Agorafobia y trastornos de pánico || @yrmaleza

in beingsocial •  3 years ago 

Por Yrmaleza Alvarado.

     Mi respeto a la comunidad de Blurt de habla hispana y a todos los amantes de la mente y sus profundidades. A todos, mi abrazo sincero.

     He sido movida a escribir esta publicación en respuesta al gran brote que, debido a la pandemia suscitada por el virus covid-19, y sus diversas variantes hay de los casos de agorafobia y trastornos de pánico a nivel mundial.


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Fuente

     Cabe iniciar esta disertación recordando que el trabajo de investigación experimental y clínica en el campo del bienestar de la mente apoyan definir el trastorno de pánico como:

“… un temor adquirido a algunas sensaciones corporales”;

Y de la agorafobia como:

“… una reacción de la conducta a la anticipación de sensaciones físicas relacionadas o su incremento proporcional para convertirse en un ataque de pánico.”

     A continuación, revisaremos tanto lo teórico y empírico más reciente, así como lo concerniente a etiología y las maneras de lograr éxito en el aprendizaje durante la terapia de exposición, todo bajo un enfoque cognitivo-conductual.


Ataques de Pánico: Su naturaleza

     Tal como lo define la Asociación Americana de Psiquiatría:

“… Los ataques de pánico son episodios discretos de temor o incomodidad repentina que va ligada a cierta sintomatología física y cognitiva”.

     Estos ataques de pánico están asociados con intenso deseo de actuar, casi siempre, es decir, conducente a la acción de escapar y a veces conllevan impulsos de luchar. Estas tendencias de combate y huida, regularmente, van acompañadas de una elevada activación del sistema nervioso autónomo, necesaria para prestar apoyo a la reacción del mismo nombre. Según Izard, 1992, esta reactividad involucra percepciones de amenaza o peligro inminente tales como la muerte, pérdida de control o ridículo social.

     La combinación de la ansiedad añadida a los síntomas con cogniciones catastróficas ante el pánico es lo que diferencia a la persona con trastorno de pánico de alguien que sufre pánico ocasional, es decir, no clínico o de personas con otros trastornos de ansiedad que también llegan a experimentar terror. Veamos el siguiente ejemplo sobre este asunto:

Agorafobia: su naturaleza

La agorafobia, definida por la Asociación americana de Psiquiatría:

“… se refiere a evitar o resistir el temor a experiencias de las que puede ser complicado escapar o en que no se dispone de apoyo si es que se experimentasen sintomatologías debido al pánico u otros que lleguen a incapacitar a quien lo vive; como vómito o pérdida del control de los intestinos, desorientación o la sensación de estar cayendo.”

     Los escenarios en que este trastorno se detona incluyen centros comerciales, salas de espera, filas del cine o de supermercado, viajes en colectivo, entre otros. La agorafobia en su primer nivel, la manifiesta una persona que duda en conducir sola largas distancias, pero sí conduce hasta el trabajo, o aquel que en el cine prefiere sentarse al lado del pasillo, pero aun así va. La agorafobia moderada por ejemplo la sufre aquel paciente que solo maneja en un radio de 16 km de casa y únicamente si lleva acompañante, puede ir a hacer mercado, pero no en horas pico, evita volar o viajar en tren.
     La agorafobia agravada trata sobre una movilidad en extremo reducida que en su mayoría lleva al paciente a quedarse en casa para no exponerse a ningún peligro.
Esta última, viene a ser la característica de la época que vivimos entre los años 2020 y lo que va del 2021; la gente teme salir y vive con un miedo profundo por temor al contagio.


Protocolo de tratamiento sugerido

     La mayoría de los estudios de la terapia cognitivo-conductual para pánico y agorafobia se manejan en series de 10 a 20 sesiones de tratamiento. El programa de tratamiento incluye conferencias (tres horas); enseñanza de aptitudes como respiración, relajación y debate cognitivo (tres horas); exposición en vivo (nueve horas); y revisión grupal más una sesión de grupo de apoyo durante dos horas para otras personas del entorno más cercano del paciente.

