herimos de muerte…
Esta vez, ¿qué se siente ser papá de nuevo?
Noté los cambios desde que supe de tu embarazo, no solo por el Couvade que me agarró con fuerza. Este nacimiento hace que tenga pendiente una celebración en sano juicio con licor de sabra, con vishnik, con vodka, con vino y hasta mate. Mi hermano y yo nos embriagaremos de lo lindo acompañados del klezmer, las costumbres y usanzas: todo por mis sobrinos y nuestra hija, a la que con mucho amor y recuerdos para elevar un alma pusiste por nombre Danka.
Sinceramente,
AriZal.
La carta que acaban de leer la escribí después de atender el parto de mi esposa debido a una complicación, ya que recibió una mala noticia desde su país de nacimiento y quienes se comunicaron con ella no sabían que estaba embarazada, así que le soltaron la ponzoña sin filtros.
Esto ocasionó que ella tuviera un episodio de preeclampsia en la casa, una subida de presión muy peligrosa que, si no hubiese sido por el actuar rápido de mi cuñada Rebe al localizarme (porque en ese momento yo estaba fuera de la casa) y llamar una ambulancia mientras tanto, tal vez ni mi hija ni mi esposa estuvieran conmigo.
¿Qué fue lo que la perturbó al punto de adelantar el parto varias semanas?
Una de sus mejores amigas fue asesinada.
La conoció desde la infancia, su familia emigró con la familia de Konstanze, tomaron el mismo avión, compartieron asientos juntas, estudiaron toda la época colegial y en la universidad ella se decidió por arquitectura, pero siempre mantuvieron contacto, siempre.
Días antes de que me presentara de nuevo en la casa ya restablecido, la amiga de mi esposa regresó a Uruguay porque conoció a alguien por Internet, en esos chats que hasta los diversifican o dividen por países.
Solía decirle a Konstanze que cometió un error al casarse conmigo, ya que solía afirmar que mejor malo conocido que bueno por conocer, que lo correcto era salir con un chico latino porque habría entendimiento cultural; que yo la llenaría de hijos; la maltrataría; que no le dejaría ejercer la carrera y menos le permitiría ser una mujer libre e independiente porque se convertiría con el tiempo en mi esclava sexual.
Bueno, a veces los estereotipos son inofensivos, pero en otras ocasiones, son más que una pesadilla que puede destruir la integridad y el nombre de una persona que ni se conoce a profundidad.
Mi esposa perdió contacto con su amiga varias semanas, no podía contactarla ni por celular con la frecuencia que lo hacía, era bastante raro porque solían chismear bastante. Konstanze tenía cierta preocupación, una corazonada de que algo no estaba bien, pero mejor lo dejó pasar para no hacerse sugestiones apresuradas y así evitar emociones negativas en su embarazo.
Para evitar más roces yo no socializaba con ella, aunque cuando la encontraba solía saludarla con cortesía y ella respondía bien, es decir, toleraba bastante bien ese rechazo o disgusto que sentía sin razón por mí, pues pensaba de manera equivocada que yo era un hombre machista y celoso.
Yo sabía de su renuencia a cruzar unas palabras conmigo, sin embargo, cuando supo de mi enfermedad terminal, fue una de las personas que más apoyó a Konstanze, una de las que más la defendió del asedio, una de las que también cuidó de Shuli cuando mi esposa tenía que ausentarse para salir fuera del país y saber acerca de mis progresos pulmonares.
En cierta medida me dolió su partida no solo por la forma tan despiadada que su flor de vida se marchitó para nunca más florecer. Nunca se me pasó por la cabeza que ella pudiera estar desaparecida, pero fue así, varios días nadie sabía en donde más buscarla, hasta que sus familiares recibieron una llamada de la policía diciendo que habían encontrado su cuerpo en descomposición, tirado en un basurero, dentro de una maleta.
Al recuperar el celular de su cartera, ellos se comunicaron con mi esposa, ella solo avanzó a agradecerles por tomarla en cuenta al avisarle del caso en el cual el hombre latino que juraba sería su amor verdadero estaba involucrado al matarla después de abusar sexualmente de ella.
Cuando Konstanze reaccionó en el hospital me dijo que solo recordaba que después de colgar sintió que algo se desprendió de su vientre, que tuvo miedo y más se incrementó en su corazón las malas energías porque le dije que nuestra hija nacería ese día sí o sí.
Empezó a llorar, a culparse, pero tomé su mano y le respondí que no se preocupara por nada, sino que ayudara a nuestra hija a nacer, demostrándole así de qué material estaba hecha su madre porque sacarla de sus entrañas no sería nada fácil... por lo que pude detectar en ella le dije que habría menos tiempo de dilatación pero mucho más dolor.
Sin el apoyo emocional que mi hermano y su esposa le brindaron tal vez el parto natural se hubiese transformado en instrumental y lo vertical en horizontal. Hubo mucho dolor físico elevado a la décima potencia al estar mezclado con el malestar interno por saber del caso tan lamentable en donde un supuesto amor terminó en una tragedia que incluyó el femicidio.
