Amor

En mi caso, no celebro San Valentín por razones de respeto luctuoso y conmemoración de un hecho reprochable y execrable: justamente el 14 de febrero, allá por el año de 1349 en Estrasburgo, una gran multitud de judíos fueron asesinados aduciendo que eran los causantes de la pandemia de la peste negra, que envenenaron los pozos de agua para matar a los cristianos, que eran camorristas y que tenían pacto con el diablo porque no les salían bubones ni se enfermaban.

Por supuesto, hay diferentes posturas, creencias, apegos o desapegos en cuanto a celebrar o no, en cuanto a darle un trato especial al sentimiento más grande de la humanidad en un día especial, algunos están de acuerdo, otros dudan y otros definitivamente son reacios a festejar, como siempre digo cada cabeza y corazón son universos aparte.

Pero el hecho de que no haga nada este día no significa que no crea en el amor, el cual, nos lleva a tener una relación de pareja estable o sano compañerismo, o que esté en contra de quienes sí lo celebran y hasta por ahí por amistad me han dejado un detallito dulce en el escritorio de mi consultorio justamente el 14 de febrero.

El 15 de Av dentro del calendario judío se celebra Tu B´Av, un día en donde hasta las parejas que están comprometidas deciden casarse, un día en donde la familia, o los amigos se reúnen para compartir, para vivir, para experimentar, para elevar el respeto en nombre del amor.

Tengo varias aventuras que compartir y que las he realizado con mi esposa, con mis padres, con mi hermano gemelo, con mis cuñados, con mis amigos, con mis pacientes, pero la que me resultó más graciosa por todo lo que implicó fue la que viví con mi hermana menor, es por eso que de acuerdo a la PROPUESTA de la comunidad @blurtenamored, comparto, con quienes lean esta publicación, una anécdota graciosa que mezcla lo vivencial y la fecha especial del día en el que se festeja al amor.

Creo haberlo contado hace varios meses en otra red social a la que se le terminó el pulso, y sé que han pasado varios años desde que ese suceso real ocurrió entre Lilien y yo, pero sigue tan fresco que a veces lo recuerdo y le menciono a mi hermana menor aquel despiste sobre todo cuando me jode la paciencia demasiado. Sé que en aquella vivencia también cabe el dicho popular que afirma que la intención es la que cuenta en verdad.

Y bueno…

Mi esposa estaba embarazada de nuestro primer hijo, apenas tres meses llevaba gestando. Recuerdo que ella salió de viaje al extranjero y se aproximaba la celebración de Tu B´Av, así que como me lo había anticipado, yo no tenía nada anotado en mi agenda para realizar con ella alguna actividad especial por esa fecha en donde posiblemente renovaríamos nuestros votos matrimoniales secretos, entonces, solo le adelanté un obsequio y salí directo a la casa de mis padres después de dejarla en el aeropuerto, quería pasar con mis viejos unos días, entretanto Konstanze no estaba en el país.

Lilien, al verme entrar, después de besarme la mano, lo primero que hizo fue decirme que quería celebrar conmigo un Tu B´Av personalizado y, aunque le dije que ese detalle no le daría puntos extras para conseguir un permiso de mi parte, así nuestro padre haya dicho que sí, acepté su invitación para salir a un viaje de dos.

Mi hermana menor dijo que yo solo tenía que llevar una maleta con mi ropa, artículos personales y documentos porque de los preparativos se había encargado ella, o sea, lo premeditó todo apenas supo de mi visita, creo ahora que hasta mis padres sabían de su deseo al querer pasar conmigo unos días a solas, pero no tenían ni idea de la logística que su hija pequeña preparó.

Cuando llegamos al hotel que escogió por Internet comencé a sentir una atmósfera que no era adecuada para ambos. Miraba para todo lado con el propósito de encontrar algo que afirmara ese rechazo negativo que me abordó incluso cuando ponía nuestras maletas en un mueble que tenía la habitación que por cierto, tenía una sola cama.

Yo no tengo problemas en dormir con mis dos hermanos, de hecho, hasta ahora lo hago, sobre todo cuando nos agarran las hermanitis agudas o alguno de los tres está enfermo y queremos restablecernos a través del compartir el mismo espacio, por eso, me acosté y Lilien lo hizo a mi lado, después de rezar juntos, de agradecerle por su intención y planeación, se quedó dormida.

A medianoche me sentía extraño, molesto, no era porque ella roncaba como un tractor descompuesto prácticamente en mi oreja, sino porque comencé a escuchar sonidos voluptuosos que provenían de la habitación contigua. Como tengo el sueño bien ligero no di más y salí para hablar con el administrador. Muy calmado, le dije que hiciera algo porque los huéspedes de la otra habitación no me dejaban dormir con tanto ruido sexual.

¡Primero vienes con tu hermana menor a practicar el incesto, luego te quejas y ofendes por los swingers!

Esa fue la respuesta que recibí por parte de la administración del hotel. O sea, Lilien, sin darse cuenta, del apuro o afán de festejar conmigo un día del amor y la amistad de hermanos realizó la reserva en un sitio que formaba parte del eroturismo de la ciudad, en pocas, ¡era un hotel para parejas hasta de infieles!

Me agarró tal risa que contagié al joven que receptó mi queja porque le expliqué el malentendido. Camino a la habitación, después de cancelar todo para que a primera hora mi hermana y yo abandonáramos el sitio, por supuesto inadecuado, iba pensando en las palabras de un sabio oriundo de Mykolaiv, bendita sea su memoria:

Imagina que abres los ojos para ver solo lo bueno de cada persona; lo positivo de cada circunstancia; y la oportunidad en cada desafío.

Aparentemente de ese 'hotel cariñoso' nada de bueno, nada de positivo y ninguna oportunidad encontré, sin embargo, sentí que, aparte de afianzar el amor fraternal para lo que vendría después cuando nos separamos por varios años, algo pude obtener por la eternidad en ese peculiar Tu B´Av: una risa contagiosa de plenitud que tenía nombre de mujer: Lilien.

Esa sonrisa que ella irradió me contagió durante el desayuno que disfrutamos juntos por ese Tu B´Av que había terminado en felicidad porque pudimos conocernos más, darnos, más, amarnos más, respetarnos más, cuidarnos más, apoyarnos más, a pesar del contratiempo que ocurrió en el hotel y que no opacó la celebración ni el propósito, entonces, mientras tomaba el té que pedí, me apropié de las palabras que mi papá dijo cuando mi hermana menor y yo salimos de la casa:

Una sonrisa cuesta menos que la electricidad, pero sin duda alguna, les dará más luz.

Qué recuerdos, hasta ahora me hacen suspirar y vivir un día a la vez porque así es el amor...

Por donde estoy, no solo en mi consultorio, es viernes ya, así que para quienes leyeron y para quienes tampoco lo hicieron, deseo que tengan un provechoso y bendecido fin de semana.

Un abrazo virtual.

—Ezequiel ©