     Con este formato se ha alcanzado en la última década alrededor de un 85% de mejoría en los pacientes tratados, y que esos resultados perduran un año más tarde. Por supuesto, hay un componente que debe acompañar este tipo de tratamiento que se refiere al apoyo de los seres significativos. Veamos estos escenarios:

     “Para mis padres es difícil comprender. Creen que todo está en mi mente. Se irritan porque no logro afrontar las situaciones. Me llaman débil e irresponsable. Yo no logro valerme por mí misma, los necesito a ellos. Me da mucho terror pensar que solo puedo desmoronarme, y qué tal si llegan a faltarme. Sólo me siento segura junto a ellos. Siempre saben qué hacer”.

     Acá se ve reflejada la dependencia de quienes cuidan para sentir tranquilidad a pesar de la respuesta poco compasiva que sólo aumenta el estrés de la paciente. En este caso que sigue se ilustra la manera en que la atención del cuidador principal es reforzador del temor y la evitación:

     “Mi papá en realidad se esfuerza por ayudarme. Siempre está pendiente de lo que siento y no me presiona para que haga cosas que no puedo hacer. Me llama a toda hora mientras estoy en clases. Permanece junto a mí y toma mi mano cuando me siento nerviosa. No duda en dejar lo que esté haciendo para buscarme si estoy teniendo un mal momento. Hace unos días abandonó una fiesta familiar pues me sentí agobiada en esta. En general, me siento segura con él y con mi familia siempre que esté en casa; estar fuera es demasiado para mí. Me siento tan agradecida, no sé qué haría sin mi papá”.

      La participación acertada de personas significativas produce buenos resultados a largo plazo de la terapia cognitivo-conductual para la agorafobia. De igual modo, en comparación con el entrenamiento de relajación, la enseñanza de habilidades para comunicarse con otras personas luego de cuatro semanas de terapia de exposición en vivo son garantes en el postratamiento con el fin de tener mayores reducciones en medidas de agorafobia. Lo recomendable sería inculcar el valor de involucrar en el tratamiento para la agorafobia a otras personas significativas para el paciente.

A modo conclusivo

     En realidad, esos tratamientos son bastante breves y con una estructura bien definida, sin embargo su aplicación es mucho más compleja que la de, por ejemplo, las prescripciones farmacológicas (que en ocasiones resultan ser mal aplicados). Lo que estos y otros tratamientos psicosociales exitosos pareciesen requerir es un nuevo método de diseminarlos, de tal manera que lleguen a la mayor cantidad de pacientes.

     El verdadero desafío se encuentra en estos últimos, que quienes experimentan trastorno de pánico y agorafobia lleguen a internalizar la naturaleza psicosomática de sus padecimientos, de modo tal que den prioridad a la atención terapéutica que los mismos ameritan.

     Por último, no se debe desestimar lo genuino del temor al contagio por covid-19 u otro, más bien se deben aplicar las medidas sanitarias debidas, y explicar lo seguro que podría llegar a ser un protocolo de higiene bien riguroso para de vez en cuando ir saliendo sin sentir tanto temor.

“Conozca todas las teorías. Domine todas las técnicas, pero al tocar un alma humana sea apenas otra alma humana.” Carl Jung

Escribió para ustedes

@yrmaleza

Referencias utilizadas:

  • Allen, L. B., White, K. S., Barlow, D. H., Shear, M. K., Gorman, J. M., & Woods, S. W. (2010). Cognitive-behavior therapy (CBT) for panic disorder: Relationship of anxiety and depression comorbidity with treatment outcome. Journal of Psychopathology and Behavioral Assessment, 32, 185–192.

  • Barlow, D. H. (1988). Anxiety and its disorders: The nature and treatment of anxiety and panic. New York: Guilford Press.

  • Chambless, D. L., Caputo, G., Gracely, S., Jasin, E., & Williams, C. (1985). The Mobility Inventory for Agoraphobia. Behaviour Research and Therapy, 23, 35– 44.

  • Izard, C. E. (1992). Basic emotions, relations among emotions, and emotion cognition relations. Psychological Review, 99, 561–565.

  • Veltman, D. J., van Zijderveld, G., Tilders, F. J., & van Dyck, R. (1996). Epinephrine and fear of bodily sensations in panic disorder and social phobia. Journal of Psychopharmacology, 10 (4), 259–265.

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