Danka: así se llamaba la amiga de mi esposa y así decidió llamar a nuestra hija; le di la oportunidad de que escogiera el nombre antes de cortar el cordón porque en su fiesta de Simjat bat lo hice yo cuando a ella le dieron el alta y pudimos traerla a casa.
Danka era una joven amante de la cultura japonesa, según Konstanze, un día fueron a comer makis acompañados de una copita de sake, y al verla con cara de preocupación le preguntó sobre aquel semblante, asegurando que no era de dolor menstrual o de abstinencia sexual, entonces fue ahí que le contó acerca del caso de mi cuñada Rebe, la cual, sobrevivió a un mortal ataque.
Danka dijo que Rebe era una Onna Bugeisha: la figura de una mujer guerrera, la contraparte y ayuda de un samurai; que ellas no tenían miedo, que luchaban en el campo de batalla y por el honor de sus familias, fueron estrategas, entrenadas con armamento, filosas como las espadas que usaban.
Anhelaba transformarse en la reencarnación de Tomoe Gozen diciendo que primero debería entrenar en el arte del amor y la guerra para luego ir con la tatuadora de Konstanze, pues quería un garabato parecido al que mi esposa tiene en toda la espalda por una razón que puede que más adelante la cuente.
Sin duda alguna, Danka fantaseaba mucho, amaba los mangas y animes; sé que si otras hubieran sido las circunstancias en las que nos enteramos de su deceso, mi esposa y yo hubiésemos viajado a Uruguay para acompañar a la familia y a ella a su última morada, pero, el recuerdo es lo que ahora nos queda, su vida y memoria en la cabeza... nos queda mucho más que dos fotografías que Konstanze y ella se tomaron juntas, nos queda mucho más porque mi hija también lleva su nombre.
Danka: me hubiese gustado mucho que cumpliera su deseo de convertirse en una resurrección de Tomoe Gozen para que ningún hijo de puta la agrediera hasta propinarle la muerte cuando tenía mucho por vivir.
Mi hija estuvo de cumpleaños, lo celebramos en la tarde. Un año ya de aquellos acontecimientos y sé que su caso, su historia, su alma floreciente, cual árbol de cerezo, cada día será distinta porque aprenderá el verdadero arte de la batalla y las estrategias no solo por fantasías japonesas, sino por la experiencia, ya que tendrá que enfrentarse a un mundo que cada vez está más dañado.
Algo será necesario y algo no será indispensable en su vida:
Será necesario que se entrene con los mejores maestros que tenemos en la familia porque cada vez más pululan en el mundo los esperpentos y lechuguinos que creen que una mujer es una damisela en peligro que debe ser protegida no solo con condones, sino con violaciones. Sé que usar una espada, una cadena, un revólver, un bate o una manopla le dará autocontrol e independencia y no permitirá que consuman su planeta en una galaxia manchada de avances tecnológicos que cada vez intentan volvernos súbditos del sistema impuesto.
No será indispensable que mi hija se tatúe la espalda para ser una guerrera, no tanto porque a sus abuelos les daría un yeyo si se enteran, sino porque desde que nació, desde que estuvo en la incubadora luchando por su vida, ya tiene tatuado en su cuerpo el nombre de la resurrección al vivir un día a la vez, un instante a la vez.
¿Y me embriagué después de todo?
Muy pocas veces lo he hecho, en esta oportunidad, por el cumpleaños de mi hija, tal vez una copita de arak levanté con mi hermano y mi papá para luego ponernos a bailar tomados de los hombros... No soy una persona a la que le guste beber como los antiguos cosacos, no solo por mi salud, sino porque no me llevo bien con el alcohol, podría decir entonces que en eso me parezco bastante a mi gemelo: soy también casi abstemio.
Estoy en sano juicio y más porque no podía desperdiciar la oportunidad de disfrutar tooooooodos los dulces que Konstanze preparó con esmero y mucho corazón de mamá.
A los que leyeron y a quienes no también, tengan un provechoso y bendecido inicio de semana.
Un abrazo virtual.
—Ezequiel ©
Ha sido una celebración de vida y también un recordatorio a través de una carta que me atrapó desde el inicio.
A veces las relaciones de pareja puede que aparentemente tengan un buen inicio, sin embargo, sin los ingredientes que equilibran todo, esta puede transformarse en tóxica sin siquiera darse cuenta. Está de moda el servicio de citas a nivel mundial, ¿esto es sano?, creo que depende mucho de las circunstancias y la personalidad, pero en definitiva no creo que sea muy prudente de buenas a primeras lanzarse a los primeros brazos que se extiendan porque como bien dijo una vez el sacerdote en el sermón de la misa: "engañoso suele ser el corazón".
A mí también me gustan mucho los animes y leer mangas, pero tengo mis límites, no fantaseo con ellos al punto de que dañen mi visión acerca de la realidad y de la vida moderna.
Me pareció un detalle muy bonito y elaborado de su parte contarnos acerca del origen del nombre de su hija, que lo más hermoso de todo se encuentre en el escrito conmemorativo que en esta oportunidad nos comparte, doctor Ezequiel.
Feliz cumpleaños para Danka, larga y próspera vida para ella y toda la familia que le rodea.
Dios los bendiga.